Buenos días. Gracias, Robert [Decano Robert Orr] por su muy amable presentación.
Y gracias a ustedes —estudiantes y profesores— por recibirme hoy. Quisiera saludar a mi amiga, la Embajadora Susan Schwab, con quien compartiremos una charla tras mis comentarios.
Estoy encantada de estar aquí, en una de las mejores universidades públicas del mundo. Este es un sitio donde los líderes del futuro adquieren aptitudes esenciales, donde los futuros responsables de las políticas desarrollan ideas y herramientas para abordar los acuciantes problemas del siglo XXI.
Hoy deseo compartir con ustedes mi opinión sobre una cuestión clave del siglo XXI: la creciente importancia de las economías de mercados emergentes. Y con eso me refiero a la creciente importancia que tienen para la economía mundial, para los países avanzados como Estados Unidos, y para ustedes y para mí a nivel personal.
Para empezar, consideremos todas las posibles conexiones con los mercados emergentes en los primeros 30 minutos de un día cualquiera:
• Supongamos que son las 7.00 h., y suena la alarma de su teléfono inteligente fabricado en China. (De acuerdo, digamos que son las 9.00 h.; ¡tal vez se acostaron tarde!)
• Mientras se dirigen a la ducha, envían un mensaje por Whatsapp al profesor ayudante. WhatsApp, por cierto, fue creado en coautoría con un ingeniero informático ucraniano.
• Unos minutos después, se despierta su compañero de cuarto. Un tercio de los estudiantes de grado de la Universidad de Maryland son estudiantes internacionales, así que es muy probable que esté usando FaceTime para hablar con su familia en India.
• A las 9.15 h. tienen una decisión difícil: ¿café fuerte de Kenyao una variedad más suave de Colombia?
• Encienden sus parlantes de Bluetooth —fabricados en Malasia— para escuchar las noticias.
• De la noche a la mañana, los mercados bursátiles mundiales se inquietaron por los últimos datos económicos de China, lo que ha hecho mella en el plan de ahorros 401(k) de sus padres, y se preocupan por las vacaciones de primavera que planearon enMéxico.
• Afortunadamente, cuando salen de excursión en un auto de Zipcar fabricado en Corea, se dan cuenta de que la baja demanda de petróleo y la fuerte oferta de los mercados emergentes ¡también han reducido el precio de la gasolina!
Al contemplar estos primeros minutos de un día cualquiera, es evidente que el centro de gravedad de la economía ha estado desplazándose lentamente. Sí, Estados Unidos continúa siendo la economía más importante del mundo, pero Nueva York, Chicago y Los Ángeles tienen quienes las acompañen, de Pekín a Brasilia, de Moscú a Bombay, y de Yakarta a Johannesburgo.
Las economías emergentes y en desarrollo albergan al 85% de la población del mundo (6.000 millones de personas). Este 85% importa más que nunca para la economía mundial, y deben importarles a ustedes más que nunca, debido a los sólidos vínculos que experimentan cada día a través del comercio, las finanzas, la economía, la geopolítica y las conexiones personales.
Una nueva alianza para el crecimiento
En conjunto, las economías emergentes y en desarrollo representan prácticamente el 60% del PIB mundial, habiendo aumentado de un nivel ligeramente por debajo de la mitad hace solo una década1. Contribuyeron con más del 80% del crecimiento mundial desde la crisis financiera de 2008, asimismo ayudaron a resguardar muchos puestos de trabajo en las economías avanzadas. Y han sido el principal motor de la significativa reducción de la pobreza en el mundo2.
China por sí sola ha sacado a más de 600 millones de personas de la pobreza durante los últimos 30 años.
No obstante, tras años de éxito, los mercados emergentes —como grupo— se enfrentan hoy a una nueva y dura realidad. Las tasas de crecimiento han disminuido, los flujos de capitales se han invertido y las perspectivas a mediano plazo se han deteriorado marcadamente. El año pasado, por ejemplo, se estima que los mercados emergentes experimentaron salidasnetas de capital de USD 531.000 millones, comparadas con USD 48.000 millones de entradas netas en 20143.
