Economía

Senda al alza de la inflación en EEUU

OPINIÓN: Por Alicia Coronil, Economista Jefe de Singular Bank

Viernes 18 de junio de 2021
En una coyuntura marcada por la preocupación sobre las crecientes tensiones inflacionistas a nivel global, la publicación de la evolución del nivel de precios de EEUU ha confirmado que continúa la senda al alza proyectada en el escenario base. id:73069

En concreto, en mayo el IPC de EEUU creció un 0,6% respecto al mes anterior, moderando su avance mensual de un 0,8% registrado en abril. Una evolución que se explicó principalmente por el repunte del precio de los automóviles de segunda mano (7,3% mensual) y de los muebles para el hogar (1,3%, mayor tasa desde enero de 1976), al mismo tiempo que continuaron aumentando de forma más moderada los precios de los alimentos (0,4% mensual). Todo ello en un entorno en el que el coste de la energía se mantuvo estable frente a abril tras caer ligeramente el mes anterior.

Así, la tasa anual de inflación subió 0,8 pp hasta un 5,0% (vs. 4,2% en abril), alcanzando su mayor nivel desde agosto de 2008 (5,4%). Este repunte continuó reflejando el efecto base generado a raíz de la crisis del coronavirus, registrándose un aumento de los precios de la energía de un 28,5% interanual impulsado por el mayor coste de la gasolina (56,2%) ante la revalorización del petróleo. Paralelamente, el precio de los alimentos aumentó un 2,2% respecto a mayo de 2020, destacando el mayor incremento de la comida fuera de casa de un 4,0% interanual.

Por su parte, la inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos por su carácter más volátil, aumentó significativamente hasta un nuevo máximo desde 1992 de un 3,8% anual (vs. 3,0% anual en abril). Las mayores subidas de precios se produjeron en los automóviles de segunda mano (29,7%), las tarifas de las aerolíneas (24,1%) y los seguros de vehículos (16,9%).

Esta tendencia al alza de la inflación en EEUU se enmarca en un contexto de fuerte repunte de la demanda ante las menores restricciones de movilidad, los avances en la vacunación y el tono expansivo de la política económica. Todo ello unido a la persistencia de las tensiones de oferta asociadas a la escasez de suministro de componentes intermedios y al aumento del coste de las materias primas básicas y del transporte de mercancías. Adicionalmente, el efecto base derivado de la comparación con los niveles de precios del año pasado ha impulsado significativamente los niveles de inflación entre marzo y mayo, si bien comenzará a diluirse progresivamente a partir de este mes dado que en junio de 2020 se observó el primer crecimiento mensual del IPC de EEUU desde el inicio de la pandemia.

Por otro lado, la evolución de la inflación sigue mostrando un patrón heterogéneo entre EEUU y la Eurozona, ampliándose su diferencial tras confirmarse que en la zona monetaria europea se situó en un 2,0% anual en mayo. En el caso de la inflación subyacente, en la Eurozona se mantuvo moderada en un 0,9% anual frente a un 3,8% anual en EEUU.

En este entorno, a corto plazo la senda del IPC seguirá condicionada no sólo por el efecto base, el dinamismo del consumo y la normalización de las cadenas de valor, sino también por la evolución del yuan chino y las decisiones del Gobierno de China sobre la política de precios y producción de algunas materias primas clave como el carbón o el hierro. Paralelamente, los niveles de precios podrían verse afectados por el impacto de la transición energética ante los desafíos de su despliegue y de carácter tecnológico.

La evolución de la inflación, junto con la del empleo, serán clave en el debate de los miembros de la Reserva Federal para determinar cuándo comenzará la reducción de su programa de compras de activos. En este sentido, la Fed podría iniciar este proceso a partir del 4T y adelantar su primera subida de tipos de interés oficiales a finales de 2023, frente a la proyección anterior de 2024. Todo ello en un escenario en el que ha elevado sus previsiones de crecimiento anual del PIB de EEUU a un 7,0% este año (vs. 6,5% anual en marzo), un 3,3% en 2022 y un 2,4% en 2023. Adicionalmente, también ha revisado al alza sus proyecciones de inflación a un 3,4% anual a cierre de 2021, 1 pp superior a su anterior estimación (2,4%), estabilizándose en los dos años posteriores en torno a un 2,1%-2,2% anual.

Las proyecciones de este año se sitúan en línea con las expectativas de inflación de la Universidad de Michigan de cara a los próximos 12 meses, que se mantienen en torno a un 3,4% anual. A largo plazo, las previsiones de la Fed son más moderadas que las recogidas en la encuesta de la Fed de St. Louis de un 2,3% anual, si bien se han suavizado en los últimos días. Por su parte, el breakeven inflation a 10 años, medido como la diferencia de rentabilidad entre los bonos soberanos nominales y los ligados a la inflación, se ha reducido por debajo de un 2,4% tras superar el umbral del 2,5% el pasado mes de mayo.

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