Chester Carlson empezó a trabajar en un despacho donde tenía que copiar miles de patentes a mano. Además, en 1936, cuando estaba a punto de convertirse en abogado de patentes, Carlson empezó a estudiar derecho después del trabajo en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde tenía que copiar a mano muchos libros que no podía comprar. Por eso estaba convencido de que tenía que buscar una manera de hacer copias de forma diferente, ya que la artritis comenzaba a reducir sus capacidades. Así fue como comenzó su empeño por encontrar una solución y en “insistir hasta que la idea surgiese”.
Carlson empezó a leer revistas científicas que le ayudasen con su búsqueda. De hecho, en una de ellas encontró la clave: un artículo teórico escrito por el físico húngaro Pál Selényi sobre cómo impartir una carga electroestática en un tambor rotatorio de material aislante. El tambor capturaría una imagen que podría transferirse al papel a través de un polvo de tinta seca.
A partir de ahí Chester Carlson no paró hasta que el 22 de octubre de 1938 realizaba la primera copia xerográfica del mundo, inmortalizando este momento con un escrito a mano en una lámina de vídeo con la inscripción “22-10-38 Astoria” para indicar la fecha y localización en la que se había realizado. Nacía así la copiadora, que eliminó las barreras que existían entre la artrosis de Carlson y sus posibilidades laborales y con la que quiso incrementar la productividad de los empleados en las oficinas y simplificar el trabajo de las empresas.
Además, este humilde invento también sería el inicio de Xerox, empresa que desde entonces no ha dejado de innovar para gestionar procesos de negocio y ayudar a empresas y gobiernos en todo el mundo a trabajar de una forma más eficiente y sencilla. Desde el ratón y la red Ethernet a tecnologías innovadoras para sectores como el transporte, la sanidad, etc., son multitud los inventos con los que Xerox ha revolucionado y sigue revolucionando el mundo.