Necesitamos dinero sólido para recuperar y defender nuestras libertades

"El principio del dinero sano tiene dos aspectos. Es positivo al aprobar la elección del mercado de un medio de intercambio común. Es negativo al obstruir la propensión del gobierno a inmiscuirse en el sistema monetario[2]."

Es imposible comprender el significado de la idea del dinero sano si no se comprende que fue concebido como un instrumento para la protección de las libertades civiles contra las incursiones despóticas de los gobiernos. Ideológicamente pertenece a la misma clase que las constituciones políticas y las cartas de derechos.

Mises nos dice que la moneda sólida es una línea indispensable para la defensa de las libertades de los pueblos contra la invasión por parte del Estado, y que la moneda sólida es un tipo de moneda que no debe ser dictada por el Estado, sino que es elegida por el pueblo en el mercado libre.

El mundo en el que nos encontramos es un lugar bastante diferente. Nuestro dinero, ya sea el dólar americano, el euro, el renminbi chino o el franco suizo, representan monedas fiduciarias, monopolizadas por el Estado. El dinero fiduciario es económica y socialmente destructivo, con consecuencias económicas y sociales de gran alcance y gravemente perjudiciales, efectos que van más allá de lo que la mayoría de la gente podría imaginar.

La moneda fiduciaria es inflacionaria; beneficia a unos pocos a expensas de muchos otros; causa ciclos de auge y caída; conduce al sobreendeudamiento; corrompe la moral de la sociedad; y allana el camino hacia el todopoderoso, el Estado todopoderoso, hacia la tiranía.

No es ciertamente una coincidencia que "el Estado" se haya expandido desde que el mundo adoptó un régimen monetario "fiat" sin restricciones a principios de los años setenta. Y, como resultado, las libertades individuales y las libertades han estado bajo presión desde entonces. El Estado se alimenta de dinero fiduciario. Simplemente emite nuevas deudas, que luego son monetizadas por el banco central del Estado, que es el núcleo del régimen de dinero fiduciario.

Tal vez le sorprenda si digo que el concepto de banco central es realmente un concepto marxista. (No estoy diciendo que el banco central sólo sea favorecido por los marxistas. ¡En absoluto! También hay otras ideologías que aprueban el banco central).

En su Manifiesto Comunista de 1848, Karl Marx y Friedrich Engels compilaron una lista de medidas necesarias para establecer el comunismo. La medida número 5 dice lo siguiente: "Centralización del crédito en manos del Estado, mediante un banco nacional con capital estatal y un monopolio exclusivo".

No debería haber duda de que una vez que el estado se ha convertido en el gobernante absoluto del dinero fiduciario, la puerta está abierta para que crezca más y más, convirtiéndose eventualmente en el temido estado profundo. Y la tiranía del estado profundo, como sabemos bien por la historia, tiene poco respeto por las libertades individuales.

¿Qué hay que hacer? Bueno, el desafío que tenemos entre manos es "Hacer que el dinero sea grande otra vez". Esto requiere, en primer lugar, acabar con el monopolio de la producción de dinero del estado y abrir un mercado libre de dinero.

Un mercado libre de dinero significa que la gente tiene la libertad de elegir el tipo de dinero que desea utilizar; y que la gente tiene la libertad de proporcionar a sus semejantes un bien (alternativo) que les pueda servir tan bien como el dinero.

Sin ánimo de ofender, queridos entusiastas de las criptodivisas, no creo que haya llegado todavía una solución definitiva, incluso considerando la aparición del espacio de las criptodivisas.

Porque el problema de la intermediación financiera sigue sin resolverse en el ecosistema de las criptomonedas; volveré sobre este tema dentro de un momento. Pero primero abordemos la cuestión: ¿Qué se puede hacer para ir de aquí (un régimen de dinero fiduciario controlado por el Estado) a allá (un mercado libre de dinero)?

