El cementerio de Vilafranca del Penedès es otro de los lugares de referencia obligada en la Capital del Vino catalana. Más allá de las sencillas tumbas, su configuración arquitectónica y los numerosos elementos catalogados hacen de él un conjunto histórico patrimonial integrado desde 2010 en la ASCE, Asociación Europea de Cementerios Significativos. Además de estar abierto al público a diario, este mes de abril hay dos visitas teatralizadas nocturnas, los sábados 8 y 22; y el domingo 21 de mayo, una visita guiada matinal.
Patrimonio de los vivos, descanso de los muertos. Así definen en Vilafranca del Penedès uno de los atractivos culturales de los que se sienten orgullosos. Y es que su cementerio no es solo un lugar de reposo eterno sino también un entorno que invita al paseo, la meditación, el recuerdo… y a admirar obras de arte escultóricas que le valieron en 2010 entrar a formar parte de la ASCE, Asociación Europea de Cementerios Significativos. Como también es miembro de la Ruta de Europea de Cementerios y de la red de ‘Cementerios Vivos’ de España.
Este casi bicentenario cementerio comenzó a construirse en 1839, cuando las ideas románticas empezaban a extenderse por el siglo XIX. Y fue erigido en el espacio que tiempo atrás ocupó un convento de los capuchinos. Con una superficie de 1,6 hectáreas, alberga 5.212 tumbas, 32 urnas funerarias y 61 bóvedas. La mayor parte corresponden a vecinos del municipio, pero también alberga otras nacionalidades, como franceses, alemanes, italianos, daneses e incluso norteamericanos.
Su estructura es de planta rectangular y en él tienen cabida construcciones funerarias, jardines y una capilla pública. Algunas de estas obras llevan el sello de afamados arquitectos como Santiago Güell, August Font o Antoni Pons. Ello ha conformado un conjunto de gran valor artístico y patrimonial, convirtiéndose en un auténtico museo al aire libre con panteones y capillas que suponen toda una lección de las diferentes tendencias y estilos arquitectónicos de los dos últimos siglos.
El cementerio de Vilafranca del Penedès está abierto todo el año: de lunes a sábado, de 09.00 a 18.00; y domingos y festivos, de 09.00 a 15.00 horas. Pero lo mejor para conocer sus rincones más interesantes son las visitas teatralizadas nocturnas y las guiadas. De las primeras hay dos precisamente este mes de abril: los sábados 8 y 22, bajo reserva previa. La duración es de 90 minutos –de 20.30 a 22.00– y cuestan 10 euros por persona. En ellas, diversos personajes van introduciendo a los visitantes en la historia y curiosidades del cementerio y de Vilafranca.
La otra visita es la guiada matinal. La más inmediata se realizará el domingo 21 de mayo, de 12.00 a 13.30 horas. El precio es de 5 euros y gratuita para los menores de 12 años. En esta opción, además del recorrido por el conjunto monumental más relevante, se podrá contemplar el valioso patrimonio botánico del cementerio, con quince variedades de árboles y plantas, entre ellas cipreses, olivos, pinos, madroños o laureles.
Entre los monumentos y tumbas que pueden admirarse destacan: el panteón capilla de la familia Vía-Oliveras, una primera incursión al modernismo con representación de la ascensión de las almas al cielo guiadas por un ángel; el también modernista panteón Ramón Marimon, con un majestuoso ángel llevando una corona de rosas que simbolizan la fragilidad de la vida; los panteones neogóticos de Maria Torres Almirall y de Antoni Jané; la tumba a Matilde, donde desde 1958 descansan los restos del filósofo y escritor Eugeni d’Ors, iniciador del movimiento novecentista; o la tumba de Margarette von Hase.
También son dignas de ver las capillas de las cofradías, como la de Nuestra Señora del Roser; la capilla de los Macià, primera particular del cementerio; el panteón de Josep Balaguer, uno de los más espectaculares, con su gran sarcófago sobre el que se asienta un ángel pregonero; el Espacio de la Memoria Histórica, en recuerdo a las víctimas de la Guerra Civil española, o la tumba de la guarnición y fosa común general.