Asimismo, en 2020 se producirá la próxima revisión de Solvencia II, que desde que entró en vigor en enero de 2016, las compañías españolas han adaptado sus procesos a esta norma con mayor o menor grado de automatización, en función de su tamaño y necesidades. A ello se suma la entrada en vigor de la Ley de Distribución de Seguros y Reaseguros Privados, en la que las aseguradoras españolas deben continuar trabajando en la adaptación a la normativa en base a los borradores y directivas europeas.
Por otro lado es de destacar, que las aseguradoras se enfrentan a grandes retos, que van desde el cambio de los hábitos de los clientes, con la utilización generalizada de canales online, tanto en la compra como en la declaración de siniestros; pasando por la entrada de nuevas Insurtech o consolidación de las existentes.
Por último deben añadirse los riesgos emergentes tales como ataques cibernéticos, protección de datos, daños medioambientales, riesgos reputacionales, así como los efectos demográficos con el envejecimiento de la población y su impacto en la longevidad. Una correcta evaluación y predicción por parte de las compañías de estos y otros riesgos debe conllevar una mayor inversión en métricas y técnicas predictivas avanzadas, así como la adecuada optimización y desarrollo en los modelos actuales.
“En conclusión, este entorno provocará que el próximo año sea crucial para el sector, por lo que la digitalización de procesos es una gran oportunidad que tienen las aseguradoras para adaptarse a todo este tipo de cambios, ya que requieren de un tratamiento de la información de la compañía fiable y de calidad, lo que repercutirá en sus cuentas de resultados”, finaliza Xavier Plana.