A pesar de la baja cilindrada y de disponer de un motor de tres cilindros, el Arona que hemos probado, se ha mostrado con un dinamismo y una rapidez dignas de un coche de mayor tamaño, cubicaje y potencia.
El Arona significa la entrada de SEAT en el segmento B de los crossover, los que se encuadran como urbanos por su tamaño compacto y su demostrada agilidad y que desde 2015 no paran crece, ya que todas las marcas se han “afanado” en tener uno o más, en sus respectivas gamas. En el caso de la marca española, se emplea la plataforma MQB A0 del Grupo Volkswagen que permite una mayor flexibilidad en la fabricación de los distintos modelos e incluso con distintas distancias entre ejes. El Arona con esas sinergias se convierte en un modelo robusto, ágil y manejable a la vez, conservando en su diseño los rasgos inconfundibles de la marca. Con poco más cuatro metros de longitud, unos 79 mm. más que el nuevo Ibiza, que tiene una estructura similar, lo que beneficia sobre todo al maletero. Pero en donde más se diferencia es en su mayor altura, 99 mm., pues por algo es un crossover.
En líneas generales las formas del Arona son muy armoniosas, sin estridencias y rasgos muy aventurados, pero atractivo en su conjunto. El frontal es muy parecido al de su hermano mayor, el Ateca, con una parrilla no muy grande, escoltada por unos faros casi triangulares enmarcados por la luz de día que les da esa forma, con tecnología full led y que proporcionan una excelente luminosidad. La gran entrada de aire, con forma inversa a la de la parrilla y que acoge la matrícula, a su vez esta escoltada por los faros antiniebla situados a cada lado de ella. Un falso protector de cárter en color aluminio remata un acertado frontal. A lo largo de la carrocería, incluyendo los pasos de rueda, una banda de plástico protectora, se despliega desde la parte baja del paragolpes delantero, hasta el trasero incluyendo la parte inferior de las puertas, como un detalle típico de los todoterreno. Y hablando de detalles, es de resaltar la inserción en color aluminio que remata la pequeña tercera ventanilla y que separa el distinto color del techo con respecto al resto de la carrocería, naranja y gris en el caso de la unidad de pruebas. Dos barras, también en el color aluminio, recorren el techo hasta le generoso alerón que remata la luneta trasera y que incluye la tercera luz del freno. Por su parte la trasera esta dominada por la luneta y los grandes grupos ópticos, con parte de sus funciones con tecnología led. El portón llega hasta el borde del buen dimensionado paragolpes, lo que facilita el acceso al maletero de la posible carga.
El interior del Arona esta bien terminado, pero quizás muestra demasiado plástico a la vista y un salpicadero de un diseño demasiado sencillo en comparación con otros modelos de su segmento. Es decir, tiene un diseño “muy SEAT” o sea un poco “soso”. Ahora bien, si saltamos esa circunstancia, la verdad es que es muy claro en la interpretación de los indicadores y además los mandos son fáciles de accionar. El cuadro, como no podía ser menos, esta dominado por dos grandes relojes para cuentavueltas y velocímetro, separados por una pequeña pantalla que refleja las condiciones del vehículo, así como los datos del ordenador de a bordo. La pantalla multifunción esta empotrada en el propio salpicadero y alrededor de ella se sitúan los táctiles mandos de su manejo. La guantera tiene una buena capacidad y también existen otros huecos por todo el coche para dejar objetos, como las bolsas de las puertas o delante de la palanca de cambios.
Los asientos delanteros recogen bien el cuerpo y resultan muy cómodos. Y hablando de comodidad, hemos ya comentado en las pruebas de otros coches, la ausencia de agarradores interiores sobre la puerta del acompañante, que invariablemente la echan de menos cualquier persona que allí se siente, pero es que en el Arona esta ausencia se lleva la palma, no existe ningún agarrador en ninguna de las plazas, con lo cual las “quejas” de los ocupantes se multiplican, pues además de no poder agarrarse, tampoco se puede colgar ningún traje u otro tipo de ropa. Independientemente de ello, las plazas traseras también encuentran buen acomodo, incluso tres personas pueden viajar con suficiente holgura. Por su parte el maletero dispone de una capacidad de 400 litros, que se pueden aumentar hasta los 1.280 litros, abatiendo el asiento trasero, que por cierto no se puede desplazar mediante carriles, pero en cambio dispone de cuatro argollas para sujetar una red y tiene una tabla que se puede colocar a dos alturas según las necesidades.
El equipamiento se puede calificar de correcto, pues además de los elementos habituales en este segmento de coche, encontramos un completo sistema de infoentretenimiento y un equipo de sonido Beats, con una calidad excelente. Merece la pena señalar una función adicional del sistema Stop&Start, pues cuando se ha parado el motor, por ejemplo al llegar a un semáforo en rojo, si el coche de delante se pone en marcha y nosotros no, el movimiento del coche precedente se detecta y el motor se pone en marcha sin que el conductor levante el pie de embrague o deje de pisar el freno.
El Arona de la prueba montaba un motor de tres cilindros y un litro de cilindrada, que desarrollaba una potencia de 115 CV a 5.000 r.p.m. y un par de 200 Nm a 2.000 r.p.m. Una motorización de gasolina con turbo de geometría variable e inyección directa, que francamente nos ha gustado mucho. Es como si fuera un motor “juvenil”, es decir, que siempre esta dispuesto a dar toda su alegría y rendimiento en cualquier velocidad y situación. El tres cilindros solo deja oir esta circunstancia a ralentí o a arrancar, que deja durante unos instantes un sonido parecido al de un pequeño diésel, para luego desaparecer por completo y empujar con brío en cualquier velocidad y si apenas sonido. Insistimos en lo del empuje en cualquiera de las 6 velocidades de la caja manual, pues es cierto, da igual que vayamos en cuarta por ejemplo y dejemos caer las revoluciones por debajo de las 2.000 vueltas, en cuanto pisamos el acelerador el coche sale disparado y ya nos esta pidiendo la quinta y en nada de tiempo la sexta y si hubiera más, también las pediría, es incansable en lo que a subir de revoluciones se refiere.
En cuanto a prestaciones, digamos que la velocidad máxima es de 185 km/h y la aceleración de 0 a 100 de tan solo 9,8 segundos, lo que da idea de esa mencionada rápida respuesta. El consumo esta condicionado a la forma de conducir y de sacar partido a esa alegría que muestra la motorización, en cualquier caso con una utilización decidida y disfrutando de las prestaciones, no llega a cinco litros a los 100 y para superar esa cifra hay que ya conducir de forma deportiva por zonas viradas. Por cierto, y ya que hablamos de curvas, digamos que el comportamiento del Arona es intachable. La combinación del McPherson en el tren delantero y el sistema de rueda tirada en el trasero, a lo que hay que sumar el excelente bastidor, hacen que el Arona tenga un comportamiento excelente en todo tipo de trazados. Su agilidad y rapidez de respuesta, le hacen ideal para desenvolverse sin problemas en el cargado tráfico urbano y en carretera es capaz de mantener medias altas e igualmente desenvolverse con soltura en las carreteras de montaña.