Economía

¿Cómo afecta el comercio marítimo al desabastecimiento mundial?

Red Econ | Lunes 17 de enero de 2022
Para muchos pasa como algo inexistente, pero sin el comercio marítimo no sería posible disfrutar de tanto productos, como lo hacemos en la actualidad. Han sido y continúan siendo determinantes para el desarrollo de la globalización, el intercambio y la economía general, aunque en estos momentos están atravesando una situación de crisis que, por supuesto, repercute en la sociedad. id:79806

El comercio marítimo es quien ha impulsado la globalización, y es que sin esos barcos que se mueven todos los días de un punto del mapa a otro, sería imposible disfrutar de la variedad de productos como lo hacemos en la actualidad, y lo que es más importante, con precios mucho más asequibles. Pese a los avances en la aviación, el comercio marítimo no ha podido ser desplazado, porque es considerablemente menos costoso que el aéreo. Sí, va más lento, pero es más barato, seguro y práctico, porque puede transportar cargas mucho más grandes y pesadas.

El comercio marítimo y el desabastecimiento mundial

Pese a lo anterior, el comercio marítimo está atravesando una crisis importante que ha repercutido en los tiempos de entrega de las mercancías y también en los costes. Pero, ¿cuáles son las razones detrás de esta situación? Se trata de un conjunto de circunstancias que han sido agravadas por la crisis sanitaria de la Covid-19 y cuyas consecuencias, todavía hoy día, continúan teniendo un impacto importante en este comercio que resulta trascendental para hacer nuestra vida como de costumbre.

En este sentido, cuando nos referimos a varias circunstancias, hablamos específicamente de una recuperación lenta pero segura del consumo. Esa recuperación se traduce en menos espacio dentro de los barcos y, adicionalmente, en tráfico o cuellos de botellas en los puertos de todo el mundo. La consecuencia es un retraso considerable para descargar las mercancías.

Por otro lado, el cierre repentino de puertos y fronteras incrementa los riesgos y también los sueldos de las personas que trabajan en los barcos, porque en muchas ocasiones, pasan hasta tres y cuatro meses sin ver a sus familias.

Los retrasos que se están generando en los puertos han tenido, a su vez, otras consecuencias, aunque la más importante o destacada es un incremento en las tarifas marítimas. El tiempo es dinero y esos retrasos se traducen en pérdidas para el comercio marítimo, por lo que la solución ha sido incrementar las tarifas. Todo ello, por supuesto, tiene un impacto directo en el consumidor final y es una de las razones por las que hemos observado el incremento en los precios de los productos que consumimos.

Las empresas de barcos de mercancías, por otro lado, saben que pueden aprovecharse de esta situación porque son esenciales para la economía y el bienestar mundial. Si bien las causas anteriores han repercutido en las tarifas, también es cierto que en tiempos de escasez y problemas, estas son quienes deciden prácticamente de forma unilateral las nuevas tarifas, e incluso ser mucho más exigentes para aceptar o no trasladar las mercancías de un determinado cliente.

Carrera de obstáculos

La situación anterior de escasez, aumento de consumo, tarifas incrementadas o cuellos de botellas en los puertos, se está traduciendo en una auténtica pesadilla para las empresas que se dedican a la importación de varias categorías de productos, más o menos esenciales.

La realidad es que no saben con precisión cuándo les llegarán los pedidos, como sí lo sabían antes de generarse esta crisis, y esto les lleva entre otras medidas, a comprar mucho más volumen y almacenarlo. Es una forma simple y eficaz de evitar el desabastecimiento, sin embargo, esto tiene otra consecuencia en el perfecto equilibrio del comercio marítimo, y es que al comprar mucho más volumen, la capacidad de los buques se reduce, e incluso se genera una especie de guerra para hacerse con un determinado contenedor.

Otras desventajas es que dichas empresas de barcos, frente a esta guerra entre ellas, son las que deciden con qué cliente trabajan y con cuál no. Están, por decirlo de alguna manera, en una posición superior, lo que les permite incluso romper contratos de forma unidireccional con algunas empresas y sustituirlas rápidamente por otras que ofrezcan pagar un poco más o comprar más volumen.

Con respecto a lo anterior, se está generando un fenómeno curioso, hay tanta competencia y guerras internas entre las empresas, que además de incrementar las tarifas, se han vuelto mucho más exigentes con respecto a las empresas con las qué trabajan. Casi como si se tratara de una entidad bancaria a punto de otorgar un préstamo, las navieras están exigiendo una larga lista de requisitos para seleccionar con quienes trabajan o no. En este punto, es importante destacar que no todas las empresas están en igualdad de condiciones, por lo que las más pequeñas siempre se llevan la peor parte.

Las navieras están seleccionando a los clientes que compran mucho más volumen y pagan puntualmente. Otro factor importante para seleccionar a uno u otro cliente es que estos descarguen y carguen la mercancía de forma rápida y fluida. Estos dos aspectos, unidos al volumen y al pago, son los que más influyen en la decisión para que una naviera escoja con quien trabajar. Sin embargo, en esta carrera y guerra comercial, como comentamos anteriormente, las empresas más pequeñas son las que resultan menos favorecidas.

Todos los aspectos anteriores han tenido un impacto directo en la calidad del servicio marítimo, especialmente en el retraso de mercancías, costes y un ambiente poco sano para comercializar. Además, varios expertos creen que esta situación se prolongará durante todo el 2022 y quizás principios del 2023, a menos que se tomen algunas medidas para hacer que el comercio marítimo comience a fluir con más normalidad.

Favorecer la competencia y reducir los oligopolios, que son las alianzas hechas con las principales navieras, es el primer paso para desligar este juego que cada día genera más consecuencias negativas en el suministro de productos y en la economía general de todos los países.

Por otro lado, viajes que anteriormente duraban tres semanas, ahora duran cuatro semanas. Las razones detrás de ese aumento de tiempo es una estrategia para contaminar menos y ahorrar en combustible. Sin embargo, urge encontrar medidas que favorezcan al planeta y también a los tiempos que exige el comercio actual.

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