Con la probabilidad de que Joe Biden ocupe el Despacho Oval, ¿qué deberían esperar los inversores de una presidencia liderada por Biden-Harris?
Lo primero y más importante: el programa de Biden se centra en la subida de impuestos. Biden no sólo quiere aumentar la tasa del impuesto de sociedades del 21% al 28%, sino que también busca crear un impuesto sobre las rentas más altas y mover la tasa máxima del impuesto sobre la renta de nuevo del 37% al 39,6%. Al hacer esto, desharía parcialmente los recortes de impuestos implementados por la administración de Trump, que dio alivio a los hogares y empresas de las clases más pudientes. Los ingresos de las subidas de impuestos ayudarían a financiar un programa de infraestructura ecológica y apoyarían la ambición de Estados Unidos de alcanzar cero emisiones netas de carbono para 2050. El aumento de los impuestos también fomentaría el desarrollo de un plan de recuperación, con financiación para el gobierno local y un seguro de desempleo para sostener la recuperación económica posterior a la crisis del Covid-19.
Sin embargo, para que estos planes se lleven a cabo, Biden necesita convencer al Senado. Sólo entonces se implementarán sus políticas programadas y tendrán un impacto macroeconómico significativo.
Las relaciones entre EE.UU. y China muestran otro aspecto que los inversores deben tener en cuenta. A diferencia de Trump, Biden está presionando por una estrategia menos agresiva de los trabajadores pro-americanos en cuanto a comercio. Mientras que Biden no va a dejar que China se salga con la suya, se espera que siga un enfoque más orientado al consenso. Esto no sólo afecta a la forma en que EE.UU. interactúa con China, sino también con otras naciones: es probable que Biden haga las paces con los aliados internacionales y trate de reestablecer la confianza. En última instancia, esto debería ayudar a reivindicar el papel de Estados Unidos en el escenario mundial y a restaurar su liderazgo.
Independientemente del resultado de las elecciones, esperamos que la Reserva Federal mantenga su política monetaria ultraacomodaticia, con todos los ojos puestos en la recuperación del mercado laboral. A corto plazo, el banco central va a tolerar una mayor inflación para asegurar la recuperación económica de las consecuencias del coronavirus. Si el Congreso de EE.UU. no aprueba un paquete fiscal adicional CARES 2.0 y amenaza la recuperación gradual que se espera en el tercer trimestre, la Reserva Federal podría incluso manifestar su voluntad de ampliar su apoyo a la liquidez y proporcionar una mayor relajación en septiembre.
A pesar de la actual ventaja de Biden, los inversores deben tener en cuenta que Trump no está todavía fuera de la carrera. Pueden pasar muchas cosas de aquí al 3 de noviembre, y ya en 2016, Trump ha demostrado que logra resultados electorales sorprendentes.
De cara al futuro, la renta variable parece atractiva, a pesar de que los mercados se encuentran en sus máximos históricos. La opinión positiva sobre las renta variable anida en las esperanzas que rodean la recuperación económica y la postura ultra acomodaticia de los bancos centrales, proporcionando una amplia liquidez a los mercados. Esperamos que el próximo presidente de EE.UU. tenga más impacto en sectores de renta variable específicos que en activos de riesgo en general, lo que dependerá más de si el ganador se asegura el Congreso. Mientras tanto, estamos siguiendo de cerca los acontecimientos del Covid-19 y su impacto en la esperada recuperación económica. Tiene el potencial de cambiar la marea en una u otra dirección y añadir incertidumbre a los próximos meses.
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