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¿Qué pueden hacer las bibliotecas para combatir las fake news?

8 lecciones sobre la infodemia de la COVID-19:

Miércoles 15 de junio de 2022

Un estudio ha analizado las informaciones falsas y fake news surgidas a raíz de la pandemia. id:84749



En enero de 2020, China construyó un enorme hospital con cientos de camas, lo que llamó la atención del mundo. No obstante, en aquel momento fueron pocas las personas que tomaron conciencia de la importancia de este hecho. En las noticias ya circulaba el término coronavirus, pero las informaciones eran bastante confusas. A medida que la situación se agravaba, cientos de teorías conspiranoicas y noticias falsas (fake news) llenaron un vacío informativo al que los científicos, expertos y responsables públicos no supieron dar respuesta. Este fenómeno se definió como la primera "infodemia global".

Ahora, más de dos años después, un investigador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha publicado una reflexión científica en la que ofrece una serie de recomendaciones y lecciones para que la sociedad y las bibliotecas puedan dotarse de recursos y herramientas para convertirse en agentes activos capaces de combatir la infodemia generada por esas masivas noticias falsas.

"El objetivo de este artículo es plasmar, a modo de resumen, ocho aspectos que tienen relación con la infodemia global surgida con la pandemia de la COVID-19 y cuyas lecciones pueden ser una oportunidad para luchar contra la desinformación y las fake news, tanto para la sociedad en general como para las bibliotecas en particular", indica Alexandre López-Borrull, investigador del grupo de investigación en Aprendizajes, Medios y Entretenimiento (GAME) y profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó el término infodemia en marzo de 2020 y lo definió como "un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un periodo corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual". En este panorama, los bulos, las fake news, la desinformación y las noticias manipuladas tienen una gran repercusión y unas intenciones dudosas, por lo que se convierten en un "fenómeno amplificado mediante las redes sociales, que facilitan que se propague más lejos y más rápido, como un virus", recalca la OMS.

"De la COVID-19 también es posible extraer lecciones sobre la relación de la sociedad con la información y sobre el consumo y la dieta informativa digital de los ciudadanos. A partir de aquí, considerando la desinformación como una realidad que va a estar presente en los próximos años, debemos plantear qué rol pueden tomar las bibliotecas para luchar contra ella", añade este experto.

Recomendaciones para luchar contra la desinformación

Tras cerca de dos años de estudio, López-Borrull ha sintetizado el análisis de la primera infodemia global y ha elaborado un listado con ocho lecciones aprendidas para que todos los agentes implicados en la información colaboren en favor de la veracidad. De este modo, aspectos como la alfabetización de la sociedad en todos los ámbitos y la participación proactiva de las bibliotecas como espacios de conocimiento e información se plantean como pilares básicos en los que debe desarrollarse el pensamiento crítico del siglo xxi en el contexto actual.

"Las circunstancias que se produjeron en aquel momento fueron muy complejas y de difícil gestión, pero con un aprendizaje adecuado también suponen una oportunidad para pensar de qué forma podemos trabajar en el futuro en la lucha contra la desinformación. En este aspecto, ante un problema global presente en toda la sociedad, las bibliotecas deben tener un papel activo contra la infodemia y tienen que aportar herramientas, argumentos contrastados y justificaciones para facilitar a los ciudadanos información veraz y libre de bulos", recalca López-Borrull.

La primera de estas lecciones señala que "no existe la equidistancia entre la verdad y la falsedad". Es decir, es fundamental que instituciones como las bibliotecas aborden los temas complejos y los conflictos informativos para ayudar a sus usuarios a distinguir entre la verdad objetiva y la falsedad, con el objetivo de potenciar el pensamiento crítico. "En las bibliotecas no se intenta evitar que los usuarios encuentren falsedades, sino que se hace lo posible para ayudar a la ciudadanía a leer críticamente y a llegar a conclusiones válidas y bien fundamentadas sobre lo que es verdadero y bueno y lo que es falso y malo", incide el experto.

La segunda de estas recomendaciones refleja la necesidad de realizar múltiples aproximaciones y posicionamientos contra la desinformación en un contexto de incertidumbre, ya que la infodemia puede tener diversos aspectos. "El tratamiento informativo de la COVID-19 nos ha permitido comprobar que la desinformación tiene muchas aristas y, sobre todo, que no existe una única solución ni un único actor responsable de su eliminación. Por tanto, resultan prioritarias la coordinación de actores y las múltiples aproximaciones hacia la desinformación para disponer de una mayor capacidad de solución", recalca el experto.

