Es decir, a la disputa con ERC por el control del poder y la influencia social en Cataluña, se suma ahora el conflicto interno exconvergente entre el grupo de Puigdemont, reagrupado en Junts, y sus antiguos compañeros de PdeCAT. El interés general, de nuevo, relegado. Importa más colocar a un fiel acólito, que no una persona competente, con experiencia y conocedora de la realidad de las empresas catalanas.
En este sentido, el nuevo Conseller de Empresa, no es una persona con experiencia en el ámbito empresarial o como directivo, si es que se le conoce alguna relevante. Sus principales méritos son su fidelidad a Puigdemont y una carrera política plagada de acciones y declaraciones radicales y poco conciliadoras.
El Sr. Tremosa es una persona que ha demostrado, durante su etapa como eurodiputado, una posición extremista, abogando por la confrontación y las acciones ilegales. El bienestar de la gran mayoría de catalanes, del tejido empresarial y el empleo no serán sus prioridades, sino que lo serán que las tesis de Puigdemont se impongan en el seno de la disputa interna del separatismo.
Carlos Rivadulla, presidente de EC, ha manifestado; “Tremosa no será un Conseller conciliador ni preocupado por el empleo y las empresas. Su agenda ya está marcada: seguir apuntalando el separatismo más radical e insensato, y dentro de éste, la imposición de las tesis de Puigdemont. Nuevamente, los catalanes somos rehenes, ahora por partida doble, del procés y de las luchas internas entre sus actores. Ningún Conseller, y menos Tremosa, tendrá entre sus objetivos principales la gestión de su Departamento ni la consecución del interés general. De nuevo, los catalanes perdemos. Perdemos por mala gestión, por la desviación de recursos, esfuerzos y de impulso político. Lo que explica el “sorpasso” de la Comunidad de Madrid en el peso del total de la economía española. Cataluña necesita superar el procés y despedir a sus líderes, para abandonar la parálisis y la decadencia en la que llevamos ya demasiado tiempo instalados”.