La organización alerta que la COVID-19 ha profundizado aún más la brecha entre ricos y pobres en la región. El 11% de la población acapara el 74% de los ingresos. En un nuevo informe, pide que los gobiernos adopten con urgencia políticas contra la desigualdad. id:62411
Los 21 mil millonarios de Oriente Medio y África del Norte, todos ellos hombres, vieron aumentar su riqueza en casi 10 mil millones de dólares desde el inicio de la crisis de la COVID-19,
casi el doble de la cantidad estimada necesaria para reconstruir la capital destrozada de Líbano; mientras que 45 millones más de personas en la región podrían verse empujadas a la pobreza como resultado de la pandemia, según señala un nuevo informe de Oxfam Intermón publicado hoy.
El informe, Por una década de esperanza, no de austeridad en Oriente Medio y el norte de África, también muestra que, desde marzo, los más ricos de la región han acumulado más del doble de los fondos de emergencia regionales proporcionados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para responder a la pandemia y casi cinco veces el llamamiento humanitario de las Naciones Unidas por la COVID-19 para la región.
“La pandemia ha puesto de manifiesto las profundas desigualdades y las fallas masivas en los sistemas económicos de la región, que dejaron a millones de personas sin empleo, atención médica o cualquier tipo de protección social, y permitió que las fortunas de los mil millonarios aumentaran más de 63 millones de dólares por día desde el comienzo de la pandemia”, ha dicho Nabil Abdo, asesor de políticas de Oxfam en esta región.
La explosión de Beirut aumentará las desigualdades
“A menos que los gobiernos den prioridad inmediatamente a las personas en vez de a las ganancias y los ricos paguen su parte justa, millones de personas se verán empujadas a la pobreza y se les negarán sus derechos básicos. Durante demasiado tiempo se ha priorizado el beneficio a expensas del bien público y la seguridad. El resultado de esto no podría ser más evidente tras la catastrófica explosión en Beirut, que ha puesto de manifiesto aún más la fragilidad de la economía y solo exacerbará las desigualdades existentes”, ha añadido.
La organización señala que los gobiernos de la región deben actuar con rapidez y recaudar ingresos para proteger a los más vulnerables. En el Líbano, si el año pasado se hubiera introducido un impuesto sobre el patrimonio neto solidario a una tasa del cinco por ciento, se habrían generado unos ingresos de 3.700 millones de dólares estadounidenses para ayudar a reconstruir la infraestructura de agua y electricidad y proporcionar servicios para mantener a las personas seguras después de las consecuencias de la explosión.
Oxfam Intermón recuerda que antes de que llegara el virus, la región ya era una de las más desiguales del mundo; y la COVID-19 ha profundizado aún más la brecha entre ricos y pobres. El 11% de la población más enriquecida acapara el 74% de los ingresos de la región, y 37 mil millonarios poseen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población adulta.
Si Jordania, Líbano, Egipto y Marruecos hubieran implementado un impuesto sobre el patrimonio del 2% a partir de 2010, estos países podrían haber recaudado 38 mil millones de dólares en ingresos fiscales, que podrían haberse invertido en mejorar la sanidad pública y reconstruir los sistemas de protección social.
Medidas insuficientes
Al mismo tiempo, las medidas para proteger a las personas pobres se han quedado cortas. Se estima que solo el 11% de los paquetes de estímulo en la región se centraron en medidas de protección social y salud. En este contexto, se estima que el 89% de los 16 millones de personas trabajadoras informales de la región se verán gravemente afectadas por las medidas tomadas a causa de la pandemia al no contar con ningún tipo de protección social. También se prevé que la inversión extranjera disminuya en un 45% y se prevé que 1,7 millones de personas pierdan su empleo, 700.000 de ellas mujeres, con un costo de 42.000 millones de dólares en ingresos perdidos.
“La aplastante austeridad de los últimos años podría haberse evitado si los más ricos de la región hubieran pagado más impuestos, un costo que pueden pagar fácilmente. Esta alternativa podría haber dado a los países más flexibilidad en sus políticas de gasto y, fundamentalmente, haber visto a la región entrar en la crisis provocada por el coronavirus con menos desigualdad y deuda”, ha agregado Abdo.
Para evitar que millones más de personas se vean empujadas a la pobreza, los gobiernos de la región deben adoptar con urgencia políticas contra la desigualdad, como la atención médica y la educación para todas y todos, aumentar el salario mínimo y gravar la riqueza de manera justa para construir economías y sociedades más equitativas.