• La primera estrategia es la educación: alfabetización monetaria. Informar a la mayor audiencia posible sobre los males del dinero fiduciario, cómo afecta a sus vidas personales, familias y comunidades. Esto también incluye informar a la gente de que hay una alternativa superior y practicable a un régimen de dinero fiduciario, a saber, un mercado libre de dinero.
• La segunda estrategia consiste en avanzar en el campo de las monedas y sistemas de pago alternativos, especialmente en lo que respecta a las perturbaciones tecnológicas y su rentabilidad económica.

Este es el espacio de actividad para aquellos entre nosotros que están impulsados por el espíritu empresarial.

La comunidad de las criptomonedas, la comunidad de bitcoin en particular, y también los proveedores de sistemas de pago basados en metales preciosos han hecho algunos progresos en los últimos años. Pero lamentablemente, todavía no se ha logrado la victoria. Por ejemplo, bitcoin todavía tiene algunos problemas de escalabilidad y rendimiento.

Actualmente, la red Bitcoin establece un pico de alrededor de 350.000 transacciones en todo el mundo cada día y dada su configuración actual, se presume que está funcionando casi a plena capacidad. Sólo el sistema alemán de pagos con dinero fiduciario procesa más de 75 millones de transacciones de media cada día laborable[3]. Desde el punto de vista del procesamiento de pagos, bitcoin no puede eclipsar a las monedas fiduciarias todavía.

Es más, una moneda en una economía moderna debe prever la posibilidad de la intermediación financiera (ya he mencionado este tema anteriormente)[4].

La gente suele exigir servicios de pago o de almacenamiento de su dinero, o quiere prestar y pedir dinero prestado, independientemente de la clase de dinero que realmente utilice; a menudo no basta con el intercambio entre pares, sino que se requiere un tercero.

Es difícil prestar servicios de intermediación al margen de la reglamentación estatal vigente. De hecho, supondría un límite máximo para la sofisticación financiera de cualquier criptodivisa, lo que supondría una pesada carga para su competitividad en comparación con las monedas fiduciarias.

Y si la criptodivisa sale al espacio (de mercado) abierto, tendrá al Estado respirando en su nuca, ahogándolo en reglamentos y restricciones que destruyen los negocios.

Debido a que el problema de la intermediación financiera sigue sin resolverse, me he mantenido escéptico en cuanto a que -dadas las circunstancias actuales- cualquier criptodivisa logrará hacer a un lado al Estado y reemplazar su moneda fiduciaria así como así.

Los metales preciosos sufren problemas similares. En muchos países, el estado somete el oro y la plata a impuestos sobre el valor añadido y/o impuestos sobre las ganancias de capital. Esto los hace poco competitivos frente a las monedas fiduciarias en términos de su uso en las transacciones diarias.

De hecho, creo que es muy poco probable que pueda surgir un mercado libre de dinero mientras exista el tipo de estado que conocemos hoy en día. El estado es, como la mayoría de ustedes probablemente saben, el monopolio territorial de la toma de decisiones finales con el derecho de gravar a sus ciudadanos. Podemos esperar con razón que este tipo de estado hará todo lo posible para aplastar a cualquier competidor con su dinero fiduciario y evitar que surja un mercado libre de dinero.

Así que si queremos un mercado libre de dinero, la conclusión lógica aleccionadora es esta: Necesitamos reformar, deconstruir, el estado (como lo conocemos hoy en día). Ahora la incómoda verdad sale a la luz porque el estado es posiblemente el adversario más feroz que podríamos elegir.

¿Cómo podemos esperar conseguir la victoria? Bueno, supongo que no hay ningún hechizo mágico. Para mí, una estrategia posible y directa es apelar al interior de la gente, y es su derecho a la autodeterminación. El derecho a la autodeterminación es una verdad indiscutible, y es inalienable. Todos y cada uno de los individuos son dueños de su cuerpo y de los bienes adquiridos de forma no agresiva (es decir, sin violar la integridad física de los bienes ajenos).

El derecho a la libre determinación implica que los ciudadanos de un Estado tienen derecho (1) a hacer saber, mediante un plebiscito libremente celebrado, que ya no desean ser miembros del Estado al que pertenecen, y (2) a formar un Estado independiente o adherirse a otro Estado. En otras palabras: El derecho a la autodeterminación incluye el derecho de secesión, es decir, el derecho a romper el gran estado, a deconstruirlo en unidades más pequeñas.

