Al margen de analizar el posible paquete de sanciones, su impacto directo sobre la economía mundial es manejable. Sin embargo, el principal riesgo radica en un aumento continuado de los precios de la energía, que podría precipitar una desaceleración económica. Todas las miradas están puestas en el poder adquisitivo del consumidor.
La crisis ha aumentado los riesgos de estanflación. Ya habíamos reducido nuestro sesgo proriesgo ante la elevada inflación y el próximo endurecimiento de la política monetaria. Aunque las tensiones geopolíticas suelen crear oportunidades de compra, no creemos que haya que apresurarse s comprar en caídas. Por el momento, reducimos aún más la ciclicidad de las carteras, a la espera de una mayor estabilidad tanto en el complejo escenario geopolítico como en el energético. Hay que aumentar temporalmente el efectivo, reducir los valores cíclicos y, en menor medida, el sesgo hacia el value, especialmente sobre el sector financiero, manteniendo la exposición a la energía.
Seguimos sobreponderando el crédito, pero más enfocados hacia los bonos con grado de inversión que a los de highyield. Los balances de los bonos soberanos parecen más expuestos que los privados.