Este auge del comercio electrónico, que viene aumentando exponencialmente desde la pandemia, conlleva un crecimiento imparable en la producción de cartón y otros tipos de productos destinados al embalaje. Sólo en 2019, es decir antes del confinamiento y la extraordinaria subida que ésta produjo a nivel de retail en línea, se produjeron más de 3,3 millones de toneladas de cartón ondulado para embalaje en nuestro país: es decir, más de la mitad de la producción española de papel y cartón.
Es cierto que este aumento se produce en detrimento de la producción de papel de prensa, gráfica y escritura, que ha llevado que varias compañías hayamos reorientado y ajustado nuestro negocio en función de las nuevas demandas. Es el caso de nuestro actual plan estratégico basado en la diversificación hacia el papel para packaging sin por ello perder la producción del papel para prensa. Sea como sea, es evidente que el impacto del comercio electrónico en el sector papelero español genera muchas oportunidades de negocio.
Un sector dinámico, innovador e inversor
Según cifras recientes de las que dispone la industria papelera española, ésta se halla integrada por unas 1.640 empresas y una plantilla que suma a más de 44.500 personas. La facturación global ronda los 14.000 millones de euros, de los que un más de la mitad se derivan de la exportación. Nuestro país dispone de 71 fábricas de papel y 10 fábricas de celulosa, y es, hoy por hoy, el quinto productor de celulosa y el sexto fabricante de papel europeo.
Además, el nuestro es un sector fuertemente inversor que goza de una gran capacidad de innovación en el desarrollo de nuevos productos y soluciones. Se calcula que, para 2030, el 40% de la producción papelera en España se basará en bio-productos que existirán en simbiosis con las nuevas tecnologías. Un aspecto que no se puede no tener en cuenta en el actual contexto de digitalización de la vida de las personas.
Nunca como ahora, el sector papelero ha tenido que adaptarse, innovar y repensarse en clave estratégica. Pero tenemos la fuerza y los mimbres necesarios para hacer frente a estos cambios sin perder nuestro peso como proveedores europeos.
La adaptación pasa por el medioambiente
La nuestra es una industria electrointensiva y gasintensiva, y eso nos aboca a asumir el papel de líderes en el proceso de descarbonización de la industria, compatibilizando la reducción de nuestras emisiones de CO2 con el crecimiento de la producción y de la facturación.
Es nuestro deber, y la economía circular nos brinda muchas respuestas a las necesidades de descarbonización, como revela el hecho de que, ya sólo en 2019, de siete millones de toneladas de papel consumidas en España, más de cinco millones fueron empleadas en producir papel nuevo. De hecho, cerca del 64% del papel usado en nuestro país es recogido para su posterior reciclaje: una tasa de recogida muy elevada, si se compara a la de otros materiales.
Es imprescindible que nuestro sector abrace una política energética y una política de infraestructuras logísticas y de transporte enfocada a la mejora de la eficiencia, competitividad y sostenibilidad de la industria. Y más, teniendo en cuenta que el 57% de lo que producimos se destina a mercados exteriores. Una cifra que va a seguir creciendo según aumente el retail de comercio electrónico y los mercados nos demanden más papel de embalaje.
Tengo la confianza de que, desde el sector papelero español, vamos a ser capaces de seguir innovando, creciendo, adaptándonos y superando todos los desafíos que los cambios y demandas sociales nos vayan lanzando.