La taxonomía de la UE es una herramienta de transparencia sólida y con base científica que introduce criterios de desempeño claros para determinar qué actividades económicas contribuyen de manera sustancial a los objetivos del Pacto Verde Europeo. Esos criterios ayudan a empresas e inversores a orientar -con mayor credibilidad- sus estrategias a las actividades medioambientalmente sostenibles.
El objetivo de la taxonomía es fomentar la canalización del capital necesario para financiar el crecimiento sostenible y la descarbonización de la economía europea, para lograr los objetivos climáticos de la UE y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Las actividades que queden incluidas en la taxonomía -y, por tanto, consideradas sostenibles medioambientalmente- tendrán mayores facilidades para financiar sus inversiones. Por el contrario, aquellas que queden excluidas tendrán mayores dificultades para financiarse, conseguir inversores y, por tanto, desarrollar su actividad.
El Reglamento (UE) 2020/852, publicado oficialmente en junio de 2020, contiene los fundamentos del sistema de clasificación común europeo de actividades económicas sostenibles desde el punto de vista medioambiental, lo que permite, a su vez, determinar el grado de sostenibilidad de una inversión.
La clave del funcionamiento básico de la taxonomía es la siguiente. Se considera que una actividad económica es sostenible medioambientalmente cuando:
La Comisión Europea ha recabado la opinión de distintas comisiones científicas con el objetivo de evaluar si la generación nuclear cumple con los requisitos anteriormente citados. Algunas de ellas – el Joint Research Centre, el Grupo de Expertos del Artículo 31 de Euratom y el Comité científico sobre salud, medioambiente y riesgos emergentes (SCHEER)- ya han emitido su opinión favorable a la no exclusión de la generación nuclear en la taxonomía, al cumplir con los requisitos requeridos por la misma, ya que cumple con el principio de “No daño significativo”.
Otros organismos internacionales de referencia, utilizando criterios exclusivamente científicos, como la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) también han expresado su opinión sobre el papel fundamental de la energía nuclear durante el proceso de descarbonización en la transición energética.
La energía nuclear es una fuente libre de CO2 y una pieza esencial en la lucha contra el cambio climático. Es, además, una fuente siempre disponible capaz de suministrar grandes cantidades de electricidad sin contaminar la atmósfera.
En la Unión Europea produce más de una cuarta parte de la electricidad consumida y supone cerca del 50% de la generada sin emisiones.
En España, lleva siendo -en la última década de forma consecutiva- la primera fuente de generación en el sistema eléctrico con más del 20% anual, lo que representa entre el 30% y el 40% del total de la electricidad libre de emisiones generada, convirtiéndose así en la tecnología que más ayuda a frenar las emisiones contaminantes.
Dada la urgencia climática, hay que contar con todas las fuentes bajas en carbono disponibles. Al igual que ya ocurre en otros muchos países del mundo y de la UE, los análisis disponibles, entre ellos el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima del Gobierno de España, señalan que el sistema eléctrico español necesita de la continuidad de la operación del parque nuclear hasta 2035, para cumplir con los objetivos medioambientales y para mantener la energía eléctrica firme necesaria que garantice un suministro continuo y la regulación técnica y el equilibrio del sistema eléctrico.
En el horizonte de aplicación del PNIEC, las centrales nucleares españolas tienen previsto invertir cerca de 3.000 millones de euros para mantener su actividad en condiciones de seguridad. La exclusión de la energía nuclear de la legislación europea sobre taxonomía comprometería la financiación de dichas inversiones y la capacidad de las actuales empresas propietarias de mantener su apoyo a la actividad de generación nuclear.
Adicionalmente, una decisión así afectaría también en el conjunto de su actividad a la financiación de las empresas propietarias de las centrales nucleares, ya que cualquier empresa que tenga una actividad que no esté incluida en la taxonomía tendrá dificultades de financiación o peores condiciones para la misma que cualquier compañía que no la tenga.