Junto a ello, también se mantuvo a lo largo de la sesión una elevada incertidumbre sobre la posibilidad de que la Fed de EEUU decida aumentar sus tipos de interés y el debate entre los miembros del Comité sobre el ritmo de las subidas. Los principales índices de EEUU mostraron descensos más moderados que los europeos, retrocediendo el Dow Jones un 0,49% y el S&P 500 un 0,38%, mientras que el Nasdaq Composite cerró en plano (0,0%).
En las bolsas asiáticas predomina nuevamente el signo negativo: el Hang Seng de Hong Kong pierde un 1,04%, el Kospi de Corea del Sur un 1,03% y el Nikkei 225 japonés un 0,79%. En contraste, el Shanghai Composite chino avanza un 050%, impulsado por una nueva inyección de efectivo del banco central a través de préstamos a medio plazo.
En Europa también se observa un tono bajista en el mercado de futuros, si bien las caídas son moderadas, inferiores a un 0,5%. El futuro del IBEX 35 pierde un 0,2% antes de la apertura de la bolsa, en línea con el movimiento del DAX 40 alemán.
En renta fija, los mercados de deuda soberana de Europa y EEUU registran variaciones de yield moderadas tras los movimientos más acusados observados ayer. En la Eurozona predominan las compras, reduciéndose en torno a 2 pb las TIRes de los bonos a 10 años de Alemania, España e Italia. En el caso de EEUU, el Treasury a 10 años se mantiene estable ligeramente por debajo del umbral del 2%.
La cotización del oro se eleva hasta 1.878 $ por onza (+0,4%) en el actual entorno de incertidumbre. Por su parte, el petróleo Brent se modera un 0,8% a 95,7 $ por barril tras experimentar ayer nuevamente un notable avance. En el mercado de divisas, el dólar cotiza en torno a 1,132 dólares por euro, depreciándose ligeramente frente a la divisa de la Eurozona (+0,1%).
El índice de volatilidad VIX del S&P 500 continúa con su tendencia al alza, subiendo ayer un 3,55% a 28,33 puntos.
Los miembros del Comité de la autoridad monetaria de EEUU continúan con el debate sobre el ritmo de moderación del tono expansivo de su política monetaria, en un contexto en el que la tasa general de inflación se elevó en enero a un 7,5% anual, su mayor nivel desde 1982, al mismo tiempo que la subyacente también alcanzó un máximo de un 6,0%. En concreto, se analiza la cuantía de la subida de los tipos de interés en la próxima reunión del mes de marzo.
El presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, afirmó ayer nuevamente que el banco central debería adoptar un ritmo más rápido de subidas de tipos para subrayar la credibilidad de la Fed en la lucha contra la inflación. Un movimiento que, según señala, contribuiría ratificar las expectativas del mercado, que se acentuaron especialmente la semana pasada tras el dato de inflación de enero y las posteriores declaraciones de James Bullard.
Ante esta coyuntura, Bullard reiteró su opinión de que la Fed debería aumentar las tasas de interés en 100 puntos básicos (1 pp) para el 1 de julio y comenzar a reducir su balance general en el 2T en respuesta a la inflación más elevada en los últimos 40 años. No obstante, señaló que dejaría en manos del presidente Jerome Powell si el aumento inicial debería ser de un cuarto de punto o de medio punto, decisión que previsiblemente se adoptará en la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) que se celebrará el 15 y 16 de marzo.
Este escenario ha llevado a los inversores a aumentar significativamente sus expectativas sobre el ritmo de las subidas de tipos desde la reunión de enero del FOMC, proyectando hasta 6 y 7 este año frente a las 3 que estimaron en diciembre los miembros del Comité. Por otro lado, el presidente de la Reserva Federal de Richmond, Thomas Barkin, se mostró de acuerdo en que es momento de comenzar y regresar constantemente a los niveles previos a la pandemia, si bien agregó que la senda del tipo de interés estará determinada por cómo evolucione la inflación en los próximos meses.
Por su parte, Mary Daly, presidenta de la Fed de San Francisco, aseguró el fin de semana que la Reserva Federal debería realizar movimientos moderados para evitar un efecto desestabilizador sobre el crecimiento económico y los precios.