La pandemia ha acelerado el uso de los pagos digitales en todo el mundo, incluso en aquellos países en los que no estaban incorporados a la vida diaria. Creo que, cuando acabe la crisis, mucha más gente estará acostumbrada a realizar pagos digitales y es probable que no sientan la necesidad de utilizar tan a menudo el dinero en efectivo.
Los consumidores se acostumbrarán cada vez más a la tecnología, lo que podría favorecer a las grandes compañías con presencia global. También hemos asistido a un fuerte crecimiento de compañías más pequeñas situadas en países como Brasil que ofrecen plataformas de pagos móviles para comercios.