El impacto de la pandemia en la mujer en riesgo de exclusión
La gran crisis que asoló a nuestro país entre los años 2007 y 2014 tuvo un fuerte impacto en los sectores con mayor presencia masculina (construcción, automoción, etc.) mientras que las mujeres, concentradas en sectores más dinámicos como el de servicios, pudieron capear mejor el temporal de la recesión. Sin embargo, la pandemia ha invertido esta situación y son los sectores más feminizados, como la hostelería o el comercio, son los que se han visto más castigados. Todo ello ha acarreado un retroceso importante para muchas mujeres en términos de inclusión social.
Por otra parte, y según el IX informe Foessa sobre exclusión social y desarrollo en España, los hogares cuyo sustentador principal es una mujer han visto aumentar la exclusión más del doble que aquellos en los que la mayoría de los ingresos los aporta un hombre. Con ello, el porcentaje de exclusión social severa ha llegado al 13,1% en las economías domésticas sustentadas por una mujer, frente al 7% de las soportadas por hombres. Las cifras de pobreza siguen la misma línea: durante los años de pandemia, la pobreza severa entre las mujeres se ha incrementado en 6,5 puntos porcentuales, alcanzando el 28,2%, mientras que entre los hombres el crecimiento ha sido de 5,6 puntos porcentuales, alcanzando el 24,3%. Así, la incidencia de la pobreza es en las mujeres casi 4 puntos porcentuales superior a la de los hombres, frente a los 3 puntos de distancia registrados antes de la pandemia.
Algunas mujeres corren un mayor riesgo de verse abocadas a estas situaciones de pobreza y/o exclusión social, como es el caso de las mujeres con discapacidad, las que encabezan familias monoparentales, las víctimas de la violencia de género o las mujeres mayores de 55 años. A continuación, nos centraremos en el caso de las mujeres sénior, por haberse desmarcado de forma evidente de los datos positivos arrojados por la última EPA.
La mujer sénior se desmarca de los datos positivos de la EPA
La EPA del cuarto trimestre de 2021 ha arrojado cifras muy positivas de ocupación y empleo. En concreto, durante el pasado año se crearon 840.700 puestos de trabajo y el desempleo bajó en 616.000 personas, con una tasa de paro del 13,3%. Esta reducción interanual del desempleo ha estado presente en todos los segmentos de la población, excepto en uno: la mujer mayor de 55 años. Así, mientras que el paro ha descendido entre hombres y mujeres de todas las edades, en el caso de las mayores de 55 años se ha producido un incremento del 12%, alcanzando las 308.800 desempleadas, 33.000 más que el año anterior. Este repunte choca con el descenso del 17% del número de desempleadas registrado a nivel general durante el último ejercicio.
En los siguientes epígrafes expondremos las principales causas de esta desviación, así como propuestas encaminadas a incentivar el empleo de las mujeres sénior.
La pandemia causa estragos en el desempleo de la mujer sénior
Como hemos analizado, las mujeres mayores de 55 años han sido las únicas afectadas por el repunte del desempleo durante 2021. Si ampliamos el radio a 2 años, para evaluar los efectos de la pandemia sobre el desempleo femenino, la tendencia es similar, ya que las mujeres sénior (en este caso las mayores de 45 años) han sido las únicas que han aumentadosu número de activas en búsqueda de empleo, en 69.000 mujeres (+10,3%). Un porcentaje que asciende hasta el 21,2% si contemplamos la franja de edad de mujeres mayores de 55 años. Así, el desempleo femenino ha descendido un 1,8% entre el año 2019 y 2021, periodo en el que el paro entre las mayores de 45 años ha crecido un 10,3% y el de las que superan los 55 años en más del doble, un 21,2%. En concreto, el año 2021 ha cerrado con 308.800 desempleadas mayores de 55 años, frente a las 254.800 de 2019 (+21,2%). Con ello, es la primera vez en la historia que las mujeres sénior superan las 300.000 desempleadas.
