Con la financiación de la Unión Europea, Litter Drone ayudará a proteger el medio ambiente y la salud de los europeos.
Las playas plagadas de objetos de todo tipo no sólo implican un paisaje que ve empañada su belleza. Más allá de eso, son muestra de una contaminación ambiental que se vierte a los océanos, causando todo tipo de problemas en el medio ambiente y en la salud de las personas. Por ello, la
Comisión Europea apuesta por proyectos como
LitterDrone, una iniciativa conjunta para desarrollar un sistema de detección de basura que permita poner en marcha programas de prevención.
A través de cámaras de alta precisión instaladas en drones que sobrevuelan las playas, se obtienen imágenes que son analizadas por un software desarrollado dentro del proyecto LitterDrone. En esta iniciativa han participado la Universidad de Vigo, la Asociación Española De Basuras Marinas (AEBAM) y la empresa Grafinta. Gracias a esta colaboración, ha sido posible desarrollar el software y la visión artificial, identificar el problema de la basura marina e incorporar la telemetría para obtener imágenes exactas y realizar mediciones precisas con los drones.
La contaminación de los océanos ha adquirido tal magnitud que ya está contemplado incluso entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que lo destaca en su punto número 14: la protección y conservación de los océanos. El problema no afecta solo al medio ambiente, sino que también acaba generando problemas de salud en las personas.
Aunque el impacto principal de la basura marina se produce en los ecosistemas marinos, también deja una gran huella en el ser humano. Este tipo de basura afecta profundamente a nuestra salud, como resultado de las sustancias tóxicas liberadas por los desechos plásticos o por la influencia de los microplásticos y las sustancias tóxicas, bioacumulativas y persistentes que pueden entrar en la cadena alimenticia. Estos desechos ponen también en peligro la salud y seguridad humana en otros aspectos, provocando lesiones en los bañistas o accidentes de embarcaciones debido a la acumulación de basura marina.
Según los resultados del programa de seguimiento de playas realizado por la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, durante el año 2017 se pudieron encontrar alrededor de 39.000 objetos en nuestras playas en los muestreos oficiales. Durante el pasado año se llevaron a cabo 103 campañas de seguimiento en un total de 26 playas repartidas por toda la geografía española, registrando 38.810 objetos y encontrando una media de hasta 377 objetos por playa y campaña.
Según esta misma investigación, las basuras marinas halladas durante estos muestreos están compuestas en su mayoría por materiales plásticos (incluido el poliestireno), representando el 72% de los desechos, seguido por los restos de papel y cartón (11%), residuos higiénico-sanitarios (8%) y en menor medida, por los restos metálicos (4%) o de madera (2%).
En palabras de Fernando Martín, coordinador del proyecto LitterDrone, “La basura marina no solo contamina nuestras costas, sino que conlleva un potente impacto socioeconómico, causando pérdidas a las economías locales y a industrias como la pesca comercial, el tráfico marítimo y el turismo. Con la cofinanciación de la Comisión Europea, hemos desarrollado un proyecto que nos permite identificar y cuantificar los residuos presentes en las playas, lo que ayuda a detectar las zonas de mayor acumulación e identificar sus fuentes. Así, se facilitará enormemente la toma de decisiones por parte de las autoridades para diseñar las medidas y planes de acción más efectivos”.
Los plásticos de un solo uso, prohibidos por la Unión Europea
Dada la predominancia de plásticos entre las basuras marinas, la Comisión Europea ha puesto en marcha ya una serie de medidas para abordar los retos planteados en el ciclo de vida de los plásticos. Si en 2017 se confirmaba que los esfuerzos de la Unión Europea se centrarían en la optimización de la producción y uso de plásticos, el pasado 24 de octubre el Parlamento Europeo aprobaba la prohibición de los plásticos de un solo uso.
Con esta medida, los platos, vasos y cubiertos de plásticos, así como los bastoncillos de algodón, pasarán a estar prohibidos en la Unión Europea a partir de 2021, ya que los plásticos de un solo uso son los más problemáticos dada su elevada producción. Por otra parte, los artículos de plástico para los cuales no exista alternativa tendrán que reducirse en un 25% para 2025. El resto de plásticos, como las botellas de bebidas, tendrán que recolectarse por separado con una tasa de reciclaje del 90% para ese mismo año.
Todas estas medidas se enmarcan dentro de la Estrategia Europea de Plásticos, publicada en enero de este año con el objetivo de lograr un cambio profundo en la industria del plástico para reducir la generación de residuos, aumentar la tasa de reciclaje y potenciar la reutilización. De esta manera, la Comisión Europea busca combatir un problema que ha llegado a generar el llamado “séptimo continente” (de un tamaño que iguala las superficies sumadas de Francia, España y Alemania).
Para Lucas González Ojeda, portavoz de la Comisión Europea en España, “Es importante impulsar proyectos como el de LitterDrone, que permiten combatir un problema como es el de los desechos marinos y, más concretamente, los desechos plásticos. La Comisión tiene un compromiso firme con la protección de los océanos y el medio ambiente en el marco de su estrategia de plásticos y en la decisión ya adoptada de prohibir algunos plásticos de uso único. La protección y conservación de los océanos no solo es importante a nivel medioambiental o para la salud de las personas, sino que tiene una gran influencia en la economía. Por todos estos motivos, la Comisión Europea ha decidido establecer este objetivo como una de sus prioridades”.