A corto plazo, la moderación del crecimiento, la magnitud de las salidas de capital y las recientes bajas en los mercados bursátiles son motivo de inquietud.
Por otro lado, en base a las proyecciones actuales del FMI, las economías emergentes y en desarrollo convergirán con los niveles de ingreso de las economías avanzadas a una velocidad de menos de dos tercios de lo que nosotros habíamos previsto hace solo una década.
Esto significa que a millones de personas pobres les está resultando más difícil salir adelante. Y que los miembros de una nueva clase media no están pudiendo satisfacer sus expectativas.
Esto es perjudicial no solo para los propios mercados emergentes, sino también para el mundo avanzado que ha llegado a depender de los mercados emergentes como destinos para la inversión y como clientes de sus productos.
Esto también conlleva el riesgo de un incremento en la desigualdad, el proteccionismo y el populismo.
Es por esto que necesitamos lo que denomino una nueva “alianza para el crecimiento”. Tanto las economías emergentes como las avanzadas deben hacer su parte para promover una convergencia más veloz y más sostenible.
Teniendo esto en cuenta, deseo abordar tres cuestiones:
• Primero, ¿cuáles son los retos clave a que se enfrentan los mercados emergentes y cuáles son las interconexiones entre las economías emergentes y las avanzadas?
• Segundo, ¿cómo forjar una nueva alianza para el crecimiento?
• Y tercero, ¿qué se puede hacer para apoyar este proceso, inclusive en instituciones como el FMI?
1. Retos clave y efectos de contagio
Permítanme comenzar explicando a qué me refiero cuando hablo de mercados emergentes. Se trata de un grupo de aproximadamente 30 a 50 países que se encuentran en una etapa de transición: no son ni muy ricos ni muy pobres, no están cerrados en demasía al capital externo, y cuentan con sistemas regulatorios y financieros que aún no han madurado por completo.
También permítanme hacer hincapié en que estos países son sumamente diversos desde el punto de vista cultural, geográfico e incluso económico. Actualmente, por ejemplo, Brasil y Rusia están en recesión, en tanto que India y México gozan de un crecimiento robusto. Por lo tanto, sería erróneo pensar en estos países como un bloque homogéneo.
A su vez, todos estos países están ansiosos por alcanzar el mismo nivel de sus pares más ricos. Sin embargo, como expliqué, actualmente el difícil contexto económico hace que esto sea mucho más difícil de lograr, lo cual me lleva a hablar sobre los retos clave.
Retos
Primero, la transición en el crecimiento de China. China ha emprendido un ambicioso reequilibramiento de su economía: de la industria a los servicios, de las exportaciones al mercado interno, y de la inversión al consumo. También está avanzando hacia un sistema financiero más orientado al mercado.
Estas reformas son un proceso necesario que, a la larga, propiciarán un crecimiento más sostenible y beneficiarán tanto a China como al mundo.
Sin embargo, a corto plazo provocarán un menor nivel de crecimiento, y esta desaceleración tiene efectos de contagio mediante el comercio y la disminución en la demanda de materias primas, amplificados por los mercados financieros.
Segundo, la caída de los precios de las materias primas. Los precios del petróleo y los metales han caído en alrededor de dos tercios respecto de sus niveles máximos más recientes, y es probable que se mantengan bajos durante bastante tiempo. Como resultado, muchas economías exportadoras de materias primas se encuentran bajo mucha presión, y algunas divisas ya han experimentado grandes devaluaciones.
Tercero, las políticas monetarias asincrónicas. La Reserva Federal ha aumentado las tasas de interés en respuesta a un fortalecimiento de la economía estadounidense, en tanto que otras economías aún no lo han hecho, o se han movido en la dirección contraria.
Esto ha contribuido a un aumento del dólar de EE.UU., lo que ha ejercido una presión considerable sobre las empresas de mercados emergentes que asumieron grandes cantidades de deuda denominada en esta moneda, especialmente en el sector energético4.
Esto significa que quien tenga una exposición a tales empresas, se trate de bancos o gobiernos, puede ser vulnerable a pérdidas.
