“El uso eficiente de los recursos es tan importante para nosotros como la reducción de las emisiones de CO2”, declara Marco Philippi, Director de Estrategia de Compras. “La energía necesaria para la reutilización de aluminio secundario es hasta un 95% inferior que la que se necesita en el caso del aluminio primario”.
Audi introdujo el circuito cerrado de aluminio en sus instalaciones de Neckarsulm en 2017. En este proceso, la chapa de aluminio sobrante generada en la nave de prensado se devuelve directamente al proveedor, que lo prepara y reprocesa para obtener aluminio secundario reciclado de igual calidad, que posteriormente Audi utiliza en la línea de producción. La marca de los cuatro aros lleva a cabo este proceso con dos proveedores, lo que le permite incrementar la cantidad de aluminio que entra en el ciclo cerrado. Gracias a ello, Audi logró ahorrar aproximadamente 150.000 toneladas de emisiones de CO2 en 2019, dos tercios más que en el año anterior. La factoría de Ingolstadt también ha introducido recientemente el circuito cerrado de aluminio, y la de Györ planea hacerlo el año próximo. Otras instalaciones y líneas de producción de Audi lo implementarán también en el futuro. El aluminio secundario se utiliza actualmente en varias partes de la carrocería de los Audi A3, A4, A5, A6, A7 y A8, y también en distintos componentes de los Audi e-tron y e-tron Sportback.
La transición hacia la movilidad eléctrica aumenta la proporción de emisiones de CO2 que son directamente atribuibles a la cadena de suministro. Tanto en la propia cadena como en los procesos de producción previos, Audi generará casi una cuarta parte de las emisiones de CO2 para 2025, en base al promedio previsto de la flota. La marca de los cuatro aros está trabajando con sus proveedores para implementar medidas que tengan un impacto en esta fase inicial de la producción. La compañía inició en 2018 un programa de acción junto con sus proveedores para encontrar medidas que contribuyeran a la reducción de emisiones de CO2 en la cadena de suministro. Se han identificado oportunidades para hacerlo con nuevos circuitos cerrados de materiales, con el aumento de utilización de materiales secundarios, reciclados o procesados en componentes de polímeros y a través del uso de electricidad verde. Se espera que estas medidas sean plenamente efectivas en 2025 y que permitan realizar un ahorro potencial de CO2 de 1,2 toneladas por vehículo en promedio.