España, nación en la que la hostelería copa cerca de un 20% del PIB, tiene en uno de sus pilares principales la grieta más grande. El sector de la hotelería prevé enormes pérdidas y, junto a él, todo lo relacionado con la restauración. Uno de los campos que más está acusando ya las pérdidas es el del vino, que tiene a la vista un panorama de lo más negativo.
La crisis del vino, en números
Los profesionales del sector ya han bautizado a esta situación como la crisis del vino. La facturación de las principales bodega del país ha descendido en picado, ya que no solo es mucho más difícil mover el producto a nivel nacional, también a internacional. El envío de mercancía a países como Estados Unidos, uno de los principales importadores de la bebida, se ha dificultado por el estado de emergencia y las medidas de confinamiento establecidas hasta el momento.
Mientras el país ve cómo se va realizando una desescalada progresiva y heterogénea por provincias, los profesionales del vino ven unas cifras bastante preocupantes. El 96% de las bodegas españolas asegura que la crisis está afectando bastante a su ritmo de negocio y que las caídas ya se cuantifican en un 35%. Y es que, como explica José Javier Monzón, de Vinotecarium.com, la demanda no solo ha disminuido por parte de distribuidores, sino también por parte de los compradores.
El consumidor persigue, sobre todo, hacerse con productos de primera necesidad para poder mantener una alimentación adecuada, y eso hace que en ocasiones deje de lado otros productos alimenticios no tan necesarios. No solo eso, los negocios de la restauración, grandes impulsores del consumo de este vino, han visto su actividad también drásticamente reducida, aunque la desescalada les esté dando algo de manga ancha para empezar a recuperar el ritmo.
Bares y restaurantes que cierran, otros que se adaptan a recintos al aire libre y todos adaptándose a las nuevas medidas de seguridad. El panorama en este sector registra notables pérdidas, y lo peor es que eso afecta también a todo lo que le rodea. Los vinos ya lo están notando, y prevén que este ritmo se mantenga durante un buen tiempo, al menos, hasta la llegada de la "nueva normalidad".
Producción mantenida, rentabilidad reducida
La FEV (Federación Española del Vino), ha sondedo a las principales bodegas del país y ha tenido una respuesta clara. El 80% de las bodegas está teniendo problemas para exportar y la práctica totalidad de estas se ha visto gravemente afectada por la COVID-19. El dato más llamativo de esta encuesta es que, aunque el ritmo de la hostelería baje, con caídas del 20% para el sector, y los propietarios de bodegas sepan que es más difícil vender el producto, el 85% está manteniendo la producción.
Las bodegas pequeñas, sobre todo aquellas que dependen de la hostelería, son las que más están notando la situación actual en el país. Su principal canal de beneficios ha reducido su actividad drásticamente y, aunque ahora empieza a coger ritmo de nuevo, las pérdidas ya han tenido lugar, y la remontada se vaticina bastante complicada para el vino.
Por otra parte, la distribución a través de canales online ha aumentado considerablemente. La población española, confinada en los hogares, ha recurrido más que nunca a internet en su día a día. Esto ha derivado en un aumento de compras a través de comercios online y ha servido, también, para que algunos distribuidores preparados para este modelo de negocio hayan podido vender muchos más vinos que antes a través de internet.
Un incremento considerable en este apartado, pero que no sirve para paliar la caída del sector en general. La rentabilidad del vino está disminuyendo considerablemente por la falta de demanda del mismo, y eso es algo que va a pasar factura a todos los profesionales del sector. Ya lo está haciendo, pero se prevé que se acuse más todavía en las próximas semanas y meses.
Reclamando soluciones alternativas
Bodegas y profesionales, en boca de la Interprofesional del Vino de España, reclaman ya al Gobierno que permita tomar medidas excepcionales para poder hacer frente a esta situación tan complicada. Con la demanda cayendo en picado de la mano de los beneficios, y poniendo en jaque a tantas plantaciones y compañías, piden que se les permita actuar con más flexibilidad para poder adaptarse a esta situación cuanto antes y reducir las pérdidas económicas como sea posible.
Para ello, plantean la permisión de la poda en verde o también del almacenamiento privado para el producto. Miran también al sector de la restauración, uno al que están completamente vinculados por ser su principal pilar. El futuro a corto y medio plazo se dibuja difícil para ambas partes, pero los expertos confían en que la cercanía entre ambas y la apuesta por medidas sostenibles sirva para seguir adelante no solo de la mejor forma posible, sino también más reforzados que nunca.
Ante tiempos difíciles, hacen falta soluciones contundentes. Los vinos de España están heridos gravemente por culpa de la pandemia que ha puesto en jaque a medio mundo, pero pueden cambiar las tornas con el margen de operación que piden. De ser así, se podrían reducir las pérdidas considerablemente y buscar nuevas vías para generar más beneficios. De momento, el modelo tradicional ya se antoja poco viable viendo la situación que se está viviendo en el país.
Las reducciones de aforo, las restricciones de movilidad... Todo eso son piedras en el camino de la restauración y la hostelería en general, como también obstáculos que la industria del vino tiene que sortear junto a ellos. Todos caminan de la mano, y todos buscan una forma de avanzar.