Además de estos retos, el mundo emergente también se enfrenta a un incremento de los riesgos geopolíticos y ambientales. Piensen en la crisis de los refugiados sirios que está afectando directamente a países como Turquía, Líbano y Jordania, que están recibiendo a millones de personas desplazadas.
Piensen en el impacto del cambio climático sobre los precios de los alimentos, la estabilidad política y la salud de las personas, en particular en África subsahariana y Asia meridional. Para 2030, se prevé que más del 98% de las muertes relacionadas con el cambio climático tendrán lugar en los países en desarrollo.
Efectos de contagio y de rebote
Todo esto es importante para las economías avanzadas debido a lo que en el FMI llamamos efectos de contagio y de rebote. ¿A qué nos referimos con esto?
Significa una calle de dos vías de efectos indirectos no intencionados, donde las acciones en un país se transmiten a otros, lo que, a su vez, crea una realimentación negativa (o efecto de rebote) sobre el país que inició el proceso. Los mercados emergentes han adquirido una dimensión tal que estos efectos son lo suficientemente grandes para que se los sienta en todas partes.
Permítanme darles algunos ejemplos:
Efectos de contagio financieros. En agosto, los mercados financieros mundiales se inquietaron por el anuncio de China de un nuevo régimen cambiario. Y a comienzos de este año, otro derrumbe del mercado bursátil en Shanghái hizo que los inversionistas mundiales oprimieran el botón “vender”. En términos más generales, los débiles fundamentos económicos de las empresas de mercados emergentes también pueden desencadenar efectos de contagio financieros en el resto del mundo5. Así que, ¡cuidado con esos balances!
Efectos de contagio comerciales. El comercio mundial ha disminuido notablemente en los últimos años, en parte debido a la desaceleración económica de China. Esto nos afecta a todos, no solo porque históricamente el comercio ha sido un importante motor del crecimiento y de la creación de puestos de trabajo y prosperidad, sino también porque el comercio entre las economías emergentes y las avanzadas hoy supera el comercioentre las propias economías avanzadas.
Efectos de contagio económicos. Cuando consideramos todos estos factores, según nuestras proyecciones, una desaceleración de un 1% en el mundo emergente reduciría el crecimiento en los países avanzados en alrededor de 0,2 puntos porcentuales. Tal vez no parezca mucho, pero realmente sería un golpe duro para aquellos países avanzados que ya están experimentando dificultades con lo que he denominado la “nueva mediocridad” de un bajo nivel de crecimiento con elevado desempleo.
También hay efectos de contagio ambientales. En los próximos 15 años, podríamos encontrarnos ante una inversión de infraestructura mundial de hasta USD 90 billones, principalmente en las economías emergentes y en desarrollo que experimentarán un enorme aumento en la urbanización6.
Piensen en el riesgo si tal inversión se llevara a cabo en forma inadecuada. Por ejemplo, si fijara en estas megalópolis estructuras de energía y transporte de altas emisiones de carbono. Esto podría afectar drásticamente la calidad de vida en el planeta, y repercutiría en cada uno de nosotros.
De modo que mi mensaje es el siguiente: las economías emergentes y avanzadas dependen unas de las otras, y el mundo depende de esta colaboración. ¿Qué pueden hacer ambas partes para que esto funcione?
2. Ambas son necesarias para crecer: Responsabilidades mutuas
La respuesta simple a la pregunta es que ambas son necesarias para el crecimiento. Y este es mi segundo tema. La idea es que las firmes medidas de política que aplican tanto las economías emergentes como las avanzadas pueden crear un entorno en donde ambas ganan. Y gana también la economía mundial.
¿Qué pueden hacer entonces las economías de mercados emergentes?
Comencemos por los retos inmediatos. Y concentrémonos en las economías emergentes exportadoras de materias primas que se enfrentan a crecientes déficits presupuestarios y presiones cambiarias.
