Se estima que las exportaciones de bienes y servicios de México se incrementen en 20.700 millones en 2018 frente a un crecimiento de 10.400 millones en 2017.
Solunion, la compañía experta en seguro de crédito analiza las perspectivas del país azteca para 2018 a partir de un informe de su socio Euler Hermes.
Perspectivas comerciales estrechamente vinculadas a la actividad de Estados Unidos
Después de contraerse en 2015 (-3,5%) y 2016 (1,4%), las exportaciones de bienes y servicios de México vuelven a tener un crecimiento positivo en 2017 (+2,6%). Se espera un aumento nominal en las exportaciones de 10.400 millones de dólares en 2017 y de 20.700 millones de dólares en 2018, a medida que se recupere el precio del petróleo y se acelere la actividad en EE.UU. Estas buenas perspectivas llegan después de una caída de 20.100 millones de dólares en el periodo 2015-2016.
El 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a Estados Unidos. Por lo tanto, las ganancias provenientes de las exportaciones en 2018 serán impulsadas, en gran medida, por un aumento en la demanda estadounidense (82% de las ganancias mexicanas por exportaciones). Tras el vecino del norte, los principales destinos serán Europa (6,7%), Latinoamérica (4,6%) y Asia (4,5%). De esta forma, México debería beneficiarse de la fuerte actividad económica y del plan de estímulos fiscales que preparará Estados Unidos para 2018.
Las negociaciones sobre el NAFTA se extenderán hasta marzo de 2018, por lo que las partes no ratificarán el acuerdo hasta el segundo semestre del año que viene. Esto hará que su implementación no tenga lugar hasta 2019, teniendo en cuenta el calendario (elecciones presidenciales en México en julio de 2018 y de mitad de mandato en EE.UU. en noviembre).
Los sectores de los que se esperan las mayores ganancias son el del automóvil (4.600 millones de dólares en 2018) y el de la electrónica (4.000 millones), seguidos de los sectores eléctrico (2.300 millones) y de maquinaria (2.200 millones).
Reformas y diversificación de socios
El acierto en las reformas llevadas a cabo explica en parte el buen comportamiento esperado para las exportaciones mexicanas. Desde 2012, la administración pro-mercado ha trabajado para mejorar el entorno empresarial y facilitar el comercio transfronterizo. En este sentido, se implementó un sistema electrónico de ventanilla única y se creó un tribunal específico para reclamaciones que hiciese cumplir los contratos. Además, se anunciaron planes para invertir 646.000 millones de pesos mexicanos (alrededor de 34.000 millones de dólares) en infraestructura para el transporte durante el periodo 2014-2018.
Al mismo tiempo, México ha diversificado sus alianzas comerciales. Ahora tiene acuerdos de libre comercio vigentes con 45 países que suponen el 60% del PIB mundial. El país sigue formando parte de las negociaciones de la Asociación Transatlántica, a diferencia de Estados Unidos. El Tratado de Libre Comercio entre la UE y México también está en proceso de escrutinio. Además, el ministro de Economía mexicano mencionó recientemente posibles negociaciones con socios vecinos como Argentina y Brasil para obtener fuentes alternativas de importaciones, en caso de que el NAFTA llegue a su fin.
Dos elementos ponen en riesgo estas perspectivas
¿Qué pasa si Estados Unidos se retira del NAFTA? El acuerdo prevé un periodo de 6 meses antes de la salida. El comercio entre México y Estados Unidos estaría entonces sujeto al régimen de la nación más favorecida de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esto implicaría una tarifa arancelaria del 3,5% (arancel medio ponderado del 2,4%) para las importaciones de Estados Unidos y un arancel promedio del 7% (arancel medio ponderado del 4,5%) para las importaciones mexicanas. Sin embargo, es posible que para corregir el déficit comercial de EE.UU. con México (63.200 millones de dólares en 2016), EE.UU. pueda tomar medidas proteccionistas adicionales. Además, el peso ha demostrado ser sensible a la evolución de las negociaciones, lo que crea incertidumbre para los exportadores.
El otro elemento de riesgo es la incertidumbre política previa a las elecciones presidenciales en México en julio de 2018. La campaña gira en torno a sentimientos de nacionalismo, lo que podría poner en riesgo la apertura de México al comercio y provocar una respuesta similar de EE.UU.