La tasa de inflación mundial ha ido aumentando desde 2020, incrementando las presiones inflacionistas sobre la energía, los alimentos y otras materias primas. Los gestores senior de cartera de Evli, Tomas Hildebrandt y Peter Lindahl, diseccionan la tendencia, explican lo que significa en los diferentes ámbitos geografícos, y opinan sobre si este aumento es transitorio. id:84586
Empecemos por lo básico. ¿Cómo se define la inflación permanente?
Peter Lindahl: No he encontrado una definición clara de la inflación permanente o persistente. A veces se confunde el nivel alto de los precios con la subida de los mismos. Todo lo que esté por debajo del 2% se suele considerar baja inflación, y todo lo que esté por encima es alta. Se puede llegar a una inflación muy alta, que ronda el 5%, y ahí es donde estamos ahora. Los periodos inflacionarios pueden durar muchos años, pero siempre se producd algo que los finaliza. Por ejemplo, si la inflación está impulsada por la demanda, la recesión económica que suele venir después de esos periodos amortiguará la inflación.
Cuál sería el nivel óptimo de inflación?
Tomas Hildebrandt: Los economistas son unánimes respecto al hecho de que la inflación cero no es óptima, pero un poco sí está bien. Entonces, ¿cuál sería un buen nivel? Desde luego no es el 5%, porque entonces la erosión del dinero es demasiado rápida. Se ha discutido mucho sobre el nivel mágico del 2%, que durante décadas fue utilizado como ancla por el ex presidente de la Fed, Paul Volcker, en la lucha contra la inflación. Era mejor que cero y era alcanzable.
¿Hay alguna evidencia de que alguna economía se dirija hacia una inflación elevada?
Tomas Hildebrandt: Lo que supone en la práctica la inflación es la distribución de la renta dentro de un país y entre países: hay algunos que se benefician y otros que deben pagar. Esto suele ocurrir en los países emergentes, donde las estructuras sociales, los sistemas jurídicos y la gobernanza son más débiles. Allí no es posible controlar la inflación del mismo modo que en los países occidentales.
Peter Lindahl: Muchas economías emergentes tienen ya una inflación muy alta, como Turquía y Argentina, pero podría estar relacionada con la caída de su moneda y el aumento de los precios de las importaciones en un 20-30%. Durante las últimas tres décadas, en el mundo occidental se ha generado un entorno de baja inflación, de alrededor del 2% en Estados Unidos y Europa. Será interesante ver si nos adentramos en un periodo de inflación ligeramente superior, porque el aumento de la inflación es difícil de detener, sobre todo si se entra en una espiral inflacionista, que es lo que los bancos centrales temen especialmente en estos momentos.
¿Qué ocurre en Estados Unidos?
Peter Lindahl: En la primavera de 2021, empezamos a detectar cifras de inflación elevadas procedentes de EE.UU., y después sucedió lo mismo en Europa en el verano. Se esperaba que la inflación aumentara, pero fue sorprendente la rapidez con la que lo hizo. Uno de los factores desencadenantes fue el altísimo crecimiento de los salarios, que ahora se sitúa en torno al 5%: la Reserva Federal temía que se produjera otra espiral de inflación salarial como la que provocó la inflación en la década de 1970.
Las expectativas inflacionistas han aumentado, pero no están fuera de control en Estados Unidos. Las expectativas son altas, pero no escandalosas. Si se mantienen dentro de un determinado nivel, el banco central puede actuar según su plan. Si las expectativas de inflación aumentaran mucho más, entonces la autoridad monetaria tendría que moverse aún más rápido, lo que probablemente podría llevar a la economía a una recesión el próximo año.
Tomas Hildebrandt: La reacción a la pandemia de coronavirus en EE.UU. fue apoyar fuertemente a los hogares y al consumo. Una estrategia que ha funcionado, pero también ha provocado que las empresas se han visto con escasez de mano de obra, productos básicos y componentes. Este problema se ha visto amplificado por las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales, que han provocado un aumento de los costes de producción que las empresas han tenido que repercutir en los precios al consumidor. Los efectos de la segunda ronda se ven ahora en el aumento de los salarios para compensar el aumento del coste de la vida.
¿Qué impacto tiene la situación de Estados Unidos en Europa?
Tomas Hildebrandt: La inflación y las expectativas de inflación, históricamente se han situado en promedio alrededor de medio punto más altas en los EE.UU. que en los países de la Eurozona desde que existe el euro. Una mayor inflación en Estados Unidos no se traduce automáticamente en una mayor inflación en la eurozona. Hay razones estructurales para ello, pero actualmente, el aumento de los precios de la energía parece afectar más a Europa. El grado de rigidez de la inflación dependerá de la intensidad con la que los bancos centrales se enfrenten a ella.
Peter Lindahl: Hay algunos efectos indirectos, pero lo que estamos viendo en Europa, especialmente en la zona del euro, es que una gran parte de las presiones inflacionistas proviene del choque energético provocado por la guerra de Ucrania. Los precios del petróleo y del gas natural están subiendo, por lo que más de la mitad de la inflación de la eurozona procede de la energía, mientras que un porcentaje menor proviene del aumento de los precios de los alimentos. Estamos empezando a comprobar el mayor peso que está teniendo una presión inflacionaria estructural y permanente en Europa, pero no de la misma manera que en Estados Unidos.
Si nos fijamos en las expectativas de inflación a largo plazo, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y otros bancos centrales de Europa tendrán que seguir la política de la Fed de continuar subiendo los tipos de interés este año, porque el nivel actual es excesivamente bajo, aunque no los subirán tanto. La inflación es elevada ahora mismo, pero las razones son diferentes a las de EE.UU., ya que su inflación está más impulsada por la demanda, a consecuencia de que los hogares están en posesión de mucha liquidez extra.
¿Se refleja la situación en Europa en las economías nórdicas o hay diferencias?
Peter Lindahl: Sí se refleja en los países nórdicos, pero no se ha producido el choque energético negativo tanto como en otras geografías. Los nórdicos dependen menos del gas natural que otras economías europeas, porque tenemos otras fuentes de energía para la industria manufacturera. En cierto modo, los nórdicos son más dinámicos a la hora de absorber el choque energético en la economía. Por supuesto, los países nórdicos son economías muy abiertas, por lo que padecemos las mismas fuerzas inflacionistas globales que el resto.
Tomas Hildebrandt: Si nos referimos a los factores cíclicos y estructurales de la inflación, podemos ver que Finlandia y Suecia no se benefician de la subida de los precios de la energía, mientras que el saldo neto de Noruega, país exportador de petróleo, es mayor que el de sus dos vecinos. Hay algunas presiones psicológicas sobre la inflación, pero no son tan diferentes de las de otros países europeos. La mayoría de los países se han visto afectados por la subida de los precios de la energía, de la misma manera en lo que respecta a las cuestiones estructurales.
Todos los países nórdicos tienen gobiernos y sistemas de gobernanza muy sólidos, así como sistemas jurídicos y bancos centrales. Existe un alto nivel de confianza en el sistema monetario y en el funcionamiento de los mercados de capitales, por lo que no deberíamos temer una erosión de su fortaleza estructural.