Estos países podrían hacer que su ajuste fiscal sea menos doloroso mejorando la eficiencia del gasto, fortaleciendo las instituciones fiscales y aumentando sus ingresos no provenientes de las materias primas. Al mismo tiempo, permitir una mayor flexibilidad cambiaria puede ayudar a muchos de ellos a suavizar el impacto de los shocks externos a los que están haciendo frente.
En muchos casos, las economías emergentes también deberán hacer un mayor uso de las denominadas herramientas macroprudenciales para limitar los riesgos del sector financiero, ya sea supervisando la deuda en moneda extranjera asumida por algunas de sus principales empresas, o limitando los efectos colaterales de la gran expansión del crédito que muchos países han experimentado en los últimos años.
¿Qué pueden hacer las economías avanzadas?
Frente a perspectivas de crecimiento modestas, las economías avanzadas deben continuar apoyando la demanda mediante políticas monetarias acomodaticias. Pero deben emplear una combinación de políticas más equilibrada. ¿A qué me refiero con esto?
Ya hace varios años que las economías avanzadas se apoyan en gran medida en la política monetaria manteniendo las tasas de interés en un nivel extremadamente bajo. Esto fue esencial para respaldar la recuperación de la crisis financiera de 2008.
Pero los bancos centrales no pueden hacerlo por sí solos. Los países con margen de maniobra en sus presupuestos también deben recurrir a la política fiscal para estimular la economía, por ejemplo financiando mejoras muy necesarias en infraestructura pública.
Al mismo tiempo, Estados Unidos tiene una especial responsabilidad al normalizar su política monetaria, dado que esto puede ser una fuente de efectos de contagio y de rebote mundiales. Por lo tanto es importante que la Reserva Federal continúe haciéndolo con prudencia y que comunique adecuadamente sus decisiones.
¿Y qué pueden hacer tanto las economías emergentes como avanzadas?
No hay una respuesta fácil para esta pregunta. Ambas deben abordar cuestiones económicas subyacentes fundamentales para impulsar el crecimiento potencial y promover la convergencia de ingresos sostenible sobre la que hablé anteriormente.
Permítanme subrayar dos prioridades:
Primero, fomentar una mayor y mejor innovación, eliminando las barreras a la competencia, reduciendo la burocracia, mejorando la movilidad laboral e invirtiendo más en educación e investigación. Esto impulsaría el dinamismo empresarial y ayudaría a atraer la inversión privada en ideas nuevas, sorprendentes y útiles.
Esto también fortalecería el papel de instituciones públicas de investigación, tales como la Universidad de Maryland. Recuerden que todas las tecnologías que convierten a sus teléfonos en dispositivos “inteligentes” se han beneficiado de financiamiento estatal, como ser internet, las redes inalámbricas, los GPS, la microelectrónica y las pantallas táctiles.
Empresas privadas como Apple lograron incorporarlos en un mismo dispositivo —de manera brillante—, ¡pero no hubieran tenido los incentivos ni la capacidad financiera para hacerlo todo por sí mismas!
Segundo, facilitar un mayor intercambio tecnológico entre las economías avanzadas y sus pares emergentes. Esto requeriría, por ejemplo, lograr un mejor equilibrio entre la protección de la propiedad intelectual y la diseminación de la tecnología.
Las economías emergentes deberían reconsiderar su manera de encarar la protección de las patentes. A la vez, debemos preguntarnos si las ideas en las economías avanzadas a veces están demasiado protegidas. Ha habido un activo debate mundial sobre estas cuestiones, incluso con respecto a productos farmacéuticos y tratamientos médicos.
Otro modo de facilitar el intercambio tecnológico y el conocimiento es la inversión extranjera directa (IED). El nivel de IED en economías emergentes y en desarrollo, como proporción del PIB, está muy por debajo del nivel observado en 2000-06. Nuestras proyecciones mundiales señalan que caerá aún más para finales de la década. De modo que necesitamos mayores esfuerzos para eliminar barreras innecesarias a la IED y reemplazar el capital especulativo con inversión a más largo plazo.
