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Daniel Barenboim.
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Daniel Barenboim.

El inmortal Réquiem de Mozart despide la programación de este año de Ibermúsica

sábado 09 de diciembre de 2017, 11:32h
La pieza inacabada del genio austriaco es una de las obras maestras de la música.
A punto de comenzar los días más festivos del año, con la Navidad y la despedida de 2017, Ibermúsica programa para el 15 de diciembre una Misa de Réquiem, claro que no es una obra cualquiera, es nada menos que el Réquiem que compuso Mozart en los días anteriores a su muerte y que muchos consideran, en realidad, la música para su propio funeral. En el fondo no es tan contradictoria esta elección, el contraste entre la alegría y la muerte, porque la última obra de Mozart encuentra sus raíces justamente en la vida, en su drama, en su fuerza vivencial. Lo que el genio nos dejó fue una joya que atestigua sus vivencias, sus carencias, su idea de la vida después de la vida. Tanta fuerza, tanto dinamismo no puede hablar de otra cosa sino de la vida.

La despedida inacabada de Mozart y una de las grandes obras maestras de la música, culminará el concierto que ofrecerán la Orquesta de Cadaqués y su director titular, Gianandrea Noseda, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid a las 19:30 Su actuación en la 48ª temporada de Ibermúsica será la última programada para este 2017 y estarán acompañados de la pianista Beatrice Rana, que debuta en el ciclo, y del Coro Amici Musicae. Desde su primer concierto en Ibermúsica con Sir Neville Marriner en 1994, la Orquesta de Cadaqués ha pasado por el ciclo más de veinte veces. El programa para esta ocasión incluye, además del Réquiem, el Concierto para piano núm. 9 "Jeunehomme", también del compositor austriaco. Esta obra, una de las más interpretadas del repertorio de Mozart, concentra entre sus notas el virtuosismo y la gran personalidad de su creador y está dedicada a una pianista, Mademoiselle Jeunehomme.

Cuando Mozart recibió el extraño encargo de esta Misa en el verano de 1791 se encontraba debilitado por la fatiga y la enfermedad. Por entonces escribía a su amigo Antonio Sallieri: “Estoy a punto de expirar; habré acabado antes de haber gozado de mi talento”. Sin embargo, en los meses anteriores, había compuesto La flauta mágica, La clemenza di Tito, el Concierto para clarinete, el motete Ave Verum Corpus, el último de sus conciertos para piano (el núm. 27), diversos lieder, minués, danzas y contradanzas para orquesta, algunas arias, un quinteto de cuerda, variaciones para piano y muchas piezas más. El inacabado Réquiem es el broche de oro de su inmensa producción. Que esté inacabado solo nos recuerda que la naturaleza siempre está por encima de nuestros anhelos.

Una obra inconclusa

Se ha hablado mucho sobre las circunstancias en que Mozart recibió el encargo de esta Misa por un extraño, un emisario del conde Walsegg-Stupach. Desde ese momento y hasta el día de su muerte, el compositor, ya muy enfermo, está convencido de que el extraño es un mensajero de la muerte, y de que el Réquiem que escribe es el suyo propio. El 4 de diciembre de 1791 se lleva a cabo el último ensayo del inconcluso Réquiem, junto al lecho en el que Mozart yace enfermo. Mozart rompe a llorar durante el ensayo y dice: “Esto lo escribí para mí mismo.” El ensayo llega hasta el Lacrymosa, última parte de la obra escrita por el compositor. En la madrugada, Mozart muere. Así comenzó a gestarse el mito de una de las obras más célebres de la historia, sobre la que se han generado infinidad de relatos a medio camino entre la realidad y la ficción cinematográfica.

Su viuda, Constanze, que quería que el Réquiem fuese terminado, encargó a Franz Xaver Süssmayr, alumno de Mozart, que se ocupase de ello, después de que otro compositor, Joseph von Eybler, decidiera que la tarea estaba más allá de sus capacidades. Lo que probablemente nunca se sabrá es cuántos de los bocetos de Mozart, en las partes de la obra que no lleven su autógrafo, guiaron a Süssmayr, si bien este último afirmaba que el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei eran completamente de su invención.

Aunque al parecer se interpretaron extractos del Réquiem en una misa en memoria de Mozart celebrada el 10 de diciembre de 1791, el estreno de la obra completa se produjo en Viena el 2 de enero de 1793, en un concierto en beneficio de la viuda del músico austríaco, Constanze Weber. Se interpretó de nuevo el 14 de diciembre de 1793, durante la misa que conmemoraba la muerte de la esposa del conde Walsegg y bajo la dirección del propio conde.

El Réquiem es una obra recurrente que han compuesto, además de Mozart y Verdi, músicos como Faure, Gossec, Dvorák y Brahms, entre otros. El romanticismo y la célebre película Amadeus de Milos Forman han contribuido a promover el tópico del Réquiem como paradigma trágico de las últimas semanas de un compositor incomprendido y envidiado por su entorno, desdichado y aislado del mundo. Sea como fuere, su alma formará parte de un juego de emociones que no es posible controlar; con melodías que elevarán el espíritu y que harán incontenibles las lágrimas. El Réquiem es estremecedor.

Con este concierto Ibermúsica continúa con su temporada más ambiciosa de la última década. Entre el mes de octubre de 2017, y hasta el 7 de junio de 2018, visitarán el ciclo algunas de las mejores orquestas del mundo (Filarmónica de Berlín, Royal Concertgebouw Orchestra, la London Symphony Orchestra o la Gewandhausorchester Leipzig), directores y artistas de la talla de Daniel Barenboim, Sir Simon Rattle, Evgeny Kissin, Juan Diego Flórez, las hermanas Katia y Marielle Labèque, Gianandrea Noseda, Vladimir Jurowski o Sir John Eliot Gardiner.

Ibermúsica lleva 48 años trayendo lo mejor de la música a España y espera seguirlo haciendo, liderado por su fundador, Alfonso Aijón. Quienes estén interesados en adquirir localidades, aún hay disponibles AQUI ; tel.: 902 22 49 49 o directamente en las taquillas del Auditorio Nacional de Música.
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