Autodesballestaments La Gleva cumplirá en abril 35 años de vida; tiene la sede en Les Masies de Voltregà (Barcelona), con unas instalaciones modélicas que ocupan 9.300 m2 dedicadas al reciclaje y reaprovechamiento de vehículos de motor y sus componentes, en todas las vertientes posibles. Da trabajo a 40 profesionales, tiene la certificación Aenor ISO 14.001 que garantiza el pleno respe¬to al medio ambiente con el uso de las técnicas más modernas, y cada mes entra poco menos de 300 unidades para tratar, lo que da la cifra de 3.121 automóviles desguazados durante el pasado ejercicio 2015.
La actividad continuada de la empresa barcelonesa obligaba, en los últimos años, a una amplia¬ción, a pesar de que su ubicación la hacía bastante improbable. La voluntad de servicio de sus gestores y las ganas de seguir siendo una de las firmas líderes del sector, coincidieron con la lici¬tación que el Ayuntamiento de Riudarenes (Girona) hacía de la rama dedicada a la recuperación, desguace y reciclaje de vehículos fuera de uso (VFU) de la empresa de gestión ambiental SEMURSA (Servicios Municipales de Riudarenes, S.A). Puestas de acuerdo las dos partes, con fecha 1 de ene¬ro de 2016 Autodesballestaments La Gleva se ha hecho cargo de la planta de descontaminación de la comarca de la Selva, con una concesión del servicio de 20 años.
Con esta unión de las dos plantas, ‘Autodesballestament la Gleva’ y ‘Autodesballestaments La Gleva Riudarenes’, la firma amplía con 8.000 m2 sus instalaciones de reciclaje y reutilización, así como su capacidad de servicio. También aumenta hasta siete las zonas de actuación directa en Cataluña (Maresme, Manresa, Girona, Barcelona, Lleida, la comarca de Osona y, ahora, toda la de la Selva) y, gracias a la versatilidad y modernidad de la nueva incorporación, impulsa con más fuerza el negocio de la venta de recambio para centrar menos esfuerzos en la reconversión de un coche en chatarra, hasta antes de la crisis la operativa que había dado más rendimiento y crecimiento a las instalaciones de desguace.
Disponer de dos plantas, fusionadas en cuanto a gestión
A pesar de que la empresa madre sigue teniendo su sede principal en Les Masies de Voltregà, las dos plantas han fusionado su gestión y funcionan como una sola gracias a las nuevas tecnologías (o sea, una única razón social pero manteniendo los números de gestor cada una). De este modo se consigue un control totalmente detallado y al momento sobre toda la actividad de desguace, así como el stock, el recambio y servicios que se puede ofrecer al público que se acerca a cualquiera de las dos instalaciones, o a los clientes (talleres, mayoristas, etcétera) que cada día o periódicamente reciben transportes con piezas.
Esta fusión ha permitido, además, que el sistema de trabajo que ha dado éxito a la empresa fundadora se implante paulatinamente en Riudarenes, y que los 8 trabajadores que hay como plantilla sean una parte más del numeroso equipo que hace años funciona en la comarca de Osona (suman así 48 profesionales). Con dos plantas, ahora la distribución y reparto de material se pueden hacer casi por igual a todas las áreas de actuación citadas, sin desatender a nadie y con un tiempo récord de entrega.
Cambio de ciclo: Adiós chatarra, bienvenido recambio
El final de la vida útil del automóvil es, en suma, un importante –y necesario– negocio que aporta riqueza y puestos de trabajo a la zona donde opera, y que cierra el círculo de la automoción al otorgar una nueva vida a una buena parte de los componentes de un vehículo (moto, coche, furgoneta, SUV...).
Sin embargo, estos últimos años han dado un giro a lo que aportaba rentabilidad y valor a las empresas que se dedican al desguace. Un vehículo desguazado no es sólo un montón de chatarra que no sirve para nada más que para venderse a peso y fundir para convertirse en un nuevo elemento. Hasta hace muy poco, el ‘chapajo’ –material prensado que sale en forma de cubo de 800 kg– iba muy buscado por las fundiciones de metales cuando la construcción en el país era un motor económico.
Cuando esto se acabó, desde el continente asiático compraban también buena parte del excedente, pero Turquía se levantó como un gran competidor al vender barato y desvirtuar los precios, y con menos coste por transporte. Actualmente, el desplome del precio del crudo también está influyendo en el coste a la baja de la compra-venta de chatarra.
Ante esta coyuntura, ha habido una adaptación a lo que puede pagar el mercado, y este nuevo filón se ha encontrado en el recambio de ocasión o nuevo. Todo se ha dispuesto para que los lineales donde las piezas se colocan una vez extraídas del vehículo que entra a desguace sean fácilmente accesibles y en todo momento controlados, formen parte de una u otra planta.
En Les Masies de Voltregà hay más de 50.000 piezas inventariadas –repartidas en diferentes almacenes– a las que habrá que sumar las que ya provienen de Riudarenes, y con gran agilidad y precisión en la entrega cualquier cliente puede disponer de ellas. Además, la empresa tiene una clara vocación exportadora, puesto que distribuye material en países tan variados como Santo Domingo, Ghana, Rusia, Polonia o Marruecos, por citar algunos ejemplos, además de cubrir con eficacia casi toda Cataluña.
Riudarenes, planta modélica con almacenamiento de vehículos en estanterías
Sistema de almacenaje que permite extraer el máximo de componentes sin dañar el vehículo fuera de uso
Todo este cambio hace que algunas de las máquinas que eran imprescindibles en un autodesguace vayan a menos, y tomen importancia métodos o procesos, aprovechando las bondades de la informática.
