La propagación asintomática es un gran problema y la causa de muchos casos y muertes por coronavirus. Y es que casi cualquiera de nosotros puede estar infectado y no saberlo si no se ha hecho una prueba anticuerpos de Covid que asegure, al menos temporalmente que no somos portadores de la enfermedad.
Es casi como si hubiéramos visto la línea de meta y ahora nos damos cuenta de que hay un pico, y que viene otra ola. Y no queremos aceptarlo. Al igual que los maratones -extenuantes y aparentemente interminables-, llegar a la línea de meta requiere resistencia, pero está dentro de nuestras capacidades humanas, dicen los expertos en salud pública y los psicólogos.
Si a la pandemia se le suma el malestar político y social al que nos enfrentamos, la gente es más propensa a saltarse las normas y a buscar las cosas que le proporcionen una sensación de comodidad. Las cosas con las que estamos familiarizados nos hacen sentir que tenemos el control. Entre el aislamiento y la incapacidad de ver un final a la vista, muchos anhelan la normalidad, pero cuando dejamos de resistir ese impulso y vamos a por lo que nos proporcionaría una rápida sensación de comodidad, empezamos a ver picos de casos.
¿Un ejemplo común de esta situación?
Alguien que es fumador de cigarrillos se entera de que fumar puede causar cáncer. Eso le va a causar estrés y entonces decide dejar de fumar o bien no creer que el tabaco cause cáncer.
Cuando se trata de la pandemia, para aliviar el estrés y disipar la ansiedad, las personas básicamente se convencen a sí mismas de que o bien ellos mismos no corren riesgo o bien los miembros de su familia, o de su comunidad, no corren riesgo. Dejan de pensar en ello para no sentir ese tipo de estrés o ansiedad.
Los más jóvenes son especialmente susceptibles a este tipo de pensamiento y, aunque ellos mismos a menudo no corren ningún riesgo, los expertos advierten de la posibilidad de propagar el virus.
Pero si se lo contagian a sus padres y sus padres se lo contagian a su abuelo, que muere, se van a sentir muy mal. Es una idea horrible. Uno de nuestros mecanismos de defensa consiste en negarlo. ¿Quién quiere pensar en eso? Es una posibilidad terriblemente dolorosa y por eso la apartamos de nuestra mente. Nos decimos a nosotros mismos que no estamos en riesgo. Pero lo estamos y mucho.
Mucho de este virus es íntimo: la gente podría estar caminando con un virus que podría matar a otras personas y ni siquiera saber que lo tienen. Es deprimente. Es muy natural sentirse muy triste por lo que está pasando. Para salir de dudas, hágase un test.