Economía

El euro ha propiciado mayor estabilidad económica y un crecimiento más sólido

Martes 28 de diciembre de 2021
Según concluye el profesor de la Universitat Abat Oliba CEU, Albert Guiveranu, en la tesis doctoral ‘Un análisis del proceso de creación, transformación económica y resultados derivados de la adopción del Euro (1995 – 2017)’. id:79260

Hace veinte años, en enero de 2002, comenzaron a circular las monedas y los billetes del euro, después de que en 1999 un grupo de países de la Unión Europea hubiera puesto en marcha el proyecto de una unión monetaria europea.

Ha transcurrido ya el tiempo suficiente para valorar el impacto económico de la pertenencia a la eurozona. Éste es el análisis que propone el profesor de Empresa y Economía de la Universitat Abat Oliba CEU, Albert Guivernau, en la tesis ‘Un análisis del proceso de creación, transformación económica y resultados derivados de la adopción del Euro (1995 – 2017)’. Una de las principales conclusiones de la investigación es que el hecho de estar dentro de la eurozona propicia mayor estabilidad económica y un crecimiento más sólido.

En relación con el papel estabilizador del euro, Guivernau constata que la pertenencia al euro “reduce la variabilidad de las macromagnitudes de forma consistente en todos los países”, todo ello con independencia del año de adopción de la moneda única. En este sentido, el autor afirma que “el euro ha ayudado a la estabilidad económica de los países de la eurozona”.

Como se ha apuntado, la tesis también concluye que la adopción de la moneda común fomenta una mayor solidez en el crecimiento. Lo evidencia al poner de relieve que los países del euro han experimentado un aumento de crecimiento, mientras que los ‘no euro’ han visto cómo se reducían sus niveles de crecimiento anual. Estos últimos, afirma el autor de la investigación, “han ido perdiendo sus posibles ventajas competitivas a medida que pasaban los años”. Por el contrario, la eurozona “presenta un nivel de crecimiento más sólido”.

No amortiguó la crisis financiera

Sin embargo, esta realidad no se correspondió con una mayor protección frente al estrago de la crisis financiera. “Impactó de forma muy similar en el conjunto de países de la UE, formaran parte o no de la eurozona. Es decir, la pertenencia al área monetaria no supuso una amortiguación del impacto de la crisis financiera”.

En la incidencia de la crisis de deuda soberana sí que se manifestaron sustanciales diferencias entre países de la UE euro y no euro. Es sintomático el comportamiento de la tasa de paro, que “experimenta un fuerte aumento en los miembros de la eurozona a la par que una reducción en el resto de países de la UE”. Fenómeno que, a juicio de Guivernau, “evidencia la rigidez de los precios y la divergencia de estructuras productivas”.

La tesis también verifica que el hecho de pertenecer a la eurozona propicia la reducción de las diferencias entre los estados. Esta convergencia entre países sucede “de forma mucho más pronunciada” en los países del euro.

Lejos del ideal AMO

Otro de los objetivos fundamentales de la tesis era verificar si la eurozona cumple con los parámetros para ser un Área Monetaria Óptima (AMO). Más de veinte años después, no puede todavía decirse que la eurozona funcione como tal, ya que carece de varios de los requisitos establecidos por los teóricos de las áreas monetarias.

Una de las principales carencias que alejan a la eurozona del ideal del Área Monetaria Óptima es la falta de similitud entre las estructuras productivas de los países miembros. “No tenían esta similitud en el momento previo a la adopción del euro y la implementación de éste ha contribuido a una mayor especialización productiva, pero no a una convergencia real en las estructuras productivas”, señala el autor.

Asimismo, pone el acento en que “el fuerte aumento de la movilidad de capitales” a raíz de la implantación del euro no ha tenido correspondencia en una movilidad similar de los trabajadores. La movilidad del factor trabajo es otro de los requisitos que establece la teoría económica para identificar áreas monetarias óptimas.

Guivernau, que es miembro de la Cátedra Jean Monnet sobre Integración Fiscal en la UE de la UAO CEU, añade que “no se puede hablar aún de una integración bancaria en sentido estricto”. También observa que “no existe integración fiscal” y, en este sentido, subraya el hecho de que “se pueden encontrar países con preferencias muy diferentes en el seno de la eurozona”. Tampoco se cumple con el criterio de “ir más allá de una unión económica”, ya que, en el plano de la integración política, “no se ha avanzado desde que el 29 de octubre de 2004 se firmara en Roma el Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa y éste no fuera ratificado por los países miembros”.

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