Economía

¿Cuál debe ser el modelo a seguir en la nueva globalización económica?

OPINIÓN: Por Fernando Pérez-Montero, consultor de PROA

Viernes 27 de noviembre de 2020
Muchas veces la pregunta de qué es la globalización nos asombra por la cantidad de variables que puede obtener. Una de ellas es la importancia que para la economía mundial tiene su correcto desarrollo e implementación para la sociedad y su bienestar y prosperidad, como Dani Rodrik anuncia en su ya famoso trilema. id:65594

Desde un primer momento se ha buscado una sociedad equitativa y que cree una riqueza para todos sus ciudadanos, pero eso es solo la meta de todo lo que se debe hacer y más con la pandemia provocada por COVID-19.

Como en las recesiones provocadas por el shock del petróleo, la sociedad se encuentra ante una clara falta de confianza en la que ven cómo sus gobiernos, sobrepasados por la situaciones, no están movilizando sus recursos para hacer frente a la realidad económica, ni creando planes de contingencia que aseguren la viabilidad de sus sistemas ante los actuales impactos económicos y sociales. Además, este paradigma se ve comprometido por la presencia de guerras comerciales y los aún presentes excesos de globalización anterior y desencadenantes de la crisis financiera de 2008, tales como pocas ganancias sociales, gran volatibilidad y riesgo en las inversiones.

Los Gobiernos deben repensar su posicionamiento económico a través de distintas acciones:

Mantener y fomentar unas políticas de inversión fuertes por medio de programas y proyectos que fomenten una política industrial que permita repensar y reestructurar los sistemas económicos. Para esto es necesario mantener una correcta interrelación entre empresas y Administraciones Públicas para asegurar la vigencia y el fortalecimiento de los puestos intermedios, los verdaderos creadores de empleo y resultado de una correcta estrategia educativa.

Generar un cambio en las políticas territoriales para generar una mayor inclusión económica y social que huya de la estrategia única de incentivos económicos. Europa se encuentra en declive en muchas de sus áreas, por lo que el replanteamiento de su capacidad social, económica y sanitaria representa la manera de fomentar su capacidad local, urbanismo, formación y planes de negocio.

También hay que pensar en la transformación digital y la democratización del acceso a la educación y la cultura a través de internet. La transformación digital siempre viene por parte de entidades, no de Estados, por lo que es fundamental analizar y segmentar todas las informaciones que se nos hagan llegar. Por ello la mera diseminación de las tecnologías debe ser recogida y legisladas teniendo especial cuidado con los monopolios y viendo cómo competir evitando la fractura global de internet: la regulación y barreras a la comercialización, y las estructuras normativas de cada Estado. Todo esto teniendo en cuenta la importancia que está teniendo la maximización del intercambio libre de datos en internet.

Mantener la liberalización y la solidaridad en la sociedad. La visión de la II Guerra Mundial sigue estando muy presente en los modelos escandinavo y neoliberalista que tuvieron como fruto el actual estado de bienestar, sistema muy implantado en los Estados democráticos y especialmente en los europeos. No obstante, su vigencia se encuentra en peligro sin una correcta implementación de los cambios tecnológicos que se avecinan sobre el mercado de trabajo, fomentando el empleo de menor calidad, como puede ser el manufacturero, y destruyendo los empleos medios anteriormente descritos. El resultado de esto es una gran polarización del mercado de trabajo. Para evitar este catastrófico resultado que haría que las economías se tornaran insostenibles de cara a afrontar el actual estado del bienestar, la protección de la población por medio de la educación hará que la ciudadanía luche porque sus Gobiernos no desatiendan el estado del bienestar y generen una economía de calidad que genere empleos intermedios a través de prácticas nuevas, puesto que la revolución tecnológica hará que cualquier otro modelo económico utilizado anteriormente quede en desuso.

Este cambio en el paradigma mundial no ha hecho más que mostrar la importancia de la formación y la mejora de las habilidades laborales, sincronizándolo con una educación e inversión que realmente responda a las señales económicas que los mercados y la ciudadanía están pidiendo, y como ejemplo en las recientes elecciones norteamericanas, nos encontramos ante uno de los momentos en los que el refuerzo de la democracia liberal es clave en la salvaguarda de la nuestros derechos y libertades como ciudadanos.

¿CÓMO SE PUEDE EXTRAPOLAR ESTO A LA UNIÓN EUROPEA?

La Unión Europea, con un modelo basado en un mercado único e hiper globalizado, pero que a la vez concentra gran mayoría de su poder en Bruselas. Esta concentración de poder ha supuesto que la volatibilidad del centro se vea incrementada y que los populistas vean incrementadas sus fortalezas. Puede que la respuesta a esto sea no solo incluir una unión económica, sino también una política que vaya de la mano con el objetivo principal de Bruselas: la política fiscal y monetaria. Esto no es extrapolable, ni siquiera válido, para los cambios que se han propuesto en este texto, ya que lo realmente importante para exprimir todo el potencial europeo y posicionarnos de nuevo en el tablero internacional es tener una mayor integración política y restringir el poder de la monetaria.

La voz de los trabajadores y un cambio de mentalidad en cuanto a la estructura económica mundial y regional hará que la inversión tecnológica que complemente a los trabajadores se haga realmente con el peso de las acciones a realizar a futuro y que no sea tan solo un buen propósito. ¿Podrá esta nueva globalización implantar esta visión que se nos lleva prometiendo mucho tiempo y que de una manera u otra no se materializa de manera completa? Estamos expectantes.

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