Por el habitáculo se reparten huecos para dejar pequeños objetos, lo que siempre es útil, echándose en falta uno para la recarga inalámbrica del teléfono móvil, que muy bien podría haber sido el situado delante de la palanca de cambios. Sobre la parte alta del salpicadero también se sitúa un hueco sin tapa para dejar pequeñas cosas, incluso el mencionado móvil, ya que su superficie es antideslizante. La distribución de los mandos en el salpicadero es la habitual de Volkswagen y quien haya conducido alguno de sus modelos recientes sabrá donde está colocado todo, aunque tampoco será un problema para quien no lo haya hecho nunca porque la organización es fácil de comprender y aprender. Por todo ello es muy fácil sentirse cómodo a los mandos del T-Cross.
Además, los asientos delanteros son realmente confortables y sujetan convenientemente el cuerpo. Las regulaciones son manuales y no plantean problemas para cualquier anatomía. Por su parte, la banqueta del asiento trasero se puede desplazar longitudinalmente 14 cm, pero moviéndose en un único bloque, ya que no esta dividida. Los respaldos sí lo están, en dos partes (en proporción 60/40), cada una abatible por separado. El respaldo de la plaza del copiloto también es abatible, un recurso que permite transportar objetos de hasta unos 2,40 metros de longitud. Este desplazamiento de la banqueta permite modular el espacio de los pasajeros y la zona de carga. Así, el volumen del maletero varía entre 385 y 455 litros, llegando hasta los 1.281, si se abate por completo el asiento trasero. Ya que hemos mencionado el maletero digamos que su piso tiene dos posiciones, una superior y otra inferior. Si se coloca el piso en la superior, queda un espacio por debajo de él lo suficientemente grande como para meter una rueda de repuesto completa, aunque esta no está incluida en el equipamiento de serie y en su lugar encontramos un paquete de reparación de pinchazos.
La fisonomía del T-Cross es indudablemente Volkswagen, sobre todo en su parte delantera, ya que esta presidida por la calandra de tres lamas, la central cromada, que abarca toda de dimensión de faro a faro, que por cierto en esta versión son halógenos. Más abajo una zona de plástico gris que también recorre toda la superficie frontal, engloba los antiniebla y la luz de día de leds y la entrada de aire central “adornada” por una lámina de color aluminio mate. Esta zona baja de paragolpes, también en plástico gris, tiene continuación, como protectora, por los pasos de rueda, los bajos de las pertas y sigue formando un todo continuo con la parte baja del paragolpes trasero, que contiene los antiniebla y también, como por delante, una lámina cromada mate en forma de una U invertida y ancha. Siguiendo con esta parte, destaquemos la luneta de buenas dimensiones y casi prácticamente “rodeada” por la visera superior y lateral y los grupos ópticos de leds, situados en los extremos de la carrocería posición que obliga a estrechar el portón, que ofrece una boca de carga algo reducida por ello y un tanto alta pues su apertura solo llega a la parte superior de paragolpes. Los dos grupos ópticos están unidos por una franja roja que recorre el citado portón. En la visión lateral, destaca la generosa superficie acristalada, los rieles que recorren el techo y las llantas de 16” de fuertes radios.
La versión probada montaba el motor de gasolina todo aluminio, TSI de 999 c.c. y tres cilindros, capaz de rendir 95 CV entre 5.000 y 5.500 r.p.m. y obtener un par de 175 Nm entre 2.000 y 3.500 r.p.m. Un motor que se muestra silencioso siempre que vayamos a bajas revoluciones, pero que al subir de vueltas, sin que llegue a ser exagerado, sí se deja sentir como un tres cilindros con su sonido característico y cierta sensación de vibración. De todas formas, su funcionamiento se puede calificar de correcto y con cierto brío que da alegría al comportamiento del coche. Las prestaciones siguen esa misma línea, ya que la velocidad máxima se sitúa en los 180 km/h y la aceleración de 0 a 100 km/h en los 11,5 segundos. Por su parte, el consumo se puede calificar igualmente de correcto, ya que en una utilización mixta se consiguen los 5,8 litros a los 100 km. Acompañando a este eficiente motor, encontramos una caja de cambios manual de 5 velocidades, cuyo escalonamiento esta bien estudiado para las características del motor, que por cierto cuenta con el sistema de Star&Stop.
El T-Cross es un coche fácil de conducir y que a buen seguro proporcionará a sus conductores y acompañantes una buena sensación de seguridad y un buen nivel de confort. Las suspensiones, con McPherson delante y su correspondiente barra estabilizadora y de rueda tirada en el tren trasero, se encargan de sujetar el coche con gran eficacia. Cierto es que no es un vehículo para hacer “pinitos” deportivos, pero esa agilidad que proporciona el pequeño tamaño del coche y la rapidez de la dirección, si permiten circular con decisión y aprovechar los cambios de carril y adelantamientos con gran precisión. El habitáculo esta bien insonorizado y quizás lo que más se oye, además del motor a elevadas revoluciones, es el rumor de la rodadura cuando se alcanza una velocidad de crucero en carreteras despejadas. Pero donde se muestra como pez en el agua es en el cargado tráfico urbano, ahí el T-Cross puede presumir de agilidad y de aprovechar pequeños huecos para aparcar sin problemas y ofrecer uno de los habitáculos de los más amplios de su categoría.
El equipamiento de esta versión probada no es de los más voluminosos, pero si se puede calificar de correcto en lo que a lo que viene de serie se refiere. Así podemos encontrar el programador de velocidad, el asistente de mantenimiento en el carril, frenado automático de emergencia, aire acondicionado, luz auxiliar de curvas, avisadores de aparcamiento, etc. En las opciones más habituales se pueden destacar el avisador de vehículos en el ángulo muerto, la cámara trasera, asistente de aparcamiento semiautomático, etc.