A lo largo del curso, los participantes visualizaron diferentes formatos de vídeos, principalmente vídeos creados con aplicaciones que capturan lo que se escribe en la tableta digital y vídeos creados filmando las manos del profesor mientras escribe y explica una lección o un problema. Además, los estudiantes también vieron vídeos en los que un profesor se grababa a sí mismo dando clase. Según los resultados de este trabajo, los estudiantes prefieren vídeos en los que puedan ver al profesor, ya sea la cara, medio cuerpo o mediante las manos con una voz en off. «Parece que para los estudiantes es más relevante el hecho de disponer de vídeos que no el tipo de vídeo en concreto, aunque los vídeos con las manos son los que preferían más de la mitad de los encuestados», explica Antoni Pérez-Navarro.
Por lo tanto, a la hora de elegir el mejor formato, el experto destaca la importancia de tener en cuenta las cuestiones prácticas del proceso creativo. «Cuando empecé, dedicaba ocho o nueve horas para hacer un vídeo de solo diez minutos. Esto no es viable; nuestro objetivo es averiguar qué vídeos son más útiles, pero también deben ser fáciles de crear para los profesores».
«Por ejemplo, cuando pusimos a un profesor ante la pantalla, nos dimos cuenta de que era más difícil de iluminar correctamente y también que tenía implicaciones emocionales: te puede resultar antipática la persona o puede no gustarte su imagen o su lenguaje corporal», continúa el experto.
Vídeos cortos y bien planificados
El vídeo ha sido uno de los recursos más utilizados durante el confinamiento, que obligó a trasladar las clases presenciales al entorno digital, en la mayoría de ocasiones sin planificación previa. Según el investigador, muchos profesores se han visto dando «clases online sin experiencia, a veces sin el material necesario, y han tendido a grabar directamente sus disertaciones. Estamos hablando de vídeos demasiado largos y sin un plan de cómo debían ser estos productos».
«Un error muy común es pensar literalmente —como ha dicho alguien—, que, si los estudiantes nos aguantan dos horas hablando en clase, aguantarán un vídeo de dos horas. La realidad es que se trata de un entorno y de un medio diferentes y que, en general, los vídeos cortos, de pocos minutos, son más efectivos. Hay que pensar que dos horas es lo que dura una película, donde intervienen guionistas profesionales, actores y actrices profesionales; hay música, efectos especiales, etc. Y, aun así, a veces la película se nos hace aburrida», añade Antoni Pérez-Navarro.
Para poder condensar toda esta información, la planificación es clave: debemos pensar muy bien el contenido de cada vídeo y cuidar de los aspectos técnicos. «La iluminación es muy importante, pero el sonido es fundamental. El vídeo tiene que escucharse perfectamente, si no, es muy difícil de seguir».
Otro elemento a tener en cuenta es el hecho de conocernos a nosotros mismos, saber qué puntos fuertes y qué limitaciones tenemos a la hora de enfrentarnos a esta tarea y, sobre todo, practicar. «Normalmente los primeros vídeos son un desastre: recuerdo que cuando empecé a usar este recurso, en 2007, necesité cuatro o cinco horas para hacer solo dos minutos de vídeo. Todos tenemos una curva de aprendizaje, pero si conocemos el formato, el material usado o el entorno en el que lo hacemos, esta curva será más pequeña; y cuanto más pequeña sea la curva, más vídeos podremos hacer y mejores serán», destaca el investigador.
En cualquier caso, para Antoni Pérez-Navarro, lo más importante no es la tecnología —ya que «podemos usar la tecnología del siglo xxi para dar clases del siglo xix»—, sino la empatía, hacer las cosas pensando en los estudiantes y tener en cuenta su opinión. «Hay que escuchar a los estudiantes; ellos son los mejores críticos. Si no les hacemos caso y no se miran los vídeos, nuestro trabajo no servirá de nada», concluye el investigador.
Artículo de referencia
Los investigadores
Antoni Pérez, Investigador del grupo ICSO del IN3 y de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación.
Jordi Conesa, Investigador del grupo SmartLearn y de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación.
Víctor Garcia, Estudiante del programa de doctorado de Educación y TIC (E-learning).