En la siguiente ronda el sorteo puso en el camino del Granada el Atlético de Madrid que por aquél entonces estaba en Segunda. Fue una fiesta que el equipo entrenado por Marcos Alonso jugara en nuestro estadio. En la vuelta, casi toda la ciudad estaba pegada a la tele para ver jugar al equipo en el Calderón, puesto que era ya un hecho a recordar al igual que esos jugadores como Huegún, Pindado, Pascual, Torres, Tabuenka…
Pues 19 años después y tras vivir como el equipo ha experimentado infinidad de cambios y vivencias (descenso a tercera división, los jugadores de rodillas en el césped pidiendo cobrar, subida meteórica a primera, paso de jugadores de primer nivel por nuestras filas, descenso a segunda y vuelta a la élite...) nos encontramos de nuevo con el conjunto filipino superando eliminatorias de copa donde no solo ha llegado a cuartos, sino que ha roto ese techo llegando a semifinales, hecho que no ocurría desde hace 51 años.
Pero si en el mes de marzo creíamos haberlo visto todo en esa semifinal contra el Athletic Club (por cierto, último partido que se disputó con público en el Nuevo Los Cármenes) la realidad nos iba a dar una nueva alegría a la sufrida afición nazarí. Tras meses de dura pandemia, se retomó la competición liguera. Ese parón de más de 3 meses no consiguió romper la dinámica y el trabajo de un equipo que se concentró (el único de primera división) para trabajar las últimas 11 jornadas que faltaban por disputarse con 33 puntos en juego donde estaba a tiro de piedrano solo la salvación (que se consiguió 5 jornadas antes de la finalización de la competición) sino que tras la victoria en ese estadio talismán como es Anoeta situaba a un paso entrar en competición europea por primera vez en la historia del Granada.
Y así fue, entre los equipos que se disputaban los dos últimos puestos de Europa League, el Granada estaba situado en último lugar, tenía que ganar y esperar el pinchazo de los demás rivales. Otra vez se cruzaba en nuestro camino el Athletic Club como rival para alcanzar nuestros sueños. El equipo debía ganar y ganó, ¡vaya si ganó! Y Valencia y Getafe no consiguieron sendas victorias lo que suponía que en la temporada próxima nuestro equipo de rayas horizontales iba a recorrer Europa por vez primera en sus casi 90 años de historia.
Diego Martínez y todo su cuerpo técnico ha conseguido que este EQUIPO (con mayúsculas) juega de tú a tú a los grandes, juega sin faltarle el respeto a equipos de inferior categoría, juego cada partido como si fuera el último. Ha conseguido que independientemente del resultado el equipo se deje la piel desde el primer minuto al último.
Es un plantel en el que todos sus elementos (técnicos, jugadores, afición…) reman en la misma dirección con un trabajo digno de admirar y con un modelo de juego muy definido donde los jugadores que les toque salir de inicio trabajan de forma solidaria con un objetivo claro. Esta plantilla forma parte de la historia viva del club. Dentro de unos años miraremos hacia atrás y recordaremos no a un jugador o a dos, sino a toda una plantilla formada por jugadores veteranos como Soldado o canteranos como Neva que se arremangan, luchan y compiten por estos colores. La afición os estará siempre agradecidos y no por las victorias, sino porque en cada partido os dejáis el alma con independencia del resultado.
¡Qué suerte es ser del Granada CF donde en los momentos malos ese amor incondicional persiste y donde en los buenos el sabor es el triple que el que saborean los grandes!
#eternalucha