Asimismo, debemos proteger el intercambio de tecnología promoviendo reformas comerciales. Durante por menos 30 años, antes de la crisis financiera de 2008, el comercio creció por lo general a un ritmo del doble del nivel de crecimiento de la economía mundial. Hoy crece al mismo ritmo —o menor— del nivel de crecimiento de la economía mundial. Más allá del efecto de China, esto se debe a una disminución de la liberalización comercial en los últimos años.
De modo que es necesario un mayor esfuerzo para dar apertura a los sistemas comerciales mundiales y promover la integración comercial mediante acuerdos regionales y multilaterales.
Finalmente, tanto las economías avanzadas como las emergentes deben completar y adoptar la agenda mundial de reformas regulatorias. Esto es fundamental para construir un sistema financiero mundial que tenga una mayor capacidad de recuperación.
3. ¿Qué se puede hacer a nivel mundial?
Esto me trae a mi último tema: ¿qué más se puede hacer a nivel mundial para apoyar los esfuerzos de las economías emergentes y avanzadas? Y, ¿cómo puede respaldar el FMI esta nueva alianza para el crecimiento?
Desde la perspectiva de los mercados emergentes, el actual sistema monetario internacional los respalda menos de lo que debería. Esta es un área en que he solicitado un “refuerzo de las políticas mundiales”.
¿A qué me refiero cuando hablo del sistema monetario internacional? A las normas y convenciones que regulan los tipos de cambio, los movimientos internacionales de capital, las reservas y los mecanismos oficiales que permiten a los países tener acceso a liquidez en momentos de dificultad (lo que se denomina red mundial de seguridad financiera).
Este sistema también incluye a instituciones creadas para garantizar que las normas y mecanismos se cumplan. El FMI fue establecido hace más de 70 años para promover el funcionamiento eficaz del sistema. Lo hacemos supervisando la estabilidad económica y financiera de nuestros 188 miembros, brindando apoyo financiero en momentos de dificultad y proveyendo asistencia técnica y capacitación de excelencia.
Permítanme subrayar dos elementos del sistema monetario internacional donde una reestructuración inteligente podría ser útil: i) los flujos de capitales, y ii) la red de seguridad mundial.
Flujos de capitales más seguros
Un sistema monetario más robusto debe incluir un marco para flujos de capitales más seguros.
Los flujos de capitales han aumentado de modo significativo durante los últimos 40 años. Entre 1980 y 2007, por ejemplo, los flujos de capitales mundiales aumentaron más de 25 veces, comparado con una expansión de ocho veces en el comercio mundial.
Lo bueno es que esto ha respaldado una mayor inversión en muchas economías emergentes que necesitan capital extranjero para financiar su desarrollo. Lo malo es que hemos visto situaciones de elevada volatilidad de los flujos de capitales que pueden contribuir a presiones financieras en el mundo emergente y pueden —como dije antes— “rebotar” en las economías avanzadas.
Hoy se reconoce cada vez más que la naturaleza cortoplacista y la inherente volatilidad de los flujos de capitales mundiales son problemáticos. ¿Qué hacer al respecto?
Tampoco hay respuestas simples para esto, pero permítanme compartir algunas ideas preliminares sobre qué podría hacerse en el mediano plazo. Creo que los países se beneficiarían de una evolución hacia flujos de capitales a más largo plazo, basados en participaciones de capital.
En los países de origen, por ejemplo, el marco supervisor podría modificarse para garantizar que se mantengan niveles prudentes de capital en respaldo de flujos a corto plazo que crean deuda. En los países receptores, políticas macroprudenciales más sólidas podrían ayudar a que los sistemas financieros tengan más capacidad de respuesta.
Y tanto en economías emergentes como avanzadas, podría ser útil reconsiderar la política tributaria, que entraña un sesgo hacia la deuda, en gran medida a través de la posibilidad de deducir intereses.
Una red mundial de seguridad financiera más robusta
Además de flujos de capitales más seguros, un sistema monetario sólido debe incluir una red mundial de seguridad financiera adecuada, para permitir el acceso a recursos financieros en momentos de crisis o dificultades
¿Qué es exactamente una red de seguridad? Incluye las reservas de divisas de los países, las líneas de crédito recíproco entre bancos centrales, los acuerdos financieros regionales y, por supuesto, al FMI.
