Mercurio es el planeta más cercano al Sol (llega a aproximarse a poco más de 46 millones de kilómetros durante su perihelio) y también es el más pequeño del Sistema Solar, y esas circunstancias conllevan que su estudio con sondas espaciales sea más complicado del que suele ser habitual en este tipo de misiones.
La
ESA, en conjunción con la agencia espacial japonesa (JAXA), va a lanzar su primer satélite hacia el planeta el 20 de octubre, a bordo de un Ariane 5 desde Kourou, y lo hará con el objetivo de descubrir muchos de los secretos que Mercurio aún guarda celosamente.
BepiColombo, que es el nombre de la misión, será la tercera sonda en visitar el planeta tras las de la NASA Mariner 10, a mediados de los 70, y MESSENGER, entre 2011 y 2015. Tardará más de siete años en llegar hasta su destino, ayudándose de una asistencia gravitatoria en la Tierra, dos en Venus y seis en el propio Mercurio hasta alcanzar su órbita científica, prevista para marzo de 2026, un periplo muy largo para un planeta que está más cerca de la Tierra que, por ejemplo, Júpiter. Pero es que Mercurio presenta sus propios desafíos.
Los retos de BepiColombo
Mauro Casale, jefe de desarrollo del segmento científico de tierra de la misión, resume todo lo que la ESA y la industria aeroespacial europea han tenido que innovar en el satélite afirmando que “podríamos decir que BepiColombo está impulsando actualmente la tecnología espacial al haber construido un satélite capaz de volar en un ‘horno de pizza’ y soportar el calor en Mercurio”. El 85% de la tecnología a bordo de BepiColombo ha tenido que ser diseñada específicamente para ella, pues esas extremas condiciones en el planeta hacían imposible que pudiera reutilizarse tecnología de otras misiones.
“Cambios de temperatura que van desde -170º a 450º C, una radiación solar diez veces más intensa y un flujo infrarrojo 20 veces más alto que en la Tierra, radiación ultravioleta muy intensa, el viento solar soplando a una velocidad de 400 km/s, etc.”, detalla Mauro de un entorno en el planeta que obligó a rediseñar muchos componentes de BepiColombo desde cero, sobre todo de los paneles solares y de su aislante térmico. Además, emplea también una propulsión eléctrica solar que es inédita para misiones de exploración del Sistema Solar de la ESA. En todo este proceso de construcción del satélite participaron 83 empresas de doce países.
Los desafíos no se detienen en la tecnología. Las operaciones científicas y lo que la misión va a estudiar en Mercurio también presentan sus propios retos. Para empezar, BepiColombo está compuesta en realidad por dos satélites: MPO (Orbitador Planetario de Mercurio) y MMO (Orbitador Magnetosférico de Mercurio). El primero es el que observará el planeta desde su órbita, estudiando composición, topografía y morfología de su superficie y su interior, y el segundo se centrará en el estudio del entorno del planeta y su magnetosfera. Será la primera vez que dos orbitadores realicen observaciones coordinadas y simultáneas desde puntos diferentes del entorno de Mercurio, con las dificultades de operación que esto conlleva.
Contribución Española
La industria Española ha participado en este desarrollo desde el principio. “La misión BepiColombo, ha supuesto un reto para la industria, ya que se han tenido que desarrollar tecnologías específicas para cumplir las exigentes especificaciones de la misión.” Dice María del Pilar Román, del CDTI, delegada Española en el Comité de Programas Científicos de la ESA. Añade que “Sin embargo, estos retos han dado como resultado disponer de nuevos productos o la capacitación en áreas tecnológicas que han abierto nuevas oportunidades de negocio.”
Por qué Mercurio es así
Lo que la misión va a intentar resolver es por qué Mercurio es como lo vemos actualmente, cómo se originó y evolucionó desde entonces hasta nuestros días. Para ello, va a estudiar su superficie y su interior, la composición y la dinámica de su exosfera, la estructura y la dinámica de su magnetosfera y el origen de su campo magnético y, de paso, se realizarán experimentos para probar la teoría de la Relatividad General de Einstein. Mauro ofrece más datos sobre estos objetivos científicos: “BepiColombo nos ayudará a comprender mejor la formación y evolución de nuestro Sistema Solar y, de ese modo contribuirá a nuestro entendimiento de cómo los planetas más interiores de otros sistemas extrasolares se forman y evolucionan. Por ejemplo, una de las mediciones de MESSENGER parece indicar que Mercurio se formó mucho más lejos del Sol (incluso un poco más lejos que Marte) y después se aproximó en una etapa más tardía”.
La misión buscará confirmación de la existencia de hielo de agua y si procede de impactos de cometas, por ejemplo, e intentará responder a por qué su campo magnético se encuentra alejado 400 km. con respecto al centro del planeta. Todos estos datos científicos se recibirán en ESAC, desde donde se coordinarán las operaciones científicas con los equipos responsables de los instrumentos, se realizará la programación científica de la misión y se procesarán los datos científicos. Además, operar un satélite tan cerca del Sol será también un gran aprendizaje para la propia agencia. Mauro también señala que “dado que la vida de la misión es limitada, es muy necesario que las operaciones científicas estén extremadamente optimizadas, no puede perderse ni un minuto, así que se requiere un alto nivel de automatización, un tiempo de reacción corto y la máxima flexibilidad posible”.
La aventura de BepiColombo está a punto de comenzar.