Pasaron 9.500 años hasta llegar al dinero-papel, y en menos de 60 años hemos dado un salto sin precedentes en su evolución, llegando al pago prácticamente invisible.
La forma en la que realizamos los pagos ha estado siempre en constante cambio y evolución. Desde su forma más básica, el trueque, hasta los métodos de pago más innovadores que utilizamos en la actualidad, en la que ya podemos utilizar soluciones de pago basadas en la biometría o en la implantación de microchips en el cuerpo. Pero, ¿qué diferencia los cambios y la evolución actual de los que se daban hace mil años? La respuesta es clara, la velocidad con la que aparecen y se adoptan en la sociedad.
Han pasado ya más de 10.000 años desde que apareció el trueque como forma de pago y no fue hasta el siglo 2.500 a.C. cuando se comenzaron a utilizar los metales preciosos como forma de intercambio de bienes. Las primeras apariciones de la moneda como tal, se llevan a cabo en el año 600 a.C. y doce siglos después apareció en China el dinero de papel, aunque los primeros billetes europeos no se fabricaron hasta el año 1661 y no llegaron a España hasta el año 1780. Pasaron 9.500 años hasta llegar al dinero-papel, y en menos de 60 años hemos dado un salto sin precedentes en su evolución, llegando al pago prácticamente invisible.
La digitalización de los pagos comenzó con el “dinero de plástico”, es decir, las tarjetas. En sus inicios éstas funcionaban con una banda magnética, hasta que se sustituyó por el chip, que las hacía más seguras por ser más difíciles de clonar. A finales del año 2011, todas las tarjetas emitidas en España funcionaban ya con chip. El siguiente paso fue su desarrollo hasta la tecnología contactless, que apareció en 2015 y actualmente ya se incluye en el 75% de las tarjetas de débito comercializadas en nuestro país. Hoy en día, es cada vez más habitual ver como los consumidores utilizan sus dispositivos móviles para pagar, no limitándose a sus smartphones, sino ampliándolos también a wearables. Los wearables son accesorios (pulseras, relojes, anillos, etc.) con un microchip integrado, que permiten a los compradores llevar su método de pago “puesto”.
Las últimas noticias que nos llaman la atención, son las que informan que ya se han llegado a implantar microchips en el cuerpo para ser utilizados como métodos de pago a través de la tecnología NFC o contactless. Por ejemplo, en Suecia, más de 3.000 personas han seguido este proceso de forma voluntaria y ya pueden emplearlo para utilizar el transporte público, abrir la puerta de su casa o incluso como DNI. Además, cada vez es más habitual realizar la autenticación de los pagos a través de la biometría utilizando la huella dactilar, el reconocimiento facial, de voz o el ritmo cardíaco.
Desde el Departamento de Comunicación de Sipay Plus, pasarela de pagos española, señalan que “la era digital ha supuesto una aceleración total de los cambios, tanto en la forma de comprar como en el resto de ámbitos que rodean a las personas. La forma de pagar, de comunicarse o de realizar las tareas más cotidianas está cambiando de forma vertiginosa, y por ello, las empresas debemos estar preparadas para afrontar y adelantarnos a los cambios que piden los consumidores, sin caer en la obsolescencia, ofreciendo a nuestros clientes las más disruptivas soluciones de pago, para que los consumidores finales puedan pagar sin apenas darse cuenta, de forma rápida y segura”.