Helena Closa se encontraba viviendo en Nicaragua durante los acontecimientos de abril del 2018:
“El documental ofrece una mirada sobre un tema humano y universal, como es la idealización y la decepción, junto con las dinámicas de poder que actúan sobre los cuerpos de las mujeres. Contribuye a la creación de memoria a través de testimonios para romper el silencio que condena a la repetición. Es una iniciativa que, a la vez, abarca un problema global y que se repite en muchas sociedades”.
De manera posterior a la proyección del documental, de 80 minutos de duración, hubo un coloquio en el que participaron la directora y las cuatro protagonistas del documental. Además de contestar preguntas del público, las protagonistas hablaron sobre su experiencia mientras grababan el documental y cómo éste fue, en parte, una herramienta para sus procesos de sanación.
El público agradeció a Helena y a las protagonistas el presentar esta visión sobre los conflictos y la importancia de recobrar la memoria histórica para poder sanar, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.
La realización del documental llevó tres años de trabajo. Para financiarlo, la directora impulsó un crowdfunding y posteriormente obtuvo financiación de Calala Fondo de Mujeres, que lo ha apoyado desde su línea de trabajo como defensoras de derechos humanos centroamericanos.