Es un hecho que las máquinas se encuentran cada vez más integradas en nuestras vidas, y ya son muchas las informaciones que alertan de la desaparición de un gran número de empleos a causa del desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Michael Osborne y Carl Frey, de la Universidad de Oxford, repasaron los trabajos de la actualidad y determinaron en su informe “
The Future of Employment”, que el 47% de los mismos serán automatizados, sin embargo, podemos encontrar otros indicadores que prevén que, en el futuro, parte del trabajo humano seguirá siendo imposible de sustituir.
“Los potenciales beneficios de la automatización completa, basada en IA, vendrán acompañados de serios problemas éticos y sociales”, asegura Ramón López de Mántaras, Director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC. “Es muy probable que sean las grandes corporaciones las que determinen el futuro de la IA, enfocándolo a obtener el máximo beneficio posible en lugar de favorecer a la sociedad. Por ello, resulta imprescindible establecer marcos sociales y reguladores orientados al progreso de la sociedad y no a la obstaculización, para que los beneficios de la IA se distribuyan de forma justa.” Un buen ejemplo de ello son empresas como Google, Apple, Facebook o Amazon, que llevan varios años invirtiendo millones de dólares en Inteligencia Artificial.
Ante el reto de la automatización de los puestos de trabajo, Mántaras sugiere que una de las posibles medidas a tomar podría consistir en el establecimiento de una renta básica que asegure unas condiciones de vida dignas a todos los ciudadanos, sin excepción y sin condiciones. No en vano Bill Gates, ex líder de Microsoft, afirmó que “si un robot reemplaza el trabajo de un humano, este robot debe pagar impuestos como un humano” contribuyendo de esta forma a la economía, ya que las empresas que los utilizan aumentarían por otra parte sus beneficios, al reducir costes y aumentar la producción.
Por otro lado, “existen algunos factores que hacen que nos replanteemos la importancia del trabajo humano frente a la automatización”, sostiene Mántaras, apoyándose en opiniones como la de Reed Hastings, CEO de Netflix, cuando afirma que “el factor humano sigue siendo crucial a la hora de tomar decisiones y más en aplicaciones de alto riesgo para las personas”. Markus Schäfer, Responsable de Producción de Mercedes Benz, afirmó también que “la empresa reincorporaría a operarios humanos sustituyendo a robots, debido a que, aunque los robots son más eficientes, productivos y baratos, tienen menos capacidad de adaptarse a los cambios que los humanos.” La realidad es, según Mántaras, que a la hora de introducir un cambio en la dinámica de trabajo, un robot requiere ser reprogramado, lo que supone tiempo y dinero. En el caso concreto de Mercedes Benz, es importante tener en cuenta que las empresas automovilísticas se encaminan hacia una creciente personalización de los productos, y por tanto, las máquinas pueden resultar contraproducentes.
Volviendo al origen, Mántaras asegura no estar de acuerdo con la predicción que afirma que el 47% de los trabajos van a ser automatizados: “Yo situaría este porcentaje en el 15% como mucho, lo cual, obviamente, es ya un gran problema que tenemos que afrontar”. Ante la llegada de la IA, es imprescindible educar a la sociedad en el dominio de habilidades que se adapten a las nuevas formas de trabajo, que impondrán empleos más flexibles y cambiantes. Los trabajadores, por tanto, deberán presentar un perfil más creativo y dinámico, y por supuesto, un amplio dominio de las nuevas tecnologías.
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