Por ejemplo, las bibliotecas pueden desempeñar un papel fundamental añadiendo contenido veraz, especialmente en ámbitos más locales. De este modo, si existe algún tipo de bulo sobre cualquier situación o problema social, en estos espacios se puede optar por realizar talleres, difundir información específica o hacer divulgación en sus propias redes aportando contenido contrastado, con un valor añadido y de calidad. Con ello, se ayuda a desmentir los bulos que vayan circulando, se favorece la alfabetización de la ciudadanía y se impulsa el desarrollo de competencias para disponer de un pensamiento crítico capaz de distinguir información falsa y dudosa.

Otra de las lecciones aprendidas a partir de la infodemia es que no hace falta "una" alfabetización, sino alfabetizaciones múltiples. Este abordaje desde diferentes frentes hace que sea necesario promover acciones y sinergias que permitan potenciar sistemas de valoración y validación. "La COVID-19 también nos ha mostrado la importancia de un nuevo tipo de alfabetización para entender la información y el conocimiento sobre el que encontramos información publicada, y para comprender las formas que usa la ciencia para validar y difundir conocimiento, más aún en un momento de incertidumbre", recalca López-Borrull.

Otro aspecto que hay que afrontar es la identificación de bulos en forma de productos audiovisuales de alta calidad, ya que la imagen de profesionalidad de este tipo de contenidos invita a pensar en su veracidad. En este caso, en los primeros meses de la pandemia —momento de mayor incertidumbre—, proliferaron de forma sistemática diversos bulos y teorías conspiranoicas que fueron aceptados por gran parte de la sociedad ante el vacío informativo. "Este tipo de productos son un reto para las bibliotecas, pero también una oportunidad para aprender de la comunidad y para verificar juntos contenidos presentes en internet, por ejemplo, en forma de talleres en los que un usuario pueda aportar su conocimiento y actuar de forma colaborativa", afirma el investigador de la UOC.

Asimismo, otra de las lecciones aprendidas de la infodemia es el marcado peso de las agendas políticas polarizadas en un contexto de desinformación, especialmente ante el uso masivo de las redes sociales, en las que se realimenta continuamente una determinada dieta informativa. "Las bibliotecas deben convertirse en un agente activo para la promoción y el consumo de una dieta informativa rica y plural, pero eso implica que existan fondos y prensa que la fomenten", detalla López-Borrull. Además, el experto recalca el papel de las bibliotecas para ayudar a la ciudadanía en general y a los usuarios en particular a entender y a utilizar mejor las redes sociales y las herramientas digitales.

Otro de los aspectos en los que ha puesto el foco este experto es la coocurrencia de desinformación como un factor generador de capas concéntricas de desinformación, es decir, la estrategia que distintos agentes han llevado a cabo para ganar visibilidad social y mediática con el objetivo de llegar a más público del que habitualmente los escucharía. "Espacios como las bibliotecas tienen la oportunidad de convertirse en un nodo del tejido asociativo de su comunidad, lo que además serviría como termómetro activo de distintos tipos de desinformación para saber qué clase de fondos, talleres y formaciones podrían incorporarse para luchar contra mitos y leyendas urbanas. Con ello, se pueden desarrollar materiales para combatir la entrada de mensajes de odio, en especial hacia los colectivos más frágiles por edad o por su condición sociodemográfica, como el racismo", explica el experto.

Igualmente, la reflexión aborda la necesidad de desarrollar nuevas competencias para los profesionales de la información en relación con la desinformación. De este modo, el papel de las bibliotecas como entornos para promover, formar y hacer curación de contenidos en las redes sociales es importante, ya que podrían ofrecer nuevos servicios de información digital. "En este aspecto, las bibliotecas podrían realizar proyectos u ofrecer servicios de verificación en función de la realidad sociodemográfica de su comunidad de usuarios", ejemplifica el investigador, como una opción pragmática para luchar contra las infodemias del futuro.

Por último, este trabajo presenta la necesidad de disponer de una ciencia más abierta, y no de más ruido documental, como herramienta fundamental contra la infodemia. De este modo, al tener acceso fácil a contenido validado y contrastado, se fomenta la compartición de información en una sociedad en la que el conocimiento científico tiene cada vez más relevancia en la toma de decisiones.

"El papel de las bibliotecas con respecto a la sociedad es fundamental para garantizar una mayor alfabetización y mejorar las competencias de los ciudadanos para saber diferenciar entre información falsa e información veraz", incide López-Borrull, quien destaca que el objetivo es que la ciudadanía pueda identificar las noticias falsas y validar los contenidos por si sola. "Sin embargo, mientras esto ocurre, debemos implementar estrategias y herramientas para eliminar información falsa y llenar los canales de comunicación con contenido verídico, contrastado y de fuentes confiables", concluye este experto.

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