Viernes 15 de noviembre de 2019
El último informe de Crédito y Caución confirma los progresos significativos de esta pequeña economía mediterránea y su alta exposición al cambio de entorno mundial. id:52097
En 2013 Chipre protagonizó una profunda crisis financiera que requirió la intervención del Fondo Monetario Internacional para sostener las finanzas públicas y sostener el sector bancario. El último informe de
Crédito y Caución confirma los progresos significativos de esta pequeña economía mediterránea que se encuentra en una posición mucho más sólida. No obstante, la aseguradora de crédito remarca la persistencia de algunas vulnerabilidades como el exceso de deuda, los elevados niveles de morosidad bancaria y los desequilibrios externos que aumentan la exposición de la isla a un cambio de entorno mundial. Crédito y Caución prevé que el crecimiento del PIB de Chipre se ralentice hasta el 2,8% debido a la caída de demanda en la zona euro y la debilidad del turismo por el Brexit y la recuperación como destinos de Turquía y Egipto.
La principal debilidad de Chipre reside en su sector bancario, en el que siguen dominando una calidad muy baja de los activos y unos elevados índices de morosidad que alcanzaban el 32% en 2018, la tasa más alta de la zona euro con diferencia. Esto limita la concesión de nuevos préstamos y la rentabilidad de los bancos. Los desequilibrios exteriores siguen siendo relevantes. En 2019 se prevé que el déficit de la balanza por cuenta corriente ascienda a cerca del 9% del PIB. La consecuencia de este déficit persistente es que la deuda externa no ha caído sustancialmente desde la crisis. En 2018 se situaba en el nivel todavía extraordinariamente elevado del 551% del PIB, lo que supone una ligera mejora en comparación con el 590% de 2013.
“La recuperación económica de Chipre ha sido sólida. Las finanzas públicas se encuentran en una situación relativamente saneada, la crisis del sector bancario ha terminado y se ha recuperado en gran medida la competitividad. Sin embargo, persisten una serie de riesgos. La reestructuración de la deuda tiene un largo camino por recorrer y el apalancamiento privado sigue siendo elevado, lo que supone un riesgo para el todavía frágil sector bancario. El crecimiento de la inversión se centra demasiado en la construcción y las amenazas externas están aumentando debido a la incertidumbre en torno a un posible Brexit desordenado”, dice el informe.
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