Aun cuando una recesión no entraba dentro de nuestros escenarios, lo cierto es que las perspectivas de crecimiento están ahora más cerca de estancarse. A medida que han ido aumentado la vulnerabilidad a las crisis, los mercados financieros se han vuelto muy sensibles a las publicaciones económicas y al flujo de noticias, como ocurre en el caso de las negociaciones comerciales entre EEUU y China.
Este año, hemos visto que los acontecimientos relacionados con la guerra comercial han llevado a los inversores a "comprar con el rumor y vender con las noticias", anticipándose al impacto económico de los aranceles. La primera reacción es, por lo tanto, como de costumbre, ajustar la exposición a la renta variable, y luego pensar a largo plazo.
Considerando que un resultado exitoso de las negociaciones no es un escenario absurdo, y que un status quoes posible, las buenas noticias en los próximos días podrían llevar a que los mercados suban. Por otra parte, una interrupción de las negociaciones, o incluso una escalada dirigida a las empresas chinas o a su acceso a los mercados financieros, tendría sin duda un impacto negativo en los mercados bursátiles mundiales.
A corto plazo, debería considerarse la aplicación de estrategias que limiten el alcance de las caídas, y que al mismo tiempo permitan la captación de mercados al alza.
Sin embargo, la rivalidad geopolítica entre las dos superpotencias va mucho más allá de aspectos meramente comerciales, y constituye una situación a largo plazo. Por tanto, a falta de una mejor visibilidad del contexto macroeconómico, evitaremos centrar nuestra cartera en los sectores más sensibles al comercio, como, las existencias industriales o las materias primas, por una parte, y a los sectores defensivos, como el sector inmobiliario o las utilities.