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Redes sociales y ciberacoso

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Viernes 15 de julio de 2022

Las redes sociales se han convertido en un entorno propicio para la práctica del ciberacoso. Este fenómeno —que, a pesar de ser relativamente nuevo en sus modalidades más recientes, es una práctica de largo recorrido en su vertiente tradicional—, está convirtiéndose en un problema de primer orden en lo que a seguridad online se refiere, especialmente entre los más jóvenes, que son el grupo de edad que más sufre las consecuencias de esta lacra. ID: 85054



El ciberacoso (también conocido como “ciberbullying”), como muchos ya sabrán, no es otra cosa que la difamación que se lleva a cabo contra una persona por medios digitales. Se refiere a prácticas como enviar, publicar o compartir contenido negativo y perjudicial —y muchas veces falso— de otra persona con el objetivo de humillar o perjudicar a esa persona. Es por ello que las empresas de seguridad suelen aconsejar tomar medidas especiales para evitar que estos acosos sean posibles. Un ejemplo de este tipo de recomendaciones es el reciente artículo publicado por ExpressVPN.

Como decíamos al comienzo, los servicios de mensajería instantánea y las redes sociales son algunos de los nuevos contextos donde estas prácticas se están haciendo más frecuentes. Lo son por varias razones. En primer lugar, por el simple hecho de que son algunas de las herramientas de comunicación y entretenimiento más utilizadas del momento, y como tal, acogen los comportamientos que antes, cuando éstas no existían, tenían lugar en otros entornos. La naturaleza humana y sus representaciones, al fin y al cabo, se manifiestan allá donde se realizan las actividades, y en un mundo cada vez más digital y conectado como en el que vivimos, esas actividades, cada vez más, se alojan en la red. Otra de las razones que hacen que las redes sociales sean un contexto propicio para este tipo de comportamientos es que permiten a los agresores escudarse bajo una variedad de perfiles (en muchos casos falsos) que hace posible que se mantengan en el anonimato y que sea más complicado rastrear sus identidades reales. Además, las redes sociales se han convertido en un recipiente muy apropiado para los ciberacosadores porque, a medida que los usuarios dan más y más importancia a la imagen y a la reputación que asocian a sus perfiles, las acciones negativas de los agresores provocan mayor reacción y aflicción entre sus víctimas, que ven en esos ataques una auténtica amenaza a una identidad que han vinculado estrechamente con sus perfiles digitales.

Aunque las diferentes redes sociales (TikTok, Instagram, Facebook, etc.) estén empezando a poner en marcha herramientas y políticas para poner freno a la práctica del ciberacoso (ya sea impidiendo el envío de mensajes privados a usuarios menores de una determinada edad, utilizando mensajes de advertencia asociados a determinados contenidos, o abriendo vías para denunciar prácticas y comportamientos abusivos —entre otras medidas—), lo cierto es que el ciberacoso es un fenómeno que en muchos casos pasa desapercibido y es difícil de identificar, lo que complica la tarea de atajarlo antes de que produzca consecuencias negativas en sus víctimas.

La problemática añadida del ciberacoso en redes sociales es que, por la naturaleza del contexto en el que se produce (un entorno activo, presente y accesible las 24 horas del día y prácticamente desde cualquier lugar), el daño que producen es persistente. En otras palabras, es difícil que sus víctimas encuentren alivio, porque la amenaza está presente en todo momento. Además, el contenido publicado en contra de esas víctimas muchas veces puede mantenerse en los perfiles afectados durante largo tiempo, o incluso permanentemente si no se identifica, denuncia o reporta y elimina. Esto puede tener consecuencias perjudiciales no solo a nivel emocional y de autoestima a largo plazo, si no también tener un impacto en cuestiones como las admisiones en un centro educativo, el empleo, o las relaciones interpersonales.

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