Intentar implantar Nutriscore a toda costa mientras que desde Europa se está planteando una herramienta común para los Estados Miembros, no tiene mucho sentido. id:69468
Unión de Uniones, en el Día Mundial de los Consumidores, pone el foco en el etiquetado Nutriscore, cuestionando su validez y su rigurosidad como herramienta de información a los consumidores, generando más dudas, incumpliendo así el objetivo con el que se pretende implantar.
La organización, que ya se posicionó en contra cuando el Ministerio de Consumo sometió a consulta pública su intención de implantar dicho etiquetado en España, cree que es importante que los consumidores cuenten con toda la información acerca de los productos que compran, tanto en lo relativo a sus nutrientes así como a la procedencia de los mismos, pero cree que el semáforo establecido por Nutriscore no es el adecuado.
El sistema, asigna un color y una letra (desde A verde, hasta E rojo) en función de que el alimento en cuestión sea más o menos beneficioso desde el punto de vista de la salud en función de su contenido en azúcares, grasas saturadas, sal, calorías, fibra y proteínas, baremados según algoritmos matemáticos.
La clasificación, que es excesivamente simplificada, no tiene en cuenta aspectos que, a juicio de Unión de Uniones, son clave, como el grado de procesamiento de los alimentos, la calidad de los mismos, la frecuencia de su consumo, el tipo de consumidor o el hecho de que la medición por 100 g. de ración no sea adecuada para todos los alimentos.
Igualmente, la organización señala que un mismo producto de marca distinta puede llevar un etiquetado diferente por lo que esto confundiría más al consumidor cuando lo que se busca es ofrecer información clara.
Por su parte, al medir ciertos parámetros de forma individual y no con un criterio integrador, algunos productos fundamentales en la dieta mediterránea como el aceite de oliva, el jamón, el queso curado o algunos alimentos acogidos a denominaciones de calidad y de origen, salen mal parados frente a otros como, por ejemplo, los refrescos de cola bajos en calorías. “Esto tira por tierra el trabajo que hacemos agricultores y ganaderos para poner sobre la mesa de los consumidores los mejores productos de nuestras explotaciones”, consideran.
Asimismo, el hecho de que tampoco sea obligatorio para los operadores provoca una cierta confusión y un posible rechazo hacia productos o marcas que han preferido no incluirlo por precaución. “Esto lo usará sólo quien tenga una buena calificación para sus productos” avisan “con lo cual, la información que recibirían los consumidores sería claramente parcial e interesada”.
A estos inconvenientes se añadiría que no parecen existir evidencias científicas comúnmente aceptadas de que esta forma de clasificación sea la más adecuada y que, además, sería necesario un tremendo esfuerzo de formación a los consumidores para que realmente su uso fuese útil.
La organización cree que intentar implantar Nutriscore a toda costa mientras que desde la Unión Europea se está planteando una herramienta común para los Estados Miembros, no tiene mucho sentido. “Si no sirve para calificar adecuadamente alimentos que tienen un papel incuestionable en una dieta sana y, además, en un tiempo habrá directrices europeas para todos los estados miembros este empecinamiento del Ministerio de Consumo es incomprensible” concluyen.