Por su parte, la partida destinada al Ministerio de Sanidad incluida en el proyecto presupuestario para el año 2019 recogía un importe que no alcanzaba los 4.300 millones de euros, lo que nos sitúa en la cola del entorno europeo en gasto sanitario.
Esto son solamente datos, pero que deben servir de fundamento para los hechos del futuro. Dicho de otra manera: hay que aprender de la experiencia.
En la famosa novela “La guerra de los mundos” (H.G. Wells, 1898) la humanidad terrestre está en peligro de exterminación. Nada pueden hacer sus armas contra los invasores, y si finalmente la Tierra se salva de la invasión es porque los marcianos acaban sucumbiendo a las bacterias terrícolas contra las que no han desarrollado inmunidad natural. En “La amenaza de Andrómeda” (M. Crichton, 1969) es un agente biológico desconocido importado a nuestro planeta en su regreso por una nave espacial el que causa muertes rápidas y misteriosas. En ésta, la activación de un proyecto científico militar desarrollado dos años antes será la solución.
Parece que en el futuro nos van a hacer falta más los vehículos medicalizados que los carros de combate, más los laboratorios que los arsenales, más las vacunas que las municiones, más los científicos, los médicos, los sanitarios, los celadores. Las deficiencias de nuestro aparato militar-científico-sanitario han quedado en evidencia en la lucha contra el COVID-19. Sólo han servido para mostrarnos que, pese a nuestros mayores esfuerzos, tanto técnicos como económicos, no nos es posible estudiar o controlar lo que desconocemos. Debemos investigar para intentar bloquear a los agentes biológicos que provocan muertes como las que ahora se están produciendo, y recordar que la actuación debe producirse antes de que el ataque se produzca. Prevenir mejor que curar.
Supongo que una vez que se controle la pandemia que nos asola, el Gobierno presentará los Presupuestos Generales del Estado para el próximo ejercicio. Pues a mí me gustaría que en los próximos Presupuestos que se aprueben la partida correspondiente al Ministerio de Defensa se gaste en microscopios, jeringuillas, termómetros, mascarillas, uniformes médicos, en Investigación y Desarrollo, en infraestructuras hospitalarias, etc. para defendernos de la posible invasión de virus, bacterias, microbios y demás amenazas mucho más probables que el ataque de otro ejército.