Un buen ejemplo de cambio y modernización en, paradójicamente, el trabajo sobre un vehículo fuera de uso es muy palpable en la planta de Riudarenes, donde visualmente en el exterior predominan unas hileras inmensas de estanterías, que pueden guardar hasta un millar de unidades para ser tratadas.
Son estructuras sólidas que emplean robustas vigas donde se coloca el parque móvil que acaba su vida útil y que tiene que ser reciclado.
Las ventajas de este sistema de almacenaje es que facilita mucho el trabajo del operario y otra cosa muy importante en esta reorientación: al no apilarse un coche sobre el otro, todos los elementos pueden ser aprovechados porque no sufren desperfectos, ni golpes, ni siquiera se abollan. El camino hacia el recambio de segunda mano de gran calidad está trazado.
El medio ambiente y suprotección, una prioridad
A pesar de que los últimos años de crisis han hecho estragos en las empresas de autodesguace dado que los usuarios han aguantado más sus vehículos viejos, el parque rodado sigue aumentando y la vida útil del automóvil suele ser corta (una media de diez años).
El desmantelamiento de coches en instalaciones modélicas como las de La Gleva evita que aquello que hace unos años era muy contaminante, puesto que los propietarios abandonaban las antiguallas en cualquier lugar, actualmente siga un proceso muy controlado de gestión de residuos. Ya no hay desecherías de coches, sino plantas de gestión ambiental altamente preparadas para el reciclaje y la reutilización.
Un coche que va a desmantelarse y al que se le ha tramitado la baja, antes de desmontarse primero entra en la zona de descontaminación donde se le limpia de todo el que puede contaminar mientras está inmóvil en las estanterías: líquidos (freno, carburantes y todo tipos de fluidos), neumáticos (que también se pueden reaprovechar), cristales, baterías, catalizadores... A todo este trabajo, los separadores y los succionadores de líquidos juegan un gran papel, además del saber hacer del profesional que trabaja, todos muy mentalizados por la política medioambiental que aplica la empresa.
En las dos plantas, la inversión hecha para tener el máximo cuidado del entorno natural es realmente importante: Depuradoras, decantadores, pozos de bombeo, tierra aislante y un alcantarillado moderno y eficaz. Si todo esto no fuera así, las inspecciones de industria a las que se someten este tipo de negocios no dejarían actuar. Y, como guinda para una total garantía, hay el hecho que Autodesballestaments La Gleva cuenta con la certificación ISO 14.001.
Las cifras de un año
En horas bajas hasta que se ha hecho efectiva la concesión a Autodesballestaments la Gleva, la planta de Riudarenes cuando era gestión de Semursa había llegado a su techo con una entrada total de vehículos de 2.005 unidades, registrada en 2010.
Aquel mismo año, el de la celebración de los 30 años de Autodesballestaments La Gleva, esta empresa que ha adquirido el compromiso de volver a hacerla rentable, entraba 3.610 coches –ni mucho menos su mejor ejercicio, en que se llegaba a 5.000 unidades–, lo que suponía un ingreso de 3.737 toneladas de material que se convertiría en: 3.119 toneladas de ‘chapajo’ (o sea, el cubo de chatarra, casi el 85% del total); 116 t. en neumáticos; 30,5 t. de líquidos (freno, aire acondicionado, anticongelante, lubrificantes, carburantes...); más de 26 correspondientes a baterías; 13,5 a cristales y 6,5 a catalizadores. Las toneladas de recambio válido para su reutiliza¬ción ascendió a 435, una cifra que se quiere incrementar con creces.
Zona de tienda de Riudarenes
Este pasado 2015, un año en que la venta de vehículos nuevos ha repuntado con fuerza, Autodesballestaments La Gleva ha vuelto a superar los tres mil: 3.121 unidades entradas.
Ahora, con la facturación de las dos plantas cuando la segunda funcione al 100% y esta política de priorización del recambio funcione al cien por cien, se quiere aumentar también el volumen de negocio que, en 2010 en el caso de la empresa madre, superaba los 2,3 millones de euros.
Una extensa flota de vehículos para el reparto y la logística de desplazamiento, maquinaria de todo tipo –adquirida en propiedad en el caso de Riudarenes–, y todos los elementos para hacer el trabajo cómodo y seguro de la plantilla cierran un gran activo que, con la suma de instalaciones, permite a Autodesballestaments La Gleva doblar, primero sobre el papel y en un futuro no muy lejano en las cuentas, el campo de actuación.
En manos de dos cogerentes
Todo este cambio y ampliación que supone sumar la planta de Riudarenes a la de Les Masies de Voltregà está en manos de dos cogerentes: Albert Zanini y Salvador Pujol. Yernos de Josep Traserra, empresario que fundó el negocio hace 35 años sobre una antigua cementera junto a la transitada C-17, ambos pueden presumir de ser dos profesionales jóvenes, conocedores del negocio y con muchos contactos dentro del sector.
Zanini y Pujol compartirán la gestión diaria de las dos plantas que conforman Autodesballestaments La Gleva, así como también otras dos empresas más, paralelas al mundo en el cual se mueven: Recambios La Gleva –recambio reutilizado y piezas nuevas y garantizadas, no oficiales–, y Automóviles La Gleva –venta de coches de segunda mano y siniestrados con documentación–.
Coordinando cada una de las plantas se encuentran Marc Carrillo en Les Masies de Voltregà y Jordi Company en Riudarenes.