Si guardásemos todos los recibos que pagamos cada año, probablemente podríamos empapelar nuestra vivienda entera.
Suelos y techos incluidos. El pasado año, el gasto medio de los hogares españoles en vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles fue de 8.774 euros. A lo que habría que sumar los recibos del móvil o la suscripción a la televisión por cable o a servicios
premium cada vez más habituales.
Tradicionalmente, los recibos se han abonado mediante domiciliación bancaria, pero seguro que te has dado cuenta de que cada vez son más las compañías que permiten domiciliar el cargo de su recibo en la tarjeta de crédito. Parece cómodo, ¿verdad? Pues si en algún momento necesitas devolver el recibo, no te lo parecerá tanto.
No se puede anular un cargo en la tarjeta
La ley prevé que los recibos domiciliados en una cuenta corriente puedan devolverse, tanto los que estén previamente autorizados como aquellos que no. En el primer caso, el cliente tiene un plazo de hasta ocho semanas para librarse de la factura y en el segundo, de hasta trece. Hasta aquí todo bien, pero ¿qué ocurre con los recibos que se cobran periódicamente en una tarjeta? Esta práctica, que cada vez es más habitual y muchos clientes valoran como una ventaja, implica cierto riesgo. Y es que los cargos de una tarjeta, por normal general, no se pueden retroceder, aunque no se esté de acuerdo con ellos. Así lo confirma el servicio de atención al cliente de varios bancos, con quienes se ha puesto en contacto el comparador de productos financieros HelpMyCash.com.
ING respondía así a un usuario el pasado año a través de su servicio de atención al cliente virtual: “No es posible devolver un pago realizado con la tarjeta directamente desde la entidad, dado que somos un intermediario entre el cliente y el comercio”. ImaginBank, por su parte, señala a través del SAC que “las compras con tarjeta no se pueden cancelar o devolver, ya que son cargos automáticos” y añade que “si la operación no es correcta o no se está de acuerdo con el importe” y se quiere anular, se debe contactar con el comercio o establecimiento para que realice la devolución.
El SAC de BBVA señala que se podría abrir un proceso de reclamación, que el banco estudiaría para ver si procede el retroceso. CaixaBank, por su parte, explica que se pueden reclamar operaciones que se hayan cargado en la tarjeta si, por ejemplo, se han aplicado más de una vez, son fraudulentas, no se han realizado realmente o la mercancía o el servicio cobrado no se ha recibido. Pero no por el simple hecho de no estar de acuerdo con el importe abonado.
Otra solución, añaden desde el comparador HelpMyCash, sería, directamente, bloquear la tarjeta y sustituirla por una nueva para que la compañía no pudiese seguir cargando el pago periódico.
Derecho de desistimiento
La Unión Europea reconoce un plazo de 14 días para anular y devolver una compra realizada por Internet, teléfono o correspondencia, lo que se conoce como derecho de desistimiento, y obtener el reembolso íntegro. No obstante, en ese caso a quien se debe reclamar es al comercio y no al banco. Se debe indicar al vendedor la voluntad de anular una compra.
Así que, si nos suscribimos a algún servicio a través de Internet, es probable que tengamos derecho a anularlo y a reclamar la devolución del dinero pagado con la tarjeta, pero solo durante los primeros 14 días. A partir de entonces, se tendrá que anular el servicio antes de que la compañía cargue la siguiente cuota a la tarjeta.
Algunos servicios, como las plataformas de streaming, pueden no conceder este derecho si incluyen un período de prueba gratuito. Es el caso de Netflix, que no ofrece el “derecho de rescisión de contrato en ningún país europeo”, puesto que ya proporciona“una prueba gratuita de un mes a sus clientes” y por ello invoca una excepción para los proveedores de contenido digital.