Como se observa en la gráfica de abajo, el desempleo entre las mujeres mayores de 55 años ha seguido una evolución irregular en los últimos años, pero en términos globales, la tendencia ha sido al aumento de las desempleadas. En concreto, ya se encadenan cuatro años consecutivos de incrementos, habiéndose producido el más acusado, del 12%, en el último año. Hoy se contabilizan 33.000 mujeres sénior más en paro que hace un año y 54.000 más que en el cierre de 2019 (por tanto, la pandemia ha arrastrado al desempleo a 54.000 mujeres).
Más afectadas por el desempleo y más obstáculos para encontrar trabajo
¿Por qué el desempleo de la mujer sénior crece, en contra de la tendencia general? Varios factores influyen en este repunte:
“Antes de la pandemia, muchas mujeres sénior trabajaban sin contrato, en situaciones de absoluta precariedad y sin derecho a paro. Otras se quedaron sin empleo y a estas alturas ya han agotado todas las prestaciones, siendo su riesgo de exclusión muy elevado”- declara Begoña Bravo, responsable del plan de integración de la Fundación Adecco.
“Teniendo en cuenta las barreras adicionales de la mujer sénior a la hora de conectar con el mercado laboral, urge reforzar las políticas activas de empleo para movilizar sus competencias y capacidades hacia los sectores que hoy tiran del empleo como el sanitario, el logístico o la actividad administrativa, así como dotarles de las habilidades necesarias para superar la brecha digital”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
El doble estigma de la mujer sénior
Como hemos analizado, el repunte del desempleo solo ha afectado a la mujer sénior, ya que entre las mujeres del resto de las edades las cifras han experimentado una mejoría. Lo mismo ocurreentre los hombres mayores de 55 años: su número de parados ha descendido un 3,6% en el último año.
Y si bien las dificultades para encontrar trabajo asomantanto en hombres como en mujeres sénior, hay que señalar que ellas se enfrentan a prejuicios relacionados con la conciliación y el cuidado del hogar durante toda su vida activa, siendo menor el reconocimiento de su carrera profesional. Así, las mujeres sénior son las primeras en retirarse del mercado cuando la situación familiar lo requiere y encuentran dificultades añadidas para acceder a un empleo. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la participación de la mujer sénior en el mercado laboral es inferior en comparación con la de todas las mujeres. Y si bien en la franja de edad entre los 55 y 60 años su actividad es superior a la media, a partir de los 60 años no son muchas las mujeres que continúan con su carrera profesional, cayendo en picado su participación laboral. Como se observa, la tasa de actividad media de la mujer mayor de 55 años es del 41,8%, frente al 53,9% general de todas las mujeres y el 51,1% de los hombres de su misma edad.
El principal motivo para no buscar trabajo es estar jubilada o prejubilada (40,9%), seguido de la inactividad por razones familiares y/o del hogar (30%). Entre los hombres, estos porcentajes son muy diferentes: el 85% no busca empleo por estar ya retirado y solo un 4% lo hace por labores domésticas. En concreto, actualmente se contabilizan 1.901.800 mujeres mayores de 55 años inactivas por labores del hogar, cifra 10 veces superior a la de los hombres -188.200-. Dicho de otro modo, el 91% de los mayores de 55 años que no buscan trabajo por motivos familiares o del hogar, son mujeres.
Propuestas para la inclusión laboral de la mujer sénior
En el presente informe la Fundación Adecco expone algunas propuestas para favorecer el empleo de la mujer sénior, siendo fundamental establecer redes de cooperación entre empresas, Administración Pública y las propiasmujeres sénior. En este resumen incluimos las recomendaciones dirigidas a estas últimas. Consulta todas las propuestas en el informe completo.
Recomendaciones para las desempleadas sénior
La característica esencial del desempleo femenino sénior es sus elevadas posibilidades de cronificarse. En este sentido, desde la Fundación Adecco realizamos algunas recomendaciones para que la mujer sénior encuentre una ocupación en el menor tiempo posible: