La caída de la producción, la subida del coste de los transportes marítimos, la reducción del comercio con Rusia y la escasez de alternativas para sustituir al petróleo ruso, podrían hacer subir el barril a este nivel, en el cual la demanda comenzaría a destruirse. id:82013
La gestora francesa OFI Asset Management, especialista en la inversión en materias primas, ha publicado un informe sobre el impacto en los combustibles fósiles de la invasión rusa de Ucrania. Porque Europa es muy dependiente de combustibles fósiles que exporta Rusia; en el primer semestre de 2021, Rusia exportaba el 54% del carbón consumido en Europa, el 46,8% del gas y el 24,7% del petróleo (fuente: Eurostat).
Las sanciones económicas, y en particular la exclusión de Rusia del sistema de confirmación de transacciones SWIFT, supone la imposibilidad de que los rusos continúen comerciando con productos energéticos. Se trata de un escenario que tiene para OFI AM, una serie de implicaciones para los precios de los combustibles fósiles.
En el caso del petróleo y el gas, las perspectivas de la gestora son las siguientes:
Petróleo
Rusia produce unos 11 millones de barriles diarios y exporta algo más de la mitad.
Aproximadamente 2,5 millones de barriles van a Europa, un tercio de ellos a través del oleoducto Druzhba, que pasa por Bielorrusia. El resto se envía en petroleros. China recibe unos 1,6 millones de barriles diarios, la mitad de los cuales llega por oleoducto y la otra mitad a través de petroleros. Los demás países (sobre todo Estados Unidos), también reciben su petróleo por medio de petroleros.
Mientras que las exportaciones a China por oleoducto no están en cuestión, las exportaciones a Europa a través del oleoducto de Druzhba sí lo están. Este oleoducto pasa por Bielorrusia, país al que también afectan las sanciones, dado que el presidente Lukashenko ha permitido a los rusos el acceso del ejército por su territorio para facilitar su entrada en Ucrania.
Los bancos rusos más activos en el mercado del petróleo y el gas se han librado de las sanciones. Pero como los límites impuestos al comercio energético con Rusia son elevados, las dificultades para las compañías europeas han aumentado significativamente, tal y como ha sucedido con empresas que comerciaban con Irán tras las sanciones a este país.
Además, las principales compañías navieras han suspendido sus actividades en los puertos rusos, desde donde se exportan 3 millones de barriles diarios, y es más difícil vender los cargamentos. Por ejemplo, la compañía rusa Surgutneftegas ha ofrecido cargamentos de petróleo ruso "Ural" (de buena calidad), a un precio menor en 20 dólares sobre el precio de referencia del Brent, que no ha podido vender.
Además, el precio del transporte de los fletes marítimos se ha cuadruplicado, añadiendo casi 4 dólares por barril transportado. Por ello, aunque los oleoductos pudieran seguir funcionando con normalidad, existe el riesgo de que el suministro internacional de petróleo se reduzca en algo más de 3 millones de barriles.
Alternativas a la escasez
En el caso de que en el muy corto plazo, los rusos pudieran almacenar este petróleo a la espera de encontrar compradores, si la guerra persiste, se verían obligados a interrumpir la producción cerrando sus pozos. Pero cerrar un pozo de petróleo es muy complejo, porque pone en peligro la producción futura cuando el pozo vuelva a ponerse en marcha. Por lo que, una vez que la guerra termine, el equilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado del petróleo será muy difícil de alcanzar.
Otra alternativa a la situación actual es sustituir el petróleo ruso, para lo cual, en el corto plazo habría que recurrir a las reservas de petróleo. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), exige a sus miembros que mantengan constantemente un nivel de reservas que puedan cubrir 90 días de su consumo.
La AIE decidió recientemente liberar 60 millones de barriles, la mitad procedente de las reservas de Estados Unidos. El impacto en el precio del petróleo fue casi nulo, porque los operadores consideraron esta cifra insuficiente, algo que ha sucedido en ocasiones anteriores, sin ir más lejos el propio Joe Biden lo intentó sin éxito el pasado año.
Otra alternativa es un posible retorno del petróleo iraní al mercado internacional. Las negociaciones avanzan entre la República Islámica y los países occidentales para reactivar el acuerdo nuclear iraní al que Estados Unidos había dado la espalda, lo que allanaría el camino para el levantamiento de las sanciones a Irán y el retorno del petróleo iraní al mercado. Pero la producción recuperable sólo resolvería parcialmente el problema. OFI AM estima que Irán podría añadir entre 1,2 y 1,3 millones de barriles por día a lo que ya produce.
Es necesario tener en cuenta que Irán es un país que se lleva bien con Rusia. Por lo tanto, no es seguro que vaya a poner toda su buena voluntad en una rápida resolución de las negociaciones. Otra opción es levantar las sanciones a Venezuela, aunque el sistema petrolero venezolano está en tan mal estado que pasarán meses antes de que pueda producir un volumen significativo.
Queda un pequeño potencial teórico en los países de la OPEP que han estado aumentando gradualmente su objetivo de producción en 400.000 barriles diarios cada mes desde mediados de 2021. Pero muchos de ellos no consiguen aumentar la producción de acuerdo con sus cuotas, y la OPEP+ va con retraso. Sin embargo, parece que Arabia Saudí aún tiene cierto margen de maniobra, pero es poco probable que sea suficiente para cubrir la brecha, incluso si Irán volviera al mercado.
Efectos de una eventual prohibición
Si los países occidentales prohibieran el petróleo ruso, el déficit sería aún mayor. Por lo que sólo un aumento muy relevante del precio del petróleo permitirá ajustar la oferta a la demanda. Esto puede conducir a un rápido aumento de la producción, y/o a la destrucción de una parte de la demanda.
Respecto al aumento en la oferta, dado que se necesitan entre 5 y 7 años para desarrollar un nuevo yacimiento de petróleo convencional, todos los ojos están puestos en el petróleo no convencional estadounidense, también conocido como petróleo de esquisto.
Los pozos de petróleo de esquisto pueden ponerse en producción en pocos meses.
Pero los productores estadounidenses no parecen estar preparados para satisfacer esta demanda, incluso si el petróleo subiera a 150 dólares el barril, tal y como reconoce la compañía Pioneer Resources.
Hay dos motivos para ello. En primer lugar, los inversores exigen rentabilidad a los productores de esquisto. Desde 2008 hasta 2018 los productores aumentaron su productividad sin preocuparse por la rentabilidad. Como resultado, la industria sólo ha logrado un trimestre en los últimos 10 años generar free cash flows positivos.
Un pozo de petróleo de esquisto reduce su producción un 70% a los 18 meses, requiriendo nuevas perforaciones sólo para mantener su producción, y ello requiere mucho capital. Además, la mayoría de los pozos de alta calidad en las cuencas de esquisto de EE.UU. ya habían sido perforados, lo que obliga a los productores a limitar el crecimiento de la producción si quieren sobrevivir. Así, muchas verían agotadas sus reservas en menos de 5 años con las tasas de crecimiento del 15% anteriores a 2018.
La única solución es destruir la demanda. Como el mercado de materias primas no puede ser deficitario, hace falta encontrar un precio al que los consumidores renuncien a utilizar los combustibles fósiles, limitando sus desplazamientos en coche. Entre 2008 y 2011, el impacto en la demanda de la subida a 100 dólares por barril fue significativo, aunque este umbral es más alto en la actualidad, dado el crecimiento de la producción y de la demanda. En la actualidad, el umbral en el que la demanda se destruye se sitúa entre 120 a 130 dólares por barril, aunque, si Estados Unidos prohíbe el petróleo ruso y se une a Europa, los precios probablemente deban superar los 150 dólares barril para equilibrar el mercado.
En conclusión, aunque hay soluciones a corto plazo para hacer frente a una reducción de la oferta rusa, la única eficaz para equilibrar el mercado será destruir la demanda empujando los precios del petróleo al menos a 150 dólares barril.
Gas
El mercado del gas es diferente, porque los países de la OCDE no tienen reservas estratégicas de gas. Si las interrupciones del suministro se limitaran al gasoducto que atraviesa Ucrania, el impacto podría ser limitado, aunque los precios se verían afectados.
Pero si Vladimir Putin corta el suministro de gas a Europa por completo, la situación sería inmanejable, ya que no habría una solución alternativa. El gas, o se tiene o se transporta por barco, desde Australia, Qatar y Estados Unidos, para lo cual hay que comprimirlo y licuarlo, obteniéndose gas natural licuado (GNL), lo que requiere instalaciones y buques adecuados.
El potencial exceso de capacidad de regasificación en Europa, a priori, podría absorber la mitad de las pérdidas generadas por el cierre del gasoducto desde Rusia. Sin embargo, las terminales de licuefacción están diseñadas para satisfacer la demanda habitual de GNL, y las nuevas necesitan al menos 3 años para ponerse en marcha. La solución será captar parte del suministro destinado a otros lugares, lo que tendría un efecto tranquilizador sobre los precios. Lo que beneficiaría sobre todo a Europa, por su mayor cercanía con EEUU respecto a Asia, lo que supone una ventaja adicional para el coste de los transportistas.
Sin embargo, los especialistas también señalan que el grueso de capacidad de importación de GNL en Europa se encuentra en Francia, Inglaterra y España. Y las redes de gasoductos transfronterizos para distribuir este gas a Europa del Este son insuficientes, al igual que la capacidad de invertir el flujo hacia el Este. Las conexiones de gas españolas a través de los Pirineos son inadecuadas e inútiles.
A medio plazo, el resto de suministradores europeos probablemente reducirán su producción. Noruega, la segunda fuente de suministro, que representa algo más del 16% de las importaciones europeas, ha superado su pico de producción y, por tanto, debería reducir paulatinamente sus entregas. Los Países Bajos, que disponen de recursos importantes en el yacimiento de Gröningen, lo cerrarán a mediados de año por los riesgos medioambientales que genera su explotación, una decisión que no va a cambiar pese al nuevo contexto. Un yacimiento que produjo 54 Bcm (mil millones de metros cúbicos) en 2013, más que lo que consume un país como Francia, sólo producirá 3,9 Bcm este año.
En conclusión, un cese total del suministro de gas ruso sólo podría resolverse con una subida muy fuerte de los precios para destruir la demanda. La situación se agrava aún más por la escasa disponibilidad de energía nuclear en Francia y los cierres nucleares previstos en Alemania. La única manera de limitar el impacto de una reducción, aunque sea parcial, del flujo de gas ruso es a través de la austeridad, ya que la imposibilidad de aumentar rápidamente el suministro de gas lleva directamente a un mercado cada vez más competitivo. De lo contrario, la alternativa es sustituir esta energía por carbón, lo que sería una mala noticia para la lucha contra cambio climático.