Si bien la red de seguridad ha aumentado en tamaño y cobertura desde la crisis financiera de 2008, también se ha tornado más fragmentada y asimétrica.
Por ejemplo, muchas economías emergentes no tienen acceso a las líneas de crédito recíproco existentes entre bancos centrales de países avanzados. Esto plantea un reto, dado que las economías emergentes dependen fundamentalmente de divisas de países avanzados para su comercio y finanzas.
Por consiguiente, no es ninguna sorpresa que muchas economías emergentes hayan creado sus propias grandes reservas de seguridad de moneda extranjera. ¿Por qué es esto un problema? Porque significa que, durante muchos años, el capital fluyó “cuesta arriba” (es decir, de mercados emergentes más pobres a economías avanzadas más ricas). Esto contradice el sentido común, porque los retornos del capital deben ser más elevados en los países más pobres.
Una red de seguridad más robusta ayudaría a reducir la necesidad de este tipo de “seguro provisto por uno mismo”. También liberaría capital para inversiones tan necesarias en el mundo emergente, por ejemplo en infraestructura, salud y educación.
Entonces, ¿cómo reforzar la red de seguridad? Por ejemplo, podríamos pensar en fortalecer y ampliar los instrumentos mundiales de financiamiento precautorio de utilidad para todos. También se podría aumentar el tamaño de la red de seguridad. En los próximos meses, el FMI considerará con sus miembros estas y otras cuestiones relacionadas con el sistema monetario internacional.
El papel del FMI
Lo que me trae a mi último punto del día: el papel del FMI. Me complace decirles que nuestro papel se ha visto fortalecido por la aprobación por parte de nuestros miembros de un conjunto de reformas del régimen de cuotas y la estructura de gobierno, que entró en vigencia la semana pasada. ¿Por qué es esto tan importante?
Primero, pone a la institución en una situación de mayor sostenibilidad financiera —al duplicar nuestros recursos permanentes— y refuerza nuestra capacidad de responder rápidamente a las necesidades de nuestros miembros.
Segundo, también mejora la representación de las economías emergentes y en desarrollo dinámicas en la estructura de gobierno del FMI. Por primera vez en la historia, países de mercados emergentes como Brasil, China, India y Rusia se encuentran entre los 10 principales accionistas del FMI.
En resumidas cuentas, hoy el FMI refleja de manera más precisa la dinámica de la economía mundial del siglo XXI, incluido el papel de los mercados emergentes. Esto también refuerza la capacidad del FMI de reunir a las economías emergentes y avanzadas en esta nueva alianza para el crecimiento.
4. Conclusión: Una nueva realidad económica
Eso es lo que quería compartir hoy con ustedes. A medida que los países se han desarrollado y enriquecido, se ha afianzado lentamente una nueva realidad económica. Y ahora que algunos de esos países experimentan dificultades tras muchos años de robusto crecimiento, nosotros también nos vemos afectados. Esto no debe causarnos temor, sino hacernos cobrar conciencia y pensar de un modo un tanto diferente, de una manera más multilateral.
He hablado acerca de lo que pueden hacer las economías emergentes y avanzadas. ¿Y ustedes? ¿Qué pueden hacer ustedes?
Como futuros líderes y responsables de las políticas tendrán la oportunidad de desempeñar un papel, por ejemplo generando conciencia sobre el cambio climático, haciendo hincapié en los peligros del exceso de desigualdad e insistiendo en las normas más elevadas de conducta ética en todas las profesiones.
Como dijera el Presidente John F. Kennedy:
“El cambio es la ley de la vida, y quienes solo se aferran al pasado o al presente seguramente se perderán el futuro.”
Mi mensaje hoy es que el papel que desempeñan las economías emergentes y en desarrollo es una característica emblemática del siglo XXI y del mundo en que vivirán ustedes y sus hijos. Al forjar una nueva alianza, al fortalecer lo que he denominado un “nuevo multilateralismo”, podemos crear un futuro de mayor prosperidad y paz para todos.
Gracias.