Unión de Uniones destaca que esta situación se ve agravada por el contexto actual que se está viviendo en el que, además, el campo no puede – ni quiere - parar de trabajar.
En este sentido, la organización se muestra muy crítica y recuerda también que el precio del petróleo está ligado a otros inputs, como los fertilizantes. Esto es algo a tener en cuenta, cuando no está garantizado cien por cien que el mercado de estos productos y otros -como fitosanitarios o plantas y semillas- no se vean alterados por la situación de China y las dificultades logísticas en todas las fronteras debidas a las medidas contra el coronavirus.
Igualmente insiste en que la bajada en el precio del petróleo se vislumbraba desde finales de enero por lo que se podría haber trasladado ya al gasóleo B.
Asimismo pide mayor responsabilidad a las distribuidoras para que trasladen la bajada de precios del gasóleo agrícola y evitar así que pueda perjudicar la actividad normal de un sector estratégico como lo es la agricultura y la ganadería y más en el que momento que se está atravesando.
“Es hora de arrimar el hombro, pero todos. No podemos pagar siempre el pato los mismos”, comentan desde Unión de Uniones. “El campo sigue trabajando, pero creemos que no es justo que cuando baja el precio no se nos traslade proporcionalmente y cuando suba sí se haga. Y habrá que ver si se hace de manera no desproporcionada, siguiendo el efecto pluma disparo”, añaden.
Unión de Uniones reafirma el compromiso de los profesionales del campo de seguir produciendo alimentos y confía en que esta crisis sirva, al menos, para fomentar el diálogo entre todos los agentes que entran en juego en la cadena alimentaria, no sólo con la distribución y la industria, sino con los proveedores de insumos agrícolas y ganaderos y los propios productores que, como ha quedado patente antes del estallido de esta crisis sanitaria, ya estaban atravesando una crisis estructural y de renta agraria.