Sin embargo, es imposible evaluar el impacto de este virus en la economía mundial con la información de que disponemos hoy en día. En 2003, el SARS tuvo un impacto significativo en el crecimiento económico de la región asiática. Su impacto también fue efímero, una vez que la situación se normalizó. Dados los indicios de reducción de la infecciosidad y el hecho de que la Organización Mundial de la Salud está ahora mejor preparada para enfrentar los brotes, el escenario más probable es que el impacto sea menor.
La Organización Mundial de la Salud no ha declarado (todavía) el brote de coronavirus como una emergencia internacional, pero ha hecho recomendaciones y ha proporcionado presupuestos para el desarrollo de medicamentos. El Gobierno chino ha puesto en cuarentena la zona de Wuhan cerrando todo el transporte público. Varios aeropuertos internacionales ya han puesto en marcha medidas para examinar a los pasajeros que llegan de China para evitar cualquier propagación del virus. El riesgo es obviamente más elevado en las grandes ciudades asiáticas, donde la densidad de población es de las más altas del mundo.
Reacción del mercado
Los índices bursátiles de China y Hong Kong han corregido desde comienzos de la semana pasada por temor a que la enfermedad se extienda. Los mercados de valores de otras partes del mundo también han corregido. La epidemia de SARS de 2003 provocó una disminución de las existencias de artículos de lujo, ocio y turismo y las compañías relacionadas con esos sectores cayeron en bolsa, aunque posteriormente revirtieron sus pérdidas en unos pocos meses.
Actualmente, los inversores temen que el brote de este nuevo virus afecte a las ventas de estos mismos sectores. Por otro lado, las cotizaciones bursátiles de algunas empresas farmacéuticas asiáticas han aumentado considerablemente. De hecho, estas empresas verían aumentar sus ventas si el coronavirus se propaga (medicamentos, mascarillas quirúrgicas, kits de detección de la gripe, desinfectante, etc.). No obstante, la reacción del mercado parece mucho más limitada que en 2003. La pronunciada reacción del mercado en aquel momento también se debió al secreto inicial con el que el gobierno chino trató el SARS, lo que creó gran incertidumbre.
Aunque el daño infligido por este virus a la economía mundial es imposible de predecir en este momento, consideramos que el impacto económico y la respuesta del mercado al brote de SARS de 2003 fue una excepción más que la regla. Otras epidemias, a veces más mortales, (gripe porcina H1N1, MERS, Ébola, etc.) no han tenido las mismas consecuencias económicas ni el mismo impacto en los mercados bursátiles. Según los datos actuales, el coronavirus no seguirá el mismo camino y no pone en peligro nuestro escenario económico. No obstante, este incidente confirma la necesidad de mantener una cartera extremadamente diversificada, compuesta también por activos defensivos que se apreciarán en caso de que se materialicen ciertos riesgos en gran medida impredecibles.