Sin embargo, el Banco de Francia no parece tan convencido. Según el Gobernador, François Villeroy de Galhau, en 2016 la subida del PIB francés será del 1,4%, y afirma que la senda del crecimiento es inestable ya que en el primer trimestre del año el PIB tuvo un avance del 0,7 %, pero que en el segundo se produjo un estancamiento, del que se salió en el tercero con un nuevo incremento del 0,3%.
Ajustar el déficit
Una de las grandes tareas del sucesor de Emmanuel Macron, que dimitió a finales de agosto para, según todas las fuentes, lanzarse a la carrera para suceder a François Hollande, es atar corto eldéficit de las cuentas públicas galas. En este sentido, Sapin no ha modificado sus previsiones y apunta a un desequilibrio del -3.3% del PIB este año y 2,7% en 2017.
El gobierno francés, no obstante, trata casi de conseguir la cuadratura del círculo, ya que, a pesar de intentar contener el déficit, ha anunciado un incremento del gasto público para el año que viene. En concreto se van a dedicar 5.700 millones de euros suplementarios en varias líneas de actuación “en favor de la juventud, la educación, la seguridad y el empleo. Este reequilibrio va a hacer posible controlar la evolución de la deuda pública –asegura Michel Sapin- que finalmente se estabilizará en torno al 96% del PIB antes de empezar a retroceder gradualmente”.
Además de incrementar el gasto público y reducir el déficit, Michel Sapin se propone implantar una rebaja fiscal de 1.000 millones de euros en el impuesto sobre la renta, una reducción tributaria de la que se beneficiarán cinco millones de contribuyentes. Tras esa bajada, el peso de los impuestos en el presupuesto del año próximo va a suponer un 44,5% del PIB, tres décimas menos que en 2014, cuando alcanzó su máximo, pero medio punto por encima de las promesas que el gobierno galo hizo la pasada primavera.