Las unidades políticas más pequeñas son menos poderosas, más pacíficas y orientadas al libre mercado, mantienen los impuestos bajos, o incluso pueden prescindir de ellos y hacerse más ricas. Piense por ejemplo en Shangai, Hong Kong, Suiza, Liechtenstein o Mónaco. Porque las pequeñas unidades políticas deben competir por el capital y los talentos con otras pequeñas unidades políticas. Deben comportarse bien. De lo contrario, la gente y el capital abandonarán su territorio. Dado un gran número de pequeñas unidades políticas, hay una buena posibilidad de que algunas de ellas permitan, incluso fomenten, un mercado libre de dinero, dando un ejemplo que cree emuladores.

No sé cuál es la mejor ruta para "Hacer el dinero grande de nuevo", que sería la más efectiva. Tal vez me equivoque, y la comunidad de la criptocracia tendrá éxito en acabar con el estado (tal como lo conocemos hoy en día), impulsando un verdadero mercado libre de dinero a su paso.

Sin embargo, mientras tanto, creo que no estaría de más que siguiéramos educando al público en general sobre lo que es el buen dinero y lo que es el mal dinero; y también seguir desenmascarando al Estado (tal como lo conocemos hoy en día), que es incompatible con y es una violación del derecho inalienable a la libre determinación de todos y cada uno de los seres humanos.

Es de suma importancia arrancar el monopolio del dinero de las manos del Estado. De lo contrario, hay pocas esperanzas de que la sociedad libre (o lo poco que queda de ella) pueda sobrevivir.

Para subrayar la importancia de lo que acabo de decir, me gustaría mencionar mi nuevo libro "Mit Geld zur Weltherrschaft" (la edición inglesa estará disponible pronto). En este libro, trato de explicar por qué y cómo se está creando una moneda fiduciaria mundial única; y que conduciría a la distopía de un estado mundial, si no le ponemos fin.

La convención de hoy es una gran e invaluable contribución para concentrarnos en uno de nuestros mayores desafíos de su tiempo, a saber, "Hacer que el dinero sea grande otra vez". Un gran agradecimiento a los organizadores por su excelente trabajo y a la audiencia por escuchar mi charla. Estaría encantado si nos mantuviéramos en contacto. Así que por favor síganme en Twitter, Facebook, LinkedIn y SoundCloud.

¡Dios los bendiga a todos!

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En su último libro, Thorsten Polleit, economista jefe de Degussa Gold Trade y presidente del Instituto Ludwig von Mises de Alemania, revela que en todo el mundo está ocurriendo algo que muchos observadores presumiblemente pasan por alto: La ideología política del socialismo democrático que prevalece hoy en día en el ámbito internacional está impulsando a la comunidad de Estados hacia un Estado mundial central. La creación de una moneda mundial controlada por el estado es el paso decisivo en este camino. Sin embargo, según Polleit, un estado mundial con una moneda mundial es una distopía que destruiría la libertad y la prosperidad en el mundo. El libro bien estructurado y legible muestra que esta distopía no es inevitable y también sugiere cómo podemos prevenirla los ciudadanos. Cualquiera que quiera entender lo que pasa entre bastidores debe leer este libro.

[1]Esta charla se llevó a cabo en la convención Unchain Bitcoin & Blockchain en Frankfurt el 29 de agosto de 2020.
[2] Mises, L. von (1983), The Theory of Money and Credit, Liberty Fund, Indianápolis, pág. 454 y pág. 455.
[3] Véase Deutsche Bundesbank (2017), Distributed ledger technologies in payments and securities settlement: potential and risks, Monthly Bulletin, pág. 41.
[4] Véase, por ejemplo, Harwick, C. (2016), Cryptocurrency and the Problem of Intermediation, en The Independent Review, v. 20, n. 4, primavera, págs. 569 a 588.