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Putin el Terrible ha cruzado el Rubicón: es todo o nada

Iván el Terrible.
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Iván el Terrible.

OPINIÓN: Rafael López del Rincón Jiménez; Máster en Relaciones Internacionales, por el Instituto de estudios Europeos de la Universidad San Pablo-CEU. Licenciado en Relaciones Internacionales, con especialización en Estudios Rusos, por Saint Louis University, en EEUU. Su experiencia profesional incluye el haber trabajado en la Comisión Europea; el Departamento de Relaciones Exteriores del Tribunal de Cuentas Europeo; o el Departamento de Relaciones Ruso-Americanas en el World

jueves 17 de marzo de 2022, 13:31h
Hasta el día de hoy, la gran mayoría de los expertos afirman con asombro que el Sr. Putin ha cometido un error estratégico de principiante al invadir Ucrania. id:82022
Dicen que su territorio es demasiado extenso para que Rusia pueda anexionárselo en su totalidad y mantener la ocupación de todo su terreno a medio plazo; y que la valiente y férrea resistencia ucraniana podría llegar a extender la duración del conflicto durante 10 o 20 años, según fuentes del Pentágono.

Inciden en el hecho de que una población de 44,13 millones de habitantes (similar a la de España), la cual, para colmo, está siendo masacrada con brutalidad, se aleja irremediable y definitivamente de cualquier posibilidad de ser integrada pacífica y voluntariamente en el seno de la Madre Rusia. Si había algún partidario en Ucrania de integrarse en la Federación Rusa, su número se ha reducido a cero.

Con gran maestría, Sir Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios de guerra en el King's College de Londres, detallaba recientemente los puntos fundamentales por los que la estrategia en la invasión de Ucrania falla catastróficamente: desde la elección de sus objetivos políticos, que no pueden ser traducidos en objetivos militares de manera realista; a su visión mitificada de una Ucrania, gobernada por un supuesto gobierno de nazis, anhelante de volver al nido con la Madre Rusia; o al fallido desarrollo táctico de la campaña militar hasta el momento.

Y tienen razón… una parte de razón. Todos estos hechos son incontrovertibles y sus análisis son acertados; pero como decía el Calígula de Albert Camus cuando criticaba un poema de su discípulo Escipión: “sangre, les falta sangre”.

Les falta sangre…, demasiada sangre. Es decir, les falta una perspectiva más amplia y ambiciosa; les falta un atrevimiento desesperado; les falta la mirada lejana y elevada del Zaratustra de Nietzsche; les falta una visión más grandiosa y brutal: la visión histórica y de magnas dimensiones de Iván el Terrible.

Y sólo hay que haber escuchado de los labios de Putin afirmaciones tales como que los historiadores de Occidente habían ensuciado el nombre del terrible Iván, pues no lograban entender su grandeza para, sin atisbo de duda, descubrir que en el fuero interno del Sr. Putin él es su referente histórico; a él es a quien admira… Peor aún, a él es a quien está intentando emular y quizás superar: Putin el Terrible.

Sun Tzu nos enseñó la lección básica y fundamental de que hay conocer a tu enemigo. Pues, para desentrañar el enigma de Putin, ése que a ojos occidentales parece tan enrevesado; al igual que a Winston Churchill Rusia le parecía en 1939 “un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”, sólo se necesita analizar a su ídolo.

Iván el Terrible cambió la historia y la política de Rusia; y lo hizo de una manera tan profunda que sus cambios todavía son visibles en la actualidad. Según el historiador Alexander Yanov: "Los orígenes de la estructura política rusa provienen de Iván el Terrible. La revolución política de Iván fue más allá en el progreso de alterar la estructura política de ese entonces. La creación de la ‘Opríchnina’ (algo totalmente nuevo) fue una ruptura con el antiguo régimen que sirvió para quitarle poderío a la clase boyarda y crear un estado más centralizado y menos oligárquico", acumulando todo el poder político en Moscú.

La ‘Opríchnina’ era el territorio del noroeste del Principado de Moscú, en el que el zar detentaba un poder absoluto, en contraposición al territorio de ‘Zémschina’, que conservaba el antiguo sistema de administración zarista.

A fin de cuentas, quién manda realmente en la Rusia de hoy, ¿los oligarcas que veranean en Mónaco y Marbella o Putin y un círculo muy reducido de sus ‘siloviki’ de más confianza?

Siloviki’ es un término ruso que se traduce literalmente por “hombres fuertes”, y que se refiere a los políticos y funcionarios de la administración rusa que iniciaron su carrera desde los servicios de inteligencia, militares o seguridad pública, como la antigua KGB, GRU, FSB, o el Servicio de Inteligencia Exterior.

Pero hay más, pues las conquistas militares de Iván el Terrible son aún más memorables: expandió el territorio de Rusia a Polonia, el Mar Caspio y Siberia. Y, sobre todo, sus conquistas dieron lugar a conflictos centenarios con el Imperio Otomano por el control del Mar Negro y Crimea.

¿Les empieza a sonar la melodía?

Pues, tras el asedio de Kazán, Iván el Terrible no dejó a nadie de la ciudad con vida.

Así mismo, otras de sus hazañas más destacadas fueron el comenzar la guerra con “Livonia” (Estonia y Letonia en la actualidad) en el año 1558 para conseguir que Rusia tuviera una salida al Mar Báltico. Aunque, a pesar de su victoria militar, Polonia, Lituania y Suecia, al sentirse amenazadas, atacaron a Rusia, lo que hizo que la guerra se prolongase hasta 1583.

Y finalizamos nuestro repaso histórico con este otro dato tremendamente esclarecedor: al zar no le importaba en absoluto la economía.

Así, mientras sus conquistas territoriales forjaron el Imperio Ruso y han dejado su huella indeleble en la historia hasta ser el foco de la más rabiosa actualidad, sin embargo, en lo que respecta al ámbito económico, las acciones de Iván el Terrible supusieron la debacle económica de Rusia, llevando al hundimiento a la dinastía Rúrika y al dominio Moscovita; pues no sólo Iván alcanzó el poder en un estado ya endeudado, sino que las campañas militares y guerras que emprendió, vaciaron las arcas del estado (al igual que mermaron a Rusia de una gran mayoría de sus recursos y hombres), a pesar de sus intentos por recaudar más mediante una serie de leyes impositivas que no tuvieron ningún efecto positivo.

Así pues, la melodía de Putin el terrible suena más parecida a la Cabalgata de las Valkirias de Richard Wagner que al “Money makes the world go around” de Cabaret.

Y es que, como bien dice Kristina Spohr[1] en relación a las ambiciones y objetivos reales del Sr. Putin, éstas son mucho más grandes que Ucrania: “nada menos que el orden europeo creado bajo la égida estadounidense después del final de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética. Para Putin, ese orden posterior al Muro, basado en los Principios de Helsinki de 1975 y la Carta de la ONU de 1945, es un «imperio de mentiras» cuyo objetivo, según afirmó en su declaración de guerra el 24 de febrero, es «ponernos en aprietos por última vez para destruirnos por completo». Sin embargo, para países como Estonia, Letonia y Lituania, que habían luchado durante gran parte del siglo XX para escapar de la dominación rusa, este orden europeo es la piedra angular de su libertad”.

Lo que Putin quiere es reconstruir el ‘Russkiy Mir’ o ‘Mundo Ruso’. Un conjunto de tierras rusas históricas unidas por los nexos comunes del idioma y la religión que incluye a Ucrania, Bielorrusia, Moldavia y áreas de los Países Bálticos y Polonia, entre otros. Un proyecto ideológicamente nacionalista y de dimensiones colosales. Que no necesariamente conlleva la integración de todos esos territorios bajo la misma bandera, pero sí que requiere que sean estados ‘vasallos’, totalmente dependientes política y comercialmente de Rusia y sumisos a la voluntad de Moscú.

Y para que su proyecto magno y megalomaníaco triunfe, necesita lograr no sólo que EE.UU reconozca un mundo multipolar, sino también tiene que llevar a su declive y extinción declarado el orden liberal que impera en el mundo desde la desintegración de la antigua URSS.

Y ésa es la joya de la corona que persigue el Sr. Putin, sin ambages, la caída de occidente y el orden liberal que defiende, de modo que su renacido ‘Russkiy Mir’ tenga un hueco asegurado en la historia futura del mundo, y ocupando un puesto de honor en el selecto grupo de las tres potencias multipolares: China, Rusia y EE.UU. Cada cual con un área geográfica de influencia muy definida y con fronteras muy visibles e impermeables.

Es la interpretación de Putin de la Doctrina Monroe estadounidense, que vendría a decir algo así como: ‘El Russkiy Mir para los rusos’.

Por eso, consideramos que no hay una estrategia para la ocupación rusa a medio plazo de Ucrania, incluso si se decide fraccionar su territorio, dando lugar a nuevos estados, muchos de ellos con gobiernos títeres controlados desde Moscú.

No hay tal estrategia tal y como está el actual escenario internacional. Pues los escenarios con los que hay que trabajar no son estáticos; son dinámicos: van cambiando… Y ése es el plan del presidente Putin. Un plan compuesto por distintas fases a desarrollar en el tiempo.

Pero, también, un plan que ha supuesto que Putin el Terrible cruce su particular Rubicón. Y ya no hay vuelta atrás.

Los montañeros saben que cuando se desciende por una montaña con una gran inclinación, nunca se puede pararde golpe ni frenar en seco; sino que se sigue avanzando hasta el final a toda velocidad.

Esta estrategia no significa que no se vaya a caer o a matar quien se embarca en esta carrera cuesta abajo. Lo que significa es que todas las estrategias que se contemplen y analicen serán necesariamente hacia delante.

Capitular es morir. Perder la guerra contra Ucrania no sólo supondría para Putin la pérdida inmediata del poder en Rusia; es una sentencia de muerte para él. Garantizada al cien por cien. Al estilo de lo que le sucedió a Muamar al-Gaddafi.

Así pues, que no nos sorprenda lo que venga después de la guerra de Ucrania, pues Putin el Terrible ha comenzado la partida en la que sus opciones son ganar o morir. Es todo o nada.

[1]https://www.abc.es/internacional/abci-kristina-spohr-putin-quiere-destruir-orden-creado-tras-guerra-fria-202203080149_noticia.html

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