¿Qué impacto tiene sobre nuestras vidas? La exigencia de la disponibilidad
“La vida online y la hiperconectividad está asociada a una menor capacidad de autoconciencia e introspección y a una pérdida de la empatía y de relaciones profundas basadas en momentos y experiencias reales” sostiene Paoli. Esa necesidad “autoimpuesta” de contestar de forma inmediata nos lleva a contestar en cualquier sitio, sin intimidad, o la tranquilidad necesaria para mantener una buena comunicación. Es lo que se denomina la exigencia de la disponibilidad, el “estabas en línea”. Los grupos del WhastsApp se convierten en una auténtica tortura, todo, por el miedo a perdernos algo, lo que nos hace caer en el FOMO (Fear of missing out). Además, puede producir en algunas personas sensación de agobio, estrés, ansiedad, culpa y remordimiento, poca capacidad de control, falta de intimidad, libertad y autonomía. Termina afectando de forma negativa en otras áreas de la vida. Se sacrifican incluso actividades y obligaciones por estar pendiente de conversaciones. También se suelen dar alteraciones bruscas del estado de ánimo. Y, por último, está el factor más relevante del momento como es la “infointoxicación” “sobreinformación”.
¿Cómo saber que soy adicto al WhatsApp?
Es posible crear una conducta adictiva o abuso de la app, como es posible con cualquier otra. No hay que olvidar que cualquier actividad placentera es susceptible de convertirse en una adicción. Las señales de alarma que indicarían un abuso de esta herramienta son, en primer lugar, el tiempo de conexión. Este es un factor clave. Luego está el hecho de verificar perfiles, mensajes, de forma compulsiva porque se crea que se ha escuchado alguna notificación o, si no se tienen activadas las notificaciones, mirarlo por si acaso de forma permanente.
Claves para no caer en la tiranía del WhatsApp
De la premisa que hay que partir es que no tenemos la obligación de estar disponibles o localizables en cualquier momento. De esta manera, estableceremos ciertos hábitos que nos ayuden a no caer en la hiperconectividad y mantener una buena salud digital. El primer paso es tomar conciencia de cómo nos está afectando mediante una actitud crítica constante frente al tipo de uso que realizamos de esta aplicación. Claves:
“La tecnología en sí no provoca nada en nuestro cuerpo y en nuestra mente, sino que es el mal uso que hacemos de ella” apunta Paoli. Por eso, la clave está en plantearse firmemente el estilo de vida que se quiere tener y vivir conforme a nuestros valores y prioridades. “No corramos el riesgo de que la comunicación digital nos lleve a una vida agitada, fugaz, superficial, sin sentido, pasada por filtros. En definitiva, a una vida editada. Cuidemos nuestra comunicación que es la base de cualquier relación”.