La economía estadounidense está experimentando actualmente una desaceleración del crecimiento económico y las voces que advierten de una recesión inminente son cada vez más fuertes. Mientras que el crecimiento del PIB en EE.UU. se mantuvo en el 2,9% el año pasado, se redujo significativamente en los dos primeros trimestres de 2019, a un 2,7% y un 2,3%, respectivamente. Según Bloomberg, los analistas estiman que el crecimiento medio en el tercer trimestre fue de sólo un 2%. Es probable que las perspectivas de crecimiento continúen siendo difíciles, como lo indica el último índice de directores de compras (PMI) de Estados Unidos. El índice del sector manufacturero ha caído de 51,2 puntos a 49,1 puntos y, por primera vez desde agosto de 2016, se ha estado moviendo por debajo del umbral de crecimiento de 50 puntos. La incertidumbre que rodea a la guerra comercial está impactando seriamente los indicadores de sentimiento y está afectando la actividad y la voluntad de inversión de las empresas en todo el mundo.
No obstante, también hay buenas noticias en la economía estadounidense: la confianza del consumidor y las ventas al por menor siguen siendo fuertes. Estos son factores decisivos para el consumo privado, que representa más de dos tercios del PIB de EE.UU. y es, y seguirá siendo, la piedra angular de la economía estadounidense. Sin embargo, el mayor riesgo sigue siendo la guerra comercial, pero, como esto tiene un mayor impacto en la economía global que en la doméstica de EE.UU., creemos que sólo es probable que haya una recesión leve, si es que la hay. Particularmente porque podemos prever que el presidente Trump no ceje en sus esfuerzos por evitar entrar en una fase de debilidad económica, pues esto probablemente pondría en peligro su reelección en noviembre de 2020.
Frank Borchers, gestor senior de Ethenea nos explica sobre el conflicto comercial, en este video del pasado mes de septiembre.