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La sigilosa técnica de la publicidad urbana

Martín Marco | Lunes 18 de octubre de 2021
Desde las vallas publicitarias hasta los grafitis y el marketing de guerrilla, los intereses cívicos y comerciales llevan mucho tiempo luchando por controlar el entorno visual de la ciudad. Hoy en día la contienda está más reñida que nunca. id:76934

Cuando el periodista británico Henry Sampson publicó en 1874 su Historia de la Publicidad desde los primeros tiempos, Londres se encontraba en un periodo de crecimiento tumultuoso y a menudo caótico. La población se había duplicado desde principios de siglo; los barrios bajos estaban abarrotados, la delincuencia iba en aumento. Y la industria estaba en auge. Las fábricas producían enormes cantidades de mercancías y los comerciantes estaban ansiosos por comercializar y vender sus productos. En toda la ciudad, las prácticas arcaicas y ad hoc de colocar carteles y avisos públicos habían dado paso al nuevo y cada vez más despiadado negocio de la publicidad comercial.

El libro de Sampson recorre una larga historia de la publicidad, desde los letreros tallados en lápidas de piedra en la Roma imperial, y los escritos en papiro en Tebas; hasta los pergaminos de los primeros cristianos y los pregoneros medievales; pasando por las tejas colgadas en el exterior de las tiendas y posadas, a menudo con pictogramas que indican los servicios que se ofrecen en su interior -"un cuchillo para el cuchillero, una media para el costurero, una mano para el guantero, unas tijeras para el sastre, un racimo de uvas para el vinatero"-. Pero dedica especial atención a su propia época, cuando la publicidad exterior se estaba convirtiendo en un tema de gran preocupación cívica debido a lo que los críticos deploraban como la profusión excesiva de carteles a lo largo de la bulliciosa metrópolis.

En las modernas urbes la situación es muy distinta. Empresas como rotulos.com pueden lograr que nuestra marca destaque sobre todas las demás. Entre los servicios que ofrecen, podemos encontrar la creación de rótulos comerciales y corpóreos, y el diseño y fabricación de rótulos de grandes dimensiones. Con acabados especiales y la posibilidad de incluir iluminación directa e indirecta, además de iluminación frontal mediante leds de alta luminosidad o tubos de neón, permitiendo causar un gran impacto de noche.

La historia de la publicidad en la calle es un registro de la continua mejora. A principios del siglo XIX, los carteles impresos en tipografía eran apenas más grandes que un libro, y su tamaño estaba dictado por las dimensiones de las prensas y los cortes disponibles de madera y tipos de plomo. En el XX el aumento de la publicidad cobró impulso con la llegada de la movilidad motorizada, ya que los carteles de una manzana se hicieron para ser vistos desde los vehículos en movimiento.

Désiré Hémet, un agente de prensa del fin de siglo escribió un Tratado Práctico de Publicidad, que pretendía ser la versión francesa de la Historia de Sampson. El tratado de 1912 describía una nueva clase de señalización callejera intermitente que deja al transeúnte "indispuesto por una marca que usa y abusa de sus ojos, obligándolos a someterse a un trabajo que no han consentido". En opinión de Hémet, estas nuevas señales degradan la experiencia de las ciudades al sobre estimular a los ciudadanos. En efecto, la sobre estimulación urbana ha sido objeto de un intenso debate desde el nacimiento de la modernidad. En su influyente ensayo de 1903, "La metrópolis y la vida mental", el sociólogo Georg Simmel advertía de la creciente afluencia de "estímulos rápidamente cambiantes" que son "la fuente del aumento de la intelectualidad en la metrópolis", pero que también sobrecargan los nervios y producen en el habitante de la ciudad una "actitud indiferente" endurecida.

Es evidente que ahora el objetivo lograr una publicidad efectiva pero que a la vez sea amable con el receptor y el entorno sigue abierta. Entra aquí si quieres saber cómo conseguirlo.

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