El ejecutivo de Pekín, en pleno proceso para la transformación de la economía de su país, ha anunciado la puesta en marcha de una
batería de nuevas medidas para facilitar la inversión privada, sobre todo en sectores clave como la sanidad, la educación, la cultura y los deportes. Paralelamente, se ha hecho público un
plan para que, excepto en algunos sectores que China considera estratégicos,
invertir en China sea mucho más sencillo para los extranjeros, ya que a partir de ahora se va requerir sólo un registro en lugar de una aprobación previa.
Una economía en evolución
Esta serie de medidas para animar la inversión están enmarcadas en un plan mucho más ambicioso para que China pase de ser la gran factoría barata del mundo a una economía consumista, una transformación que suscita muchas dudas, ya que, con el nivel de población que tiene el país, muchos expertos se preguntan si el planeta tiene recursos suficientes para asumir que el nivel de consumo de tantos millones de personas.
Controversias aparte, el primer ministro, Li Keqiang, ha anunciado que el Gobierno chino quiere implantar una política de competencia justa para las empresas extranjeras que quieran invertir en el país, para lo que anunció que las autoridades chinas tienen que simplificar los procedimientos para la puesta en marcha de nuevos proyectos de inversión. El primer paso ha sido descentralizar a los gobiernos provinciales chinos la aprobación de proyectos relacionados con un puñado de actividades de gran calado como las terminales de contenedores, los motores de vehículos, los sistemas de transporte urbano y las canalizaciones de agua.
Es una medida que se viene a sumar a la eliminación parcial de la obligatoria revisión y aprobación administrativa previa para autorizar el establecimiento de empresas por parte de extranjeros. En la enrevesada burocracia china, estas dos sencillas medidas pueden allanar mucho el camino para los extranjeros decididos a invertir sus fondos en el país asiático. Hasta el pasado agosto, la llegada de inversión directa extranjera a China aumentó un 4,5% interanual, hasta alcanzar los 85.900 millones de dólares. A pesar de ese incremento, siempre de acuerdo a los datos del Ministerio de Comercio chino, se trata de unas cifras muy inferiores a las registradas en ejercicios anteriores.
Recuperar el pulso inversor
Sin embargo, la inversión de las empresas chinas fuera de sus fronteras ascendió hasta los 115.860 millones de dólares, con un alza interanual del 53,3%. Este monto supone que el gigante asiático ya se ha convertido en un exportador neto de inversión, aunque el ejecutivo chino ha señalado que otro de sus grandes objetivos es estimular las inversiones privadas dentro de sus fronteras que, todavía lastradas por el batacazo bursátil chino del verano de 2015, han sufrido un importante retroceso en